¿Hay posibilidades de refundación en el PSOE?

PSOE. / Omar
PSOE. / Omar

Patxi López participa casi como comparsa, a instancias de un sector dirigente que pretende arrebatar votos, sobre todo, al candidato Sánchez. Pero la fractura puede ser menor o mayor, pasajera o definitiva, según quien sea el triunfador.

¿Hay posibilidades de refundación en el PSOE?

En el PSOE solo hay un hecho constatable: el partido está roto. Y seguirá roto gane quien gane las próximas elecciones para la secretaría general, en las que Patxi López participa casi como comparsa, a instancias de un sector dirigente que pretende arrebatar votos, sobre todo, al candidato Sánchez. Pero la fractura puede ser menor o mayor, pasajera o definitiva, según quien sea el triunfador.

La victoria de Susana Díaz conllevaría que la parte más sanchista de la militancia conjure su venganza alineándose con Podemos, pero si es Pedro Sánchez el ganador el asunto se complicará a extremos imprevisibles, ya que implicaría también la derrota de la gran mayoría de los barones y la desautorización de los anteriores líderes socialistas.

Felipe González, Zapatero y Rubalcaba, además de otros dirigentes históricos, han expresado con rotundidad su apoyo a la presidenta andaluza, y lo han hecho y hacen con la beligerancia propia de quien no aceptará un resultado contrario. Por tanto, si Sánchez vence en las urnas de la militancia –cosa que me cuesta mucho creer– es más que probable que al PSOE del día después no lo conozca ni la madre que lo parió, que diría Alfonso Guerra.

¿Qué harán, en ese supuesto, los derrotados? ¿Asumirán estoicamente el resultado y se pondrán a remar en la dirección que marque el nuevo líder?

¿Qué harán, en ese supuesto, los derrotados? ¿Asumirán estoicamente el resultado y se pondrán a remar en la dirección que marque el nuevo líder? Muchos de ellos no lo harán ni de boquilla, ya que, por principio, no pueden aceptar propuestas, programas o posiciones políticas que chocan frontalmente con lo realizado hasta ahora en el Gobierno y en la oposición.

En estas primarias no se dirime quién empuñará el timón del partido –son muchos los que solo ven en Susana Díaz un mal menor–, sino el ser o no ser del PSOE que hemos conocido hasta ahora.

La militancia tiene la palabra, pero en este contexto, la voz de la militancia, el 5% de la cosecha de votos en unos comicios generales, no es garantía de nada.

La decisión –internamente populista– de limitar la elección del secretario general a los militantes fue un grave error, y de aquel viento vienen estos peligrosos lodos.

En el PSOE no hay posibilidades de refundación. Puede y debe corregir el rumbo que lo precipitó a sucesivas derrotas; puede y debe reestructurarse como verdadera alternativa socialdemócrata, pero no abrazar, por interés coyuntural o personal, postulados impropios que espantan a buena parte de su electorado, como se puso de manifiesto en las últimas elecciones.

Su espacio político es la izquierda, pero una izquierda templada, demócrata y consecuente con la realidad y con la historia. Hacer lo que pretendió Sánchez durante su breve y torpe mandato era traicionar lo mucho que ha representado el PSOE desde el fin del franquismo.

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