Portugal não é um país pequeno

Cartel de Portugal não é um país pequeno. / Mundiario
Cartel de Portugal não é um país pequeno. / Mundiario
Para no serlo, hoy no precisa superponer los mapas de Mozambique y Angola, sus colonias en África. A pesar de haber sido rescatado, su gestión política está llamando la atención en el mundo.
Portugal não é um país pequeno

El cartel Portugal não é um país pequeno (Portugal no es un país pequeño), de 1934, fue una de las imágenes que marcaron el periodo de la propaganda más ideológica y más combativa del salazarismo.

Hoy, para no ser un país pequeño, el Portugal democrático no precisa superponer los mapas de Mozambique y Angola, sus colonias en África, porque, a pesar de haber sido rescatado, su gestión política está llamando la atención en el mundo. Y para bien, que es lo realmente importante.

“Señor primer ministro, cuente con la colaboración del PSD. Todo lo que nosotros podamos, ayudaremos. Le deseo coraje, nervios de acero y mucha suerte. Porque su suerte es nuestra suerte". Son las palabras del líder de la oposición en Portugal, Rui Rio, en un discurso que parece simplemente sensato ante una crisis sanitaria mundial.

Lo que sorprende no es solo ponerse a su disposición, sino que le desea: coraje, nervios de acero y mucha suerte. "Porque su suerte es nuestra suerte", concluyó Rui Rio.

En España no se conocen palabras así de un jefe de la Oposición, que en realidad son las de un estadista que se las dirige a otro hombre de Estado como Antonio Costa, jefe de Gobierno de Portugal. Es evidente que con ese talante político se puede llegar a acuerdos, y no dar sensación de descrédito de la clase política.

Datos de la Covid-19 el 14 de abril de 2020. / Mundiario

Datos de la Covid-19 el 14 de abril de 2020. / Mundiario

Con una población de 10,2 millones de personas, Portugal registra 16.934 contagios por coronavirus y es el octavo miembro de la UE. En su balance oficial del 6 de abril, la Dirección General de Salud (DGS) anunció 452 nuevas infecciones en las últimas 24 horas y un total de 311 fallecidos. El país lusitano cuenta con más de 1.100 enfermos por millón de habitantes.

Modelo de referencia para la socialdemocracia europea, la fórmula lusa corre, sin embargo, peligro de apagarse con la pandemia. El coronavirus  empuja a Portugal hacia una crisis que, según su banco central, sumirá al país en una fuerte recesión. La economía portuguesa sufrirá una caída de entre el 3,7 y el 5,7% y la tasa de paro, que se sitúa actualmente en los 6 puntos, escalará hasta el 10%. El ministro de Economía, Pedro Siza Vieira, ha avisado de que alrededor de un millón de trabajadores resultarán afectados por expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE).

En la última década, Portugal aplicó un rígido plan de austeridad, devolvió los 78.000 millones del préstamo del rescate, creó empleo y creció. Cinco años después del rescate financiero de 2014  el país sur europeo lograba un superávit del 0,25%. Pero todo ello puede hundirse al tiempo que reviven los fantasmas de la Gran Recesión de 2008. 

El primer ministro lusitano, Antonio Costa, ya ha pedido a los portugueses “no bajar la guardia” y ha avisado de que, aunque saldrán de la pandemia con la autoestima colectiva “reforzada”, también lo harán mas pobres y mas frágiles  desde el punto de vista económico”. “Es el mayor desafío de nuestra historia democrática, manifestó el presidente del país vecino.

Cuesta entender el bajo coeficiente de curados sobre diagnosticados pero  parece que sus datos muestran una clase política muy diferente. En España no hay coraje, es decir, no hay la valentía que puede desarrollar una persona para superar ciertos impedimentos, sin miedo al fracaso, realizando gestos de valor, tanto  por los temas como por uno mismo. El coraje moral permite actuar correctamente  a pesar de recibir por ello descrédito, vergüenza, deshonor o represiones sociales.

¿Y España...?

El Gobierno español tiene que cuantificar los daños, para separar los acontecidos por ineficiente gestión de los sucedidos por sí mismos, ajenos a la gestión y la Oposición no  puede poner trancas a las ruedas que impidan cuanto antes conocer ese inventario. Para acordar, hay que saber sobre qué. Procede pues determinar al menos los daños ocasionados para analizar si es debido a la gestión o los fallos del sistema.

Ahora estamos ante el hecho evidente de que una fragmentación parlamentaria dio lugar a un elevado número de carteras ministeriales que a su vez crearon más burocracia. Nos encontramos también ante un sistema político, el autonómico, muy descentralizado, con un enjambre de diversos partidos políticos, algunos de los cuales ni siquiera creen en España. Así, con estos mimbres, no se puede trabajar ordenadamente y de manera disciplinada. La conclusión probable acaba en la ineficiencia. Pero confiemos en que llegue el sentido común, con conocimientos y creencias compartidas por la comunidad, siendo prudentes y lógicos. Se trata de la capacidad natural de juzgar los acontecimientos y eventos de forma razonable. @mundiario

Comentarios