Sería un gran avance que respetásemos las opiniones y creencias ajenas

Portada de Charlie Hebdo.
Portada de Charlie Hebdo.

La ironía y el sarcasmo son un arma revolucionaria plausible, pero deben tener un límite cuando hieren sentimientos profundos de otras personas o culturas por muy irracionales que los consideremos.

Sería un gran avance que respetásemos las opiniones y creencias ajenas

La ironía y el sarcasmo son un arma revolucionaria plausible, pero deben tener un límite cuando hieren sentimientos profundos de otras personas o culturas por muy irracionales que los consideremos.

En la mayoría de países desarrollados, y en casi todos los europeos,  hay un sentimiento generalizado y honesto en contra del terrorismo, de la muerte indiscriminada de inocentes, y hasta en contra de la venganza y la pena de muerte. Esto es loable y por eso nos duele que algunos que dicen sentirse ofendidos por las viñetas de Charlie Hebdo sobre Mahoma, hayan aplicado una pretendida justicia y asesinasen a los trabajadores de la revista, y no contentos con eso, asesinasen a judíos solo por el hecho de serlo. Más que dolor es rabia frente a esta amenaza de una minoría que trata de asustarnos y coartar nuestra libertad de expresión. No hay diferencia entre los que asesinaban judios en la Alemania nazi y los que lo hacen ahora, como tampoco la hay cuando los judios asesinan a inocentes palestinos, pero nada de esto hace bueno el mal uso de la libertad de expresión.

Desde nuestra mentalidad de católicos y cristianos no practicantes, ateos y agnósticos que dejamos vacías las iglesias donde solo permanecen personas casi todas muy mayores, es difícil entender que tiene de malo un chiste que ofende al profeta Mahoma, o la portada actual perdonando a los terroristas e identificándose con las víctimas de la revista mientras se le caen las lágrimas de tanta barbarie, pero habría que preguntarle a los 1.500 millones de musulmanes que llenan las mezquitas, que piensan de ello. La inmensa mayoría está en contra del islamismo radical del que son las primeras víctimas perdiendo muchas vidas a diario solo por ser moderados o de otra rama religiosa, y por eso critican sinceramente estos crímenes que ellos padecen y que da fuertes ramalazos en Occidente.

Contrata el sincero dolor por los atentados salvajes con 17 víctimas con la frialdad con que asumimos 100 o 200 muertos de musulmanes moderados, a los que por cierto habría que dejar de llamar moderados para nombrarlos musulmanes a secas, mientras que a los radicales si habría que buscarles un calificativo que los distinga. Pero no es la falta de empatía, ni siquiera la pasividad con la que estamos tomando la amenaza del ISS el objeto de lo que ahora hablamos, sino la de que "Je suis Charlie" cuando se le trata como se ha hecho, con amenazas y muertes, nos agrupa a todos, pero que eso no significa que todos estemos de acuerdo en el contenido de esa publicación.

Quizás alguien joven no lo comprenda, aunque solo hay que imaginar que estamos en una aldea o país donde el desarrollo lleve cincuenta años de retraso, digamos sobre los años sesenta del siglo pasado en España, cuando la gente era religiosa y llenaba las iglesias todos los domingos y medio las llenaba a diario ¿qué pasaría si alguna publicación saca una portada con Jesucristo para hacer chiste, mofa o ironía? No hace falta que eso fuese recibido así en Noruega o Suecia, por ejemplo, sino en España. La publicación sería secuestrada y sus autores sancionados, probablemente hasta con cárcel o inhabilitación. Ejemplos hay en tiempos más cercanos donde películas o revistas que no trataban con respeto o dudaban de "las revelaciones bíblicas" fueron atacadas en sus sedes.

No hay ninguna necesidad de faltar al respeto de los sentimientos que guardan los creyentes en Jesús, Mahoma, Buda, o cualquier otra figura religiosa en la que creen millones y millones de personas, muchas de ellas humildes, que tienen depositada su esperanza de mejora en la otra vida. No está justificado ni aunque pensemos que la religión es mala, el opio del pueblo, pero no se la podemos quitar a aquellos que no tienen mucho más, a los que no tenemos forma de suplir el vacío que la falta de fe les produciría.

Sería un gran avance que respetásemos las opiniones y creencias ajenas siempre que no nos las quieran imponer por la fuerza. No son las creencias, sino la imposición de las mismas, como hace la Yihad islamica o durante siglos hizo la iglesia católica, es repudiable.

Comentarios