Por qué no soy danielista (I)

De fondo la antigua catedral de Managua y una plaza llena de nicaragüenses celebrando el Triunfo de la Revolución Sandinista en 1979. / Archivo
De fondo la antigua catedral de Managua y una plaza llena de nicaragüenses celebrando el Triunfo de la Revolución Sandinista en 1979. / Archivo

Soy uno más de los nicaragüenses pertenecientes a esa generación que hace cuatro-cinco décadas se incorporaron a la lucha que el Frente Sandinista de Liberación Nacional le proponía a la nación para derrocar a la dictadura somocista.

Por qué no soy danielista (I)

A la hora del receso de una reunión sostenida con los centros académicos de la Universidad Popular de Nicaragua (UPONIC) en Managua, referida a la situación financiera de la institución, le pedí autorización al Vicerrector General de esta institución Ing. Hulasko Meza Soza para poder publicar uno de sus últimos escritos el cual considero de mucho peso e importancia porque representa de alguna manera parte del pensamiento de toda una generación que ofrendó su vida y sacrificio en aras de los ideales revolucionarios de liberación contra la dictadura de los Somoza y por la construcción de una sociedad más justa e equitativa y cuya voz desde el estallido social de abril del 2018 ha retomado una gran relevancia en la actual crisis por la que atraviesa Nicaragua.

Soy uno más de los nicaragüenses pertenecientes a esa generación que hace cuatro-cinco décadas se incorporaron a la lucha que el Frente Sandinista de Liberación Nacional le proponía a la nación para derrocar a la dictadura somocista. Y que apostamos por la posibilidad de construir una patria nicaragüense que fuera mejor para todos una vez que el tirano fuera derrocado. - Así inicia su disertación el Vicerrector General de la UPONIC (Universidad Popular de Nicaragua) Ing. Hulasko Meza Soza y luego agrega diciéndonos:

Entre nosotros, los sandinistas de hace cuarenta o más años, se mantenía latente, incubada, una polémica que, hasta antes del 19 de Abril, surgía eventualmente más bien como una diferencia de opinión. Y que siempre ha girado en torno al gobierno de Daniel Ortega desde que regresó a la presidencia en 2006 y a las razones para apoyarlo o para rechazarlo. No está demás resaltar que la misma se ha agudizado a partir de los acontecimientos posteriores a esa fecha de abril y que ya ha hecho saltar en pedazos más de una amistad que se suponía entrañable y fraterna, inamovible e incondicional. Hemos pasado de diferencias de criterios y opiniones a tener, en muchos casos, posiciones totalmente confrontadas y en abierta oposición y pugna. Una parte de los integrantes de ese grupo generacional han considerado que el regreso de Daniel Ortega a la presidencia de la república le ha dado la oportunidad al sandinismo, pero más concretamente al FSLN, de retomar las tareas que no pudieron ser continuadas ni concluidas a partir del momento en que se perdieron las elecciones de febrero de 1990. Y que por ello se le debe defender y apoyar pues representa la continuidad de aquella revolución por la que nosotros y los que entregaron su vida en el camino revolucionario, habíamos luchado.

Otra parte, entre los cuales me incluyo, consideramos que no es así. Y que las posibilidades de retomar el camino de transformaciones sociales de tipo revolucionario que se traía en los años 80´s, se perdieron en el período posterior a la derrota electoral que sufrió el FSLN en Febrero de 1990. Sobre las razones, no voy a profundizar. Muchas y variadas son las que se exponen y se consideran válidas entre los que creemos lo anterior; pero todas ellas tienen como común denominador las transformaciones (o deformaciones?) que el FSLN sufrió en ese periodo y las acciones, compromisos y demás que Daniel Ortega realizó para regresar al gobierno: la permisividad y desentendimiento ante las políticas económicas de los gobiernos neoliberales, las alianzas anti populares que hizo con grupos económicos hegemónicos, los acuerdos o pactos con partidos también hegemónicos, la patrimonialización familiar del partido FSLN y sus órganos, la exclusión y abandono de la vieja militancia como requisito y condición para “renovar y cambiarle el rostro” al Frente y, de paso, también tener un mayor control sobre las estructuras partidarias, etc., etc. Del lado de los que apoyan la propuesta de nación de Daniel y la Rosario, las razones casi siempre giran en torno a que es preferible este gobierno a otro cualquiera de derecha. Y ofrecen como argumento y prueba los datos en torno al crecimiento económico, el empleo, la infraestructura social y productiva, el desarrollo de los servicios públicos, etc., En ese esfuerzo comparativo se olvidan que los resultados de ese tipo, aún si benefician en cierta medida a sectores sociales tradicionalmente excluidos, no son prueba fehaciente de que estemos en presencia de un proceso de transformaciones revolucionarias, mucho menos de estar en presencia de un Gobierno que se pueda tener como tal. Basta una mirada a los gobiernos “democrático burgueses” del norte de Europa para confirmarlo.

En este punto, también es apropiado remitir a los que piensan de esa manera a las cifras macro económicas que tenía la dictadura somocista en su mejor época (que fue precisamente en los años 72-77) y agregar que  Nicaragua aún no ha podido alcanzar las cifras que tuvo el somocismo en esos años. También se puede señalar el desempeño y resultados macro económicos que tuvo la dictadura de Pinochet en Chile. Solo para citar dos ejemplos cercanos en tiempo y espacio. Por otro lado, hablando de las cifras, si éstas fueran totalmente ciertas, lo único que probarían es que el presidente y su gobierno están haciendo el trabajo por el cual el pueblo nicaragüense les paga. Es decir, se supone que los gobiernos, todos sus funcionarios, desde el Presidente hasta el último y más pequeño empleado público, tienen la obligación de trabajar por el bien del país y cumplir de la mejor y más eficiente manera las funciones definidas para el puesto que ocupan. ¡Eso es todo! Por tanto, para mí es irrelevante y necio el tratar de establecer esa comparación entre este gobierno con los “neoliberales y de derecha” que lo precedieron. Por último, creo que el recurrir a “las cifras” de desempeño y resultados de gobierno lo único que hace es desviar la atención del problema central de Daniel y su partido en el ejercicio del poder y del gobierno.

Por tanto, sobre ellas no me interesa agregar más de lo que ya se dice. Sin embargo, reconociendo para mí y para cualquier otro el derecho inalienable a expresar libremente las ideas y el pensamiento, prefiero enfocarme en lo que creo es la principal responsabilidad de Daniel en torno a los orígenes y antecedentes de la actual situación de protesta y crisis social que atraviesa nuestro país y que constituye lo que yo llamo mis razones del porqué afirmo que Daniel Ortega ha pasado de comandante de la Revolución a un político cuyas acciones han asesinado a una nación; las cuales de paso también explican porqué no soy danielista y el porqué no acepto la afirmación de que el no serlo, constituya una forma de ser anti sandinista. 

– Hasta aquí el Ingeniero Meza Soza nos deja por sentado su actual posición con respecto a los principales motivos o razones fehacientes por los cuales  no es partidario del Orteguismo o de lo que él llama Danielismo o del porqué él no es danielista… @mundiario

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