Políticos sin caricatura

Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría. / Mundiario
Los dos candidatos a dirigir el PP, Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría. / Mundiario

Dijo el otro día Peridis –y creo que con razón– que, al contrario que Aznar o Rajoy, Pablo Casado no tiene posible caricatura, que sí la tiene en cambio Soraya Sáenz de Santamaría.

Políticos sin caricatura

Están de moda los políticos del sincretismo físico y mental, que pareciera alcanzar al fondo y a la forma. Aparencialmente clonados, resulta difícil distinguir, por ejemplo, a Rivera de Casado: sonrisa abierta aunque forzada, rostro bien rasurado, perfectamente al día, moderno “a lo Macron” y armónico como un minueto intrascendente.

Dijo el otro día Peridis –y creo que con razón– que, al contrario que Aznar o Rajoy, Pablo Casado no tiene posible caricatura, que sí la tiene en cambio Soraya Sáenz de Santamaría.

Sería interesante que algún experto profundizase en la importancia electoral del dato de ser refractario a la caricatura y qué anida detrás de las expresiones o falta de expresión. Castelao escribió que la caricatura no consiste en exagerar los rasgos, sino en “hacer selección de los esencialmente expresivos”, porque “no la anatomía, sino la fisiología del individuo es lo que se retrata, y lo inmóvil, como no expresa cosa alguna, ahorra líneas”.

Aquí ha de radicar, por tanto,  la dificultad encontrada por Peridis. Las ideas y los  pensamientos proceden del corazón, de la peculiar y distinta fisiología e idiosincrasia que el rostro expresa, esa “alma… compañera invitada del cuerpo” (“animula vagula…”) de que habló en Emperador Adriano.

Creo, por ello, que la misma dificultad del dibujante entorpecería a un literato, Marcial por ejemplo, en el trance de  escribir un epigrama. @mundiario

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