Hay políticos con sensibilidades distintas según quien sea la víctima

¿Luz al final del túnel? / Pixabay
¿Luz al final del túnel? / Pixabay
Antídotos del odio son el respeto y la tolerancia que deben ser la divisa de todo demócrata. De todos, sin excepción.
Hay políticos con sensibilidades distintas según quien sea la víctima

Traigo a este comentario tres hechos que fueron noticia en julio y agosto, el último muy reciente, es del sábado pasado. El primero ocurrió en Málaga y fue protagonizado por un majadero que tuvo la ocurrencia de gravar y difundir en las redes sociales un vídeo en el que dispara contra fotografías de Sánchez, Iglesias y de otros miembros del Gobierno. El hecho mereció la repulsa y condena de los partidos políticos, también del ultraderechista Vox, porque ningún demócrata puede permanecer indiferente ante esta muestra intolerable de odio. El autor fue identificado y resultó ser un ex militar que ejercía de taxista en esa ciudad.

El segundo sucedió en agosto y tiene como protagonista a la familia Iglesias-Montero que suspendieron sus vacaciones en Asturias al sentirse acosados por la “extrema derecha”, según su versión, aunque no hubo denuncia y su escolta no informó de amenazas ni levantó el atestado pertinente que permita investigar los hechos. Tampoco denunciaron los afectados. El presidente del Gobierno y otros políticos condenaron el acoso y mostraron su solidaridad con los afectados. La mayoría de los ciudadanos también reprobaron el hostigamiento “venga de donde venga”, igual que condenan los escraches que promovía Iglesias como “jarabe democrático”. Antídotos del odio son el respeto y la tolerancia que deben ser la divisa de todo demócrata. De todos, sin excepción.

El tercer hecho se produjo el sábado pasado en Alsasua (Navarra) que se convirtió en un aquelarre contra la Guardia Civil. Un millar de jóvenes, adolescentes y niños celebraron el Ospa Eguna (El día del adiós) y con total impunidad llamaron “asesinos” a los miembros de la Benemérita y a la policía, simularon la práctica de torturas y exigieron a las Fuerzas de Seguridad del Estado “que entreguen las armas y se disuelvan”. El cartel de la fiesta tenía el eslogan “Tú eres el virus” que comparaba a los guardias civiles con el covid-19, un ejemplo más de desprecio y odio, no solo a la Benemérita, también a los miles de muertos y enfermos afectados por el coronavirus. Por cierto, la Audiencia Nacional, siguiendo el criterio de la Fiscalía, rechazó la petición de la Unión de Oficiales de la Guardia Civil de prohibir la fiesta para evitar una nueva vejación al cuerpo.

Este hecho, tan repugnante como los anteriores, que se produce de forma recurrente en Alsasua y otras localidades de Navarra, no fue condenado por ningún político –solo Casado instó al Gobierno a impedir la celebración del acto–, y las muestras de solidaridad y apoyo a la Guardia Civil brillaron por su ausencia. Son las distintas sensibilidades de los políticos que miran con ojos diferentes según quien sea la víctima. @mundiario

Comentarios