Alberto Núñez Feijóo se queda en Galicia, de momento

Dicen que cuando te encuentras a un gallego en una escalera, no sabes si está subiendo o bajando. Nunca he estado muy de acuerdo con esa afirmación, al menos en lo que a la política se refiere. Galicia ha sido cuna de muchos políticos de gran personalidad como Manuel Fraga, pero también de algunos más ambiguos como Mariano Rajoy.

Durante varias semanas Alberto Núñez Feijóo estuvo meditando "en el descansillo de la escalera", bajo la atenta mirada de alguno de los cuadros que cuelgan de las paredes de San Caetano. Finalmente ha decidido volver a presentarse como candidato a la Xunta de Galicia en las próximas elecciones, pero en su punto de mira sigue estando Madrid. 

Las próximas elecciones autonómicas en Galicia serán las más difíciles para el Partido Popular en muchos años. Ardua tarea la de renovar la mayoría absoluta en el único bastión de poder autonómico que le queda al PP en toda España. Entonces, ¿por qué ha tomado esta decisión? Es probable que haya sido una mezcla de responsabilidad personal con el partido y con Galicia, y de lealtad para con Mariano Rajoy. Dejar ahora mismo el partido descabezado en Galicia hubiese sido una catástrofe y una irresponsabilidad, además de un pésimo epílogo para una carrera política notable. No había margen de maniobra, ni ningún candidato en el PP de Galicia con el peso suficiente para afrontar la durísima batalla electoral que se avecina a la vuelta de verano.

Pero en cualquier caso, sus opciones siguen intactas. Da igual que Rajoy sea o no el nuevo presidente del Gobierno. La segunda fila del PP la forman políticos con escasa o nula experiencia de gobierno (Maroto, Levy, Casado). Quizá la única cara visible que puede hacerle sombra es la de Cristina Cifuentes.

Empero, todo depende de las autonómicas. Si Feijóo gana en Galicia, tendrá una legitimidad dentro del partido de la que carecen todos los demás posibles candidatos, a excepción de la mencionada Cifuentes, para postularse a la Moncloa. Tendrá el camino despejado con el mayor respaldo del que puede gozar un político: el de las urnas. Si pierde en las autonómicas, es más que probable que no haya una segunda oportunidad. Todo o nada. 

Después de dos mayorías absolutas consecutivas, Feijóo afronta la que puede ser su batalla definitiva: revalidar la mayoría absoluta en Galicia. Madrid no toca, de momento.