Piezas que faltan del 23-F: la trama civil no fue investigada, ni la financiación del golpe

Pacto-soterrado-de-PP-y-PSOE-para-no-desclasificar-documentos-secretos-del-23-F-hasta-2031 [640x480]
Militares implicados.

La depuración de las responsabilidades e implicados (algunos fueron apareciendo más tarde), en el intento de golpe de Estado de 1981, se llevó a cabo de manera discreta e incompleta, sin llegar deliberadamente al fondo del asunto.

Piezas que faltan del 23-F: la trama civil no fue investigada, ni la financiación del golpe

Tras el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, el general Juste, jefe de la División Acorazada “Brunete”, pieza esencial en aquel suceso, preguntado por los hechos de aquella tarde y noche, y su actitud, tras hablar con la Zarzuela, dijo sin inmutarse que si, en lugar de replegarse, el Rey le hubiera ordenado seguir adelante y apoyar el golpe, no hubiera tenido el menor escrúpulo constitucional.

Es inevitable referirse a este asunto, ante las evidencias de que en que la forma en que fue substanciado dejó abundantes dudas sobre el alcance, implicación y consecuencias del mismo. El propio Carrillo haría una revelación menos conocida cuenta en sus "Memorias" que tras el intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981, en el atardecer del día 24, cuando el Rey se reunió con los líderes políticos, hubo un acuerdo tácito para procesar solamente a un grupo limitado de mandos con la responsabilidad más aparente. Dice el dirigente comunista:

"Al anochecer [del 24 F], tras haber descansado un poco, el rey convocó en la Zarzuela a los líderes políticos. Acudimos Rodríguez Sahagún, Fraga, Felipe González y yo. Cuando llegamos estaba también Adolfo Suárez, presidente saliente que se había portado gallardamente esa noche. Una vez reunidos el rey nos leyó una declaración en la que, en definitiva, se nos exhortaba a hacer una política que superara hechos como los acaecidos, pues si se repetían no era probable que a él le dejaran las manos libres para sofocarlos. Se nos decía además que era preciso exigir responsabilidades a los jefes comprometidos, con energía, pero sugiriendo que la represión no alcanzase a demasiada gente pues podría provocar un problema mayor: aunque no fueran éstas exactamente las palabras pronunciadas, ése, inequívocamente, era su sentido."

La depuración de las responsabilidades e implicados (algunos fueron apareciendo más tarde), en el intento de golpe de Estado de 1981, se llevó a cabo de manera discreta e incompleta, sin llegar deliberadamente al fondo del asunto. Realmente, desde la perspectiva de nuestros días no cabe otra interpretación de las palabras del Rey a los dirigentes de los partidos democráticos:….”era preciso exigir responsabilidades a los jefes comprometidos, con energía, pero sugiriendo que la represión no alcanzase a demasiada gente pues podría provocar un problema mayor”.

armada-general--644x362 [640x480]
Alfonso Armada condenado a 30 años, sólo cumplió 6.

 

La trama civil no fue investigada, ni la financiación del golpe, ni se tomaron medidas contra otros significados golpistas que, por decisión propia, manifestaron estar implicados en el golpe años después. Y no olvidemos que el Gobierno del PSOE redujo la pena de 30 años a la que fue condenado Armada a sólo 6 de cumplimiento efectivo.

Con respecto a la posición del rey con los golpistas del 23 F de 1981, el 5 de febrero de 2012, el diario “El País” recogía una información, publicada en Alemania por el semanario “Der Spiegel”,  según la cual Carlos expresó “comprensión, si es que no incluso simpatía” por los sublevados". El origen de tan sorprendente afirmación se situaba en un despacho del entonces embajador de Alemania en Madrid, Lothar Lahn, quien llegó informar a su Gobierno de las palabras “casi de disculpa” que el Rey dedicó a los militares sublevados contra el Gobierno de Adolfo Suárez. En una reunión privada entre el embajador y el Jefe del Estado que tuvo lugar en el Palacio de la Zarzuela el 26 de marzo, Juan Carlos explicó a Lahn que los militares conjurados “solo querían lo mismo a lo que todos aspiramos: el restablecimiento del orden, la disciplina, la seguridad y la calma”.

La Casa del Rey, tras mostrarse extrañada por el mensaje del embajador alemán recordó que "el papel del Rey para toda la sociedad española en defensa de la Constitución y de la democracia está claro".

La versión de Armada

En el primer epílogo de su libro exculpatorio “Al Servicio de la Corona”, el exgeneral Alfonso Armada  dice:

"Escribo estas líneas en la mañana del 4 de marzo de 1981. Hace una semana que he sido arrestado por el teniente general Gabeiras, y en el escrito en que me comunica el arresto no se indican las causas.

Pero he leído la prensa. ¡Cuántas suposiciones! ¡Cuánta falsedad! ¡Cuánta calumnia! Tal como se están presentando los hechos, lo probable es que me procesen por mi intervención en los sucesos del 23 Y 24 de febrero. La verdad es que estuve toda la noche tratando de sofocar la revuelta y no hice nada sin conocimiento y autorización superior.

Me llena de indignación que piensen que he sido desleal al rey. ¡Desleal yo al rey! Nada más incierto. En mi última visita el 13 del mes pasado, en La Zarzuela, ya le dije que había descontento en el Ejército. No pude hablar del golpe del teniente coronel Tejero porque no sabía nada de él. Conté a su majestad todo cuanto yo sabía. Lo mismo hice con el teniente general Gutiérrez Mellado. Nunca he ocultado nada a mis superiores."

En el epílogo definitivo, el 25 de octubre de 1983, Armada se refiere a una conversación con el Rey el 13 de febrero de 1981, que según dice, no fue autorizado a emplear en su defensa, pese a pedirlo por carta manuscrita. Este hecho ha sido repetidamente ignorado lo que dio lugar a diversas interpretaciones.

La versión de Pardo Zancada

Otro de los protagonistas del 23-F, el ex comandante Pardo Zancada, que tras estudiar Ciencias de la Información se doctoró en la materia en la Universidad Complutense de Madrid, en un documentado libro, titulado “23-F, la pieza que falta”, aparte de un relato minucioso, desde dentro de aquel acontecimiento, deja en el aire algunas preguntas dudosas, en el epílogo y las conclusiones de su obra. El ex oficial ni se arrepiente ni se disculpa, sino que, desde su posición política, asume los hechos; pero dice algunas cosas interesantes. Por ejemplo, su recuento de la postura de los capitanes generales de las regiones militares en que entonces estaba dividida España concluye que entre partidarios del golpe y tibios, si el Rey hubiera ordenado seguir adelante, la rebelión hubiera triunfado. Pero al mismo tiempo vuelve a sembrar la duda sobre el propio papel del  monarca:

“Los monarcas no organizan nada, ni se espera de ellos que lo hagan. Tienen quien trabaje para ellos, con o sin su dirección o impulso. El general Armada ofreció una solución para ese cambio. El secreto de si la iniciativa fue del Rey o suya sólo lo tienen ambos, y en ese punto por más que sea un desiderátum general, no hay quien entre. Ahora bien: el nombre del Rey se utilizó. Lo invocó Armada, que quería darle una salida a la situación por la vía de sustituir al que consideraba culpable de casi todo: a su rival, a Suárez. No sería honesto, no obstante, si después de todo lo leído y escrito sobre el tema no expusiese aquí, abierta y sinceramente, mi punto de vista personal sobre el origen de los hechos. Aunque pueda ser irrelevante, considero obligado expresar mi firme convicción moral de que fuera o no S. M. quien inclinó a Armada a actuar, el origen de todo estuvo en un contacto entre ambos, y que S. M. supo algo de lo que el general proyectaba. Que no conociese los detalles no quiere decir nada. Tampoco le hacía falta. Después, como a tantos otros de dentro y fuera de la Zarzuela, los tiros de Tejero en el Congreso y las imágenes de la ocupación debieron de helarle la sangre en las venas. Y entonces el centro de gravedad de su posición se desplazó hacia el otro polo de influencia: El general secretario Sabino Fernández Campo, que fue quien a partir de ese momento manejó la crisis con gran habilidad en la dosificación de las decisiones a adoptar y de su ritmo”.

Sabemos, y ahí está el testimonio de Carrillo, sobre la petición del Rey de prudencia, de que en el asunto del 23-F no se llegó al fondo, ¿pero hasta qué fondo? Algunas preguntas siguen esperando respuesta.

Comentarios