Pese al embargo, EE UU envía a Cuba alimentos y medicinas, y España es su primer inversor

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El pequeño comercio privado resurge en Cuba.

Tras fracasar la llamada Zafra de los 10 millones hasta hoy, los cubanos sobreviven, sin que las reformas del presidente Raúl Castro hayan enderezado la economía, si bien ya han surgido medio millón de emprendedores. Al menos una parte de Cuba llora a Fidel.

Pese al embargo, EE UU envía a Cuba alimentos y medicinas, y España es su primer inversor

Es un tema contradictorio y delicado. Los norteamericanos han sostenido siempre que el embargo (que no bloqueo, el resto del mundo siguió comerciando con la isla) no tenía tanto como objetivo desalojar a Fidel Castro del Poder, como la respuesta ante la confiscación de sus empresas sin indemnización. Cuesta creerlo. El embargo ha sido un instrumento de doble filo, se mire como se mire. Todavía en los peores momentos, se podían hallar en la isla productos de origen USA, que en gran medida llegaban a través de Canadá y otros países. A partir del 2001, empezaros los envíos regulares de cereal por barco.

Lo cierto es que, aunque las cifras varían, pese el embargo, Cuba recibido de Estados Unidos alimentos y medicinas. Hace ahora diez años, los agricultores norteamericanos exportaban a la isla por valor de 340,4 millones de dólares. Y Cuba figuraba en el puesto 34 de los 227 países a los que vende la huerta norteamericana, aunque cueste creerlo, si bien es cierto que esa cifra nunca ha sido constante. En algún momento de especial bonanza esa cifra fue superada. En el año 2000 una ley del Congreso permitió el desbloqueo parcial del embargo, pero sólo para algunos productos.  Pero nos dejemos confundir, los envíos de alimentos de origen USA a Cuba apenas representaron en el mejor momento el tres por ciento de sus exportaciones. Según despacho de la Agencia Reuters, trigo, pollo, maíz, arroz y soja ocuparon más del 70 por ciento de las ventas de Estados Unidos a Cuba en el 2006, aquel simbólico año.

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Cuba quiere desarrollar el sector hotelero.

Lo cierto es que este comercio singular no tiene una trayectoria nada constante. Las entradas de productos del campo y la cabaña norteamericana han sido cifras irregulares, según el U.S.-Cuba Trade and Economic Council.  En 2014, los agricultores norteamericanos enviaron a Cuba productos por valor de 291,2 millones de dólares. Sin embargo, las ventas de medicinas y otros productos médicos a Estados Unidos se mantienen de modo constante, 3,6 millones de dólares en 2015. Ni tampoco deja de ser curioso que Cuba compre a Estados Unidos whisky y el tequila.

Los fracasos económicos de Fidel

Lo mismo que le ocurre a Venezuela, Cuba tiene que importar muchos productos que podría producir. Algunas de las ocurrencias de Fidel Castro provocaron graves crisis en la cabaña ganadera, cuando se intentó cruzar vacas de carne y lecheras. Fue un desastre. Por no referirse al fracaso de la famosa zafra de los 10 millones, en la que el propio Fidel se fue a cortar caña. Pero al haber concentrado todos los esfuerzos en una sola parte de la economía los demás se resintieron. Todos reconocen que frente a los inventos de Fidel, desde el primer momento, su hermano Raúl tuvo un sentido más próximo a la realidad.

Fidel en 1970.

Fidel en 1970.

Eduardo Galeano estaba presente cuando, ante la multitud, aquel 26 de julio de 1970, en la plaza de la Revolución, Castro reconoció su fracaso y echó la culpa a “los vicios de la desorganización, las desviaciones burocráticas, las equivocaciones cometidas. Reconoció su propia inexperiencia, que lo había hecho actuar a veces con poco realismo”. Sin duda. Y tras reconocer que el enemigo acertaba al afirmar que Cuba tenía dificultades cuenta Galeano: “Y entonces afirmó que el pasado no iba a volver. Con voz de trueno afirmó que nunca Cuba regresaría al infierno de la plantación colonial y la humillación imperial, y la multitud le respondió con un alarido que hizo temblar la tierra. Aquella noche los teletipos se enloquecieron anunciando la caída de Fidel Castro. Entrenados para la mentira, ciertos periodistas no pudieron entender el coraje de la verdad”.

Las expropiaciones

Desde el inicio mismo del triunfo de la Revolución castrista, el gobierno comenzó la confiscación de todo tipo de empresas, desde los grande ingenios azucaremos a la pequeña empresa familiar más humilde, como los quioscos de refrescos y helados. El 13 de octubre de 1960 eran expropiadas 644 empresas esenciales unas más que otras, pero de todo tipo. Aunque esa política fue constante, el 13 de marzo de 1968 se llevó a cabo el proceso final. Pero esta vez ya no eran las grandes corporaciones, muchas de ellas norteamericanas, pero otras de cubanos y españoles. En esta fase se produjo la incautación de la pequeña y mediana empresa en número de 60.000, incluidas tabernas, zapaterías, empresas de servicios diversos, pequeños talleres y hasta peluquerías.

Pese fueron muchos más los pequeños y medianos propietarios españoles que resultaron perjudicados, la política del general Franco de no sumarse al embargo, permitió que llegaran a Cuba todo tipo de exportaciones, en particular a partir del inicio de los años setenta. Los cálculos, en millones de dólares de cuanto perdieron miles de españoles que habían construido su vida en Cuba, como el propio padre de Fidel Castro, son meramente estimativos. Ni se sabe.

La Gaceta Oficial de la República de Cuba, en su edición extraordinaria (La Habana, Jueves 13 de Octubre de 1960, Año LVIII - Tomo Quincenal Número XIX), publicaba el acuerdo de Consejo de Ministros (era Oswaldo Dórticos presidente de la República), con una extensa relación de las empresas de capital privado, en gran medida norteamericanas, de las que se expropiaba el Estado, y para justificar esta medida, la entonces joven revolución afirmaba, entre otras razones:

La obra creadora de la Revolución, en sus múltiples aspectos, está basada fundamentalmente en el pleno desarrollo de la Nación. Es evidente que ese desarrollo no puede lograrse sino mediante la planificación adecuada de la economía, el aumento y racionalización progresiva de la producción y el control nacional de las industrias básicas del país. Muchas de las grandes empresas privadas del país lejos de asumir una conducta consistente con los objetivos y metas de la transformación revolucionaria de la economía nacional, han seguido una política contraria a los intereses de la Revolución y del desarrollo económico, cuyos signos más evidentes y notorios han sido el sabotaje a la producción; la extracción del numerario sin reinversiones adecuadas; la utilización exagerada de los medios de financiamiento sin empleo del propio capital operativo con la ostensible finalidad de acumular efectivo y de invertirlo en el extranjero previa obtención clandestina de divisas, y el abandono frecuente de la dirección directa de las fabricas lo que, en muchas ocasiones, ha obligado la intervención por el Ministerio del Trabajo en evitación preventiva de la crisis laboral que el cierre o la disminución de la producción puedan crear”.

Y alegando que el interés del pueblo cubano lo exigía se dispuso “la nacionalización mediante la expropiación forzosa de todas las empresas industriales y comerciales, así como las fábricas, almacenes, depósitos y demás bienes y derechos integrantes de las mismas, propiedad de las siguientes personas naturales o jurídicas”.

Las empresas y bienes incautados se calificaron en varios grupos, según el caos: Ingenios Azucareros (105), Destilerías (19), Otras bebidas alcohólicas (6, entre ellas la de Bacardí), Jabones y Perfumes (3), Derivados Lácteos (5), Fábricas de chocolate (2), Molinos de harina (1), Fábricas de envases (7) , Fábrica de Pinturas (4), Productos químicos (3), Metalúrgica básica (6),  Papelerías (7), Lámparas (1),  Textiles y Confecciones (61),  Molinos de Arroz 16), Productos Alimenticios (7), Aceites y Grasas (2), Almacenes de Víveres (47). Tostaderos de Café (11), Droguerías (3), Tiendas por Departamento (13), Empresas de Ferrocarriles (8) Circuitos Cinematográficos y Cines (11) Construcción (19), Marítimo (13).

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Castro anuncia la gran zafra

 

Las reformas de Raúl Castro y la economía

Raúl Castro, desde que tomó el relevo de su mano permitió que tenuamente pudiera rebrotar un discreto nivel de iniciativa privada, permitiendo de modo oficial lo que ya se toleraba (sobre todo en cuanto a la venta directa de sus escasos excedentes por los cultivadores), especialmente las patatas (que los cultivadores no pueden sembrar libremente, sino conforme a las instrucciones del Gobierno). Pero eso no dio grandes resultados. Se entregaron tierras a los campesinos, pero desde la Habana se les indica qué pueden sembrar en casos como el citado.  Pero los cubanos sobreviven como pueden porque determinados productos básicos siguen sin cubrir la demanda. Y funciona, como es normal, el mercado negro, cuando no la propia corrupción que con frecuencia lo alimenta.

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Castro en la zafra de los 10 millones.

De todos modos, las cosas han cambiado, aunque poco: Se permite una Zona Especial de Desarrollo de Mariel y se han otorgado permisos a empresas norteamericanas y de otros países para desarrollar actividades económicas. En la isla operan dos centenares de empresas españolas de diverso tamaño, generalmente en el sector servicios y turismo (y que hasta septiembre pasado había invertido en la isla 663 millones). Cuba tiene interés en desarrollar empresas mixtas con los grandes operadores para la gestión de hoteles, donde ya operan las principales empresas del sector y los bancos. Iberia ya vuela regularmente a La Habana. Conviene tener presente que España es el primer inversor de Cuba (45 por ciento del total), muy alejando del segundo, Canadá (10 por ciento).

Y está pendiente una delicada cuestión de la que nadie habla: ¿Qué pasa con las indemnizaciones de los bienes que fueron expropiados por la Revolución?

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