Pese a denuncias de abuso sexual, el nominado de Donald Trump va a la Corte Suprema

Brett Kavanaugh, juez nominado al Supremo por Trump. / Business Insider.
Brett Kavanaugh, juez nominado al Supremo por Trump. / Business Insider.

Con la entrada del juez Brett Kavanaugh –confirmado en el Senado en una reñida votación de 50 a 48–, el alto tribunal queda escorado hacia las posiciones de derecha.

Pese a denuncias de abuso sexual, el nominado de Donald Trump va a la Corte Suprema

Indignación es la palabra que usa la escritora Diana Pardo en Twitter para describir el estado de ánimo de muchas mujeres (y de no pocos hombres) tras la confirmación del juez Brett Kavanaugh como juez del Tribunal Supremo.

Como dijo el diario español La Vanguardia, no hubo “sorpresas de última hora”: el 6 de octubre, el Senado votó a favor de Kavanaugh, el nominado por el presidente Donald Trump, para ocupar la vacante en la alta corte que dejó la jubilación este verano del magistrado Anthony Kennedy.

Cierto: la votación fue muy reñida: 50 votos a favor y 48 en contra. Pero suficiente para nombrar al más alto tribunal de la nación a un hombre acusado de abuso sexual por tres mujeres, que es al mismo tiempo un conservador de ideas reaccionarias, a la medida de su padrino Trump.

Los republicanos estaban empeñados en confirmar a Kavanaugh para inclinar la balanza de la Corte Suprema hacia la derecha. El voto de Kavanaugh será decisivo en el debate sobre la ley Roe vs. Wade, que dio a las mujeres el derecho al aborto. Kavanaugh está fuertemente vinculado a la derecha y a las posiciones de su patrocinador, Trump. Y aunque es católico, y por lo tanto debe seguir el mandamiento bíblico de “no matarás”, es un firme defensor del supuesto derecho otorgado por la Segunda Enmienda a la tenencia individual de armas. En cuántas paradojas se debate el alma nacional.

Todo estaba previsto, pero inesperadamente, la confirmación de Kavanaugh sufrió un duro revés cuando la profesora de Psicología Christine Blasey Ford declaró ante el Senado que el nominado había tratado de violarla en una fiesta de estudiantes en 1982. Otras dos mujeres también acusaron a Kavanaugh de agresión sexual: Deborah Ramírez y Julie Swetnick. Esta última aseguró que Kavanaugh había estado presente en violaciones de muchachas por grupos de varones, de violaciones en pandilla.

La rápida investigación que el FBI llevó a cabo sobre las denuncias fue un trámite formal para salir del paso, una burla al público norteamericano en general y a las mujeres víctimas de la prepotencia masculina en particular. Una burla, sobre todo en una época en que muchas mujeres se han unido al movimiento #MeToo para sacar a la luz agresiones y chantajes sexuales y evitar que vuelvan a suceder. Las acusaciones de Ford, Ramírez y Swetnick merecían una pesquisa seria y exhaustiva. Lamentablemente, no fue así.

Ford dijo ante el Senado que recordaba perfectamente los hechos, que estaba 100 por ciento segura de que Kavanaugh la había agredido sexualmente, junto con otro individuo. Dijo que su recuerdo más vívido del ultraje era “las carcajadas de los dos divirtiéndose a costa mía”. Aunque expresó que estaba aterrada (de hecho, recibió amenazas de muerte), manifestó ante el Senado: “Estoy aquí porque creo que es mi deber ciudadano relatarles lo que ocurrió”.

El resultado de la prueba con el detector de mentiras a que Ford se sometió indicó que no mintió al denunciar el episodio de agresión sexual a manos de Kavanaugh. Entonces, ¿por qué la prisa de los republicanos por confirmar al nominado de Trump? ¿Por qué hubo tanta precipitación en la investigación (hay que llamarla de alguna manera) del FBI y la juramentación de Kavanaugh para que entrara en funciones enseguida? Simplemente, porque deseaban implantar en el Tribunal Supremo la hegemonía del pensamiento de derecha. Una hegemonía que ahora se mantendrá por muchos años.

Los republicanos del Senado debieron por lo menos haber aplazado la confirmación hasta que se determinara con más claridad si Kavanaugh era culpable o no, como pidieron los demócratas. Era lo menos que le debían a una mujer que, según todo indica, dijo la verdad. Pero en su afán por convertir al Tribunal Supremo en asiento de ideas reaccionarias, se apresuraron a confirmar al juez acusado. Y lo lograron. “¡Muy emocionante!”, fue el veredicto del complacido presidente Trump en Twitter, mientras la nación daba otro vergonzoso y nocivo paso atrás en la batalla por la igualdad y la justicia. @mundiario

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