Las performances del PP amenazan con transformar el debate político en un concurso de monólogos

El líder del PP, Pablo Casado. / @pablocasado_
El líder del PP, Pablo Casado. / @pablocasado_

Las últimas intervenciones de Pablo Casado parecen obedecer a una estrategia de comunicación sensacionalista dirigida al votante nostálgico de otros tiempos.

Las performances del PP amenazan con transformar el debate político en un concurso de monólogos

Las performances del PP de Pablo Casado amenazan con transformar el debate político español en un concurso de monólogos. Sus últimas intervenciones parecen obedecer, de hecho, a una estrategia de comunicación sensacionalista dirigida al votante nostálgico de otros tiempos. Sus mensajes carecen de profundidad y argumento. Son lemas antes patrioteros que programáticos.

Ningún político de altura podría haber afirmado que “la Hispanidad es la etapa más brillante de la Humanidad” sin haber rectificado al instante. El disparate resulta tan absoluto que merecería un titular principal en las emisiones del NODO. Ni Pío Cabanillas, oiga, aquel ministro de Información y Turismo del franquismo tardío.

La bravuconada de Casado tuvo lugar en un mitin en Málaga. Pocos días después, la portavoz (o portavoza) del PP en el Congreso lanzaba una especie de corrido mejicano hostigando a la vicepresidenta del gobierno por la supuesta falta de coordinación del ejecutivo. Dolors Montserrat quiso cantarle las cuarenta a Carmen Calvo. Juntó todos los reproches que había ido apuntando por las esquinas y le salió una chuminada más propia de Antonio Ozores que de una diputada en Cortes.

El presidente de su partido no se contuvo y dobló la apuesta. Nuevo corrido, esta vez madrileño, y otro pastiche algo más hilado pero igualico en tono e inspiración. Dirigido a Pedro Sánchez, como estipula el escalafón, juntó en su soflama los presupuestos, el patriotismo, los independentistas, el paro, el comisario Cañete, Zapatero y Otegui, el plan E, el salario mínimo, las pensiones, los impuestos uno por uno y hasta los conductores de coches diésel… Nadita le quedó en su alocución a medio camino entre narcisismo y marhuendismo.

Y eligiendo, por elegir, un par de factores citados por Casado: cuando habla de las cuentas saneadas que dejó Rajoy, oculta que España alcanzó el récord del 100% de deuda pública durante su mandato (60% en 2010, último año completo de Zapatero) o que España registró en 2017 el déficit público más alto de toda la Unión Europea; cuando habla de crecimiento y empleo, esconde que España es el segundo país de la Unión con mayor tasa de paro y, con diferencia, el país de Europa con más trabajadores bajo el umbral de la pobreza (datos OCDE).

La verdad no parece ser una prioridad del nuevo presidente popular. Tampoco la claridad, la transparencia o el contraste de la realidad. Basta comprobar el lodo que empaña su propio curriculum vitae. Sus intervenciones semejan redactadas para satisfacer a sus incondicionales y a aquéllos que Vázquez Montalbán encajaría entre los “partidarios de la defensa a ultranza de las tan traídas y llevadas esencias hispánicas”. En fin, siempre les quedará el NODO. @mundiario

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