Pedro Sánchez y Yolanda Díaz interpretando a Esopo

Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz en una sesión en el Congreso. Twitter.
Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz en una sesión en el Congreso. / Twitter.

El giro táctico de la vicepresidenta es una amenaza real para el PSOE, acostumbrado a la comodidad electoral que le brindaba Pablo Iglesias. 

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz interpretando a Esopo

En 2007, la conjunción del Gobierno Zapatero con la Xunta de Galicia presidida por el socialista Emilio Pérez Touriño, facilitó que el PSOE lograse alcaldías gallegas tan relevantes como Vigo o Ferrol. En esta última, Vicente Irisarri fue elegido con el apoyo inicial de IU, entonces encabezada por Yolanda Díaz, hoy vicepresidenta del Gobierno estatal. Sólo un año más tarde rompía la coalición tras acusaciones constantes de Díaz contra el alcalde. Posteriormente el PP obtendría dicha alcaldía en 2011.

En 2012, AGE, una coalición dirigida por Xosé Manuel Beiras, histórico dirigente nacionalista, en la que se integraba la citada dirigente, logró nueve diputados en el Parlamento gallego. Las disensiones internas fueron constantes. Beiras se consideró traicionado por Díaz, según recogen las hemerotecas. En las siguientes elecciones no lograron ningún escaño.

Marcar distancias con el Gobierno

Con los citados antecedentes se comprende mejor la estrategia de Díaz frente a Sánchez y al PSOE, cuyo último episodio, a cuenta de las primeras reacciones frente a la pandemia, supone una deslealtad máxima que aprovechará el PP para volver sobre un tema ya olvidado mientras que Díaz trata de marcar distancias con el Gobierno del que forma parte para luego prestarse a escenificar la paz en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.

En la campaña mediática bien planificada en la que está inmersa, la ministra trata de alejarse de cualquier sigla, sabe que todas restan votos: Podemos, IU, PCE, no tienen hoy capacidad de aglutinar, ni siquiera de interesar. Al estilo del presidente francés Emmanuel Macron, intenta crear una nueva plataforma electoral a la que se sumen, sin siglas, todos los grupúsculos territoriales que ostentan alguna representación institucional, situándose más allá del eje izquierda-derecha del que ahora abomina.

Yolanda Díaz, como Emmanuel Macron, aspira a representar al amplio espectro de electores hartos del bochornoso espectáculo parlamentario, del bloqueo institucional, de la España en permanente discordia.

Tras un cuidadoso estilismo, que contradice su imagen anterior pero que sirve a los nuevos propósitos, se desvela un intento de erosión del PSOE no sólo por la izquierda, donde podría resistirlo sino por el centro, un espacio del que han desertado Ciudadanos y la fracción del PP ligada a Pablo Casado y a Isabel Díaz Ayuso. Pronto oiremos hablar de la plataforma de la gente, de la política sobre problemas reales, de la relación directa entre gobernantes y gobernados. Retórica insustancial pero marketing eficaz que sin citarlos coloca a los rivales como defensores de lo contrario. Díaz, como Macron, aspira a representar al amplio espectro de electores hartos del bochornoso espectáculo parlamentario, del bloqueo institucional, de la España en permanente discordia. Se trata de pescar en el caladero determinante de las elecciones. Cuando PSOE y PP aceleran la polarización, Díaz les regala el extremo izquierdo para situarse en el medio del campo.

el Gobierno controla la agenda electoral

En esa estrategia todo vale. Censurar al Ministro de Interior si contiene a los manifestantes violentos, censurar a la Vicepresidenta Primera si defiende el rigor presupuestario, apropiarse de los datos económicos favorables e ignorar los datos negativos. Estar en la misa del Gobierno y repicar campanas contra él, todo a un tiempo. Es el momento oportuno porque aprobados los Presupuestos y los fondos europeos, el Gobierno controla la agenda electoral. Las elecciones serán cuando aconsejen las encuestas, es decir, en cualquier momento posterior al verano próximo.

Hasta ahora, el PSOE estaba aliviado con la desaparición de Pablo Iglesias y la debilidad de Podemos, transformado en una caricatura de sí mismo. El giro táctico de la Vicepresidenta, además de lógico, altera la comodidad socialista y pone en cuestión la tolerancia demostrada hacia su socia de Gobierno. Algo deberá cambiar para conjurar una amenaza directa sobre su electorado tradicional.

La fábula de la rana y el escorpión

El giro de guion solo puede sorprender a los iletrados. Es la fábula de la rana y el escorpión habitualmente atribuida a Esopo, donde cambian las circunstancias pero no el fatum de los personajes. Sánchez ha dejado hacer hasta ahora porque las encuestas así lo aconsejaban. El nuevo planteamiento ya no permite la tolerancia, se hace necesario pasar al modo de batalla sin que las costuras del Gobierno estallen. Más difícil pero no imposible pues sin la plataforma del Gobierno, Yolanda Díaz no sería nadie. @mundiario

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