Pedro Sánchez no es lo mismo que Casado

Gonzalo Caballero y Pedro Sánchez. / Twitter
Gonzalo Caballero con Pedro Sánchez.

El votante conservador es conservador por su propio espíritu hierático y haga lo que haga la derecha ni vota a la izquierda ni se desmoviliza. Fiel hasta la muerte, como los del Betis. Pero la disonancia hace difícil sostener la posición. Aquí entra el nuevo argumentario peperiano: todos los políticos son unos ladrones. Si nos tienen que robar que lo hagan los nuestros.

Pedro Sánchez no es lo mismo que Casado

El espectáculo de la corrupción generalizada dado por la derecha pone en un lugar muy delicado a todos los que apoyaron su ascenso. Los votantes son seres humanos y tanto robo ha disparado las alarmas de la disonancia cognitiva, que viene siendo la diferencia entre tus valores y tus obras. Nadie honrado soporta votar a ladrones ni corruptos. Pero es complicado cambiar de identidad política. La mayoría votamos a los mismos toda  nuestra vida. Solo una pequeña proporción está dispuesta a cambiar el sentido de su voto si eso les aconseja la evidencia. Cambiar es lo inteligente. O cumples con lo prometido o no te vuelvo a votar. Así dicho es sensato y hasta parece fácil. Pues es justo lo contrario.

El votante izquierdas, que suele ser bastante crítico, como mucho llega a desmovilizarse, pero votar a la derecha, en fin, muy difícil. El votante conservador es conservador por su propio espíritu hierático y haga lo que haga la derecha ni vota a la izquierda ni se desmoviliza. Fiel hasta la muerte, como los del Betis. Pero la disonancia hace difícil sostener la posición. Aquí entra el nuevo argumentario peperiano: todos los políticos son unos ladrones. Si nos tienen que robar que lo hagan los nuestros.

Parece una soberana estupidez diseñada para súbditos estúpidos. Y lo es. Pero la fórmula funciona. En las cuestiones electorales se va a lo práctico, aún más la derecha, ya nos vote lo más bestia del país. Los poderes del siglo XXI no se alzan sobre la fuerza bruta o las creencias religiosas, tampoco sobre el oro, sino sobre la ignorancia. La mentira atempera el malestar del votante incorrupto por votar al corrupto, porque todo da igual si todos los políticos son iguales.

Así me lo argumentaba ayer mismo un viejo amigo que es más facha que el Águila de San Juan. Un tipo con una capacidad de sacrificio increíble, honesto y humilde, siempre dispuesto a ayudar a los demás, de misa los domingos y ABC el resto de la semana. Me hablaba de las maravillas de Feijóo y yo le pregunté por Marcial Dorado. Luego me versó sobre las bondades de Casado, y le contesté que sí, que listo tiene que ser para aprobar una carrera en media hora y sacar sobresalientes en un máster sin asistir a las clases obligatorias. Se enfurruñó y acabó la cosa con la famosa frase: ¡da igual, son todos unos ladrones! Y Sánchez también mintió en sus títulos y habrá que ver tanto título de Gonzalo Caballero-, remató.

Se le veía bastantes frustrado. Indignado conmigo. No es bueno sacar de la zona de confort moral a un amigo. Puedes perderlo para siempre. Di por terminada la discusión y pagué las cañas para atemperar con el gesto la ira de aquellos ojos. Y me espetó -mira, yo no soy tonto y no me engañan, pero voy a seguir votando al PP-. Esperé a que se tranquilizara y tras la pausa le dije muy bajito, -pues no dejarán de robar-. Entonces me miró sonriendo y zanjó el tema: -Aunque cambiara mi voto jamás te lo diría a ti-.

  En este país somos como somos y hacemos de cualquier causa guerra civil. No tenemos remedio. Pero claro que existe una diferencia entre la derecha del PP y la izquierda del PSOE. Casado no es igual a Pedro. Feijóo no es lo mismo que Gonzalo Caballero. Y no me refiero solo a la impecable trayectoria de los socialistas, a su dignidad de profesores universitarios; a sus estudios, que en ambos casos son de prestigio internacional; a su labor profesional fuera de la política... No solo es eso, sino la calidad humana, la pasión y veracidad de su discurso, la inteligencia de su proyecto. ¿Quién es Casado? ¿Qué podemos esperar de alguien cuyo pasado ya está en entredicho antes de empezar? ¿Es de fiar alguien que viene de la mano de Aznar, el de los mil ministros corruptos? ¿Quién es Feijóo? ¿Qué podemos esperar de alguien que no sabe lo que es trabajar fuera de la política? ¿Será por eso que Galicia está en las posiciones de cola de España en casi todos los parámetros económicos y sociales?

En fin, la derecha dice que todos son iguales, pero lo dice por vergüenza, la poca que le queda, porque no pueden defender tanto delito y no hay argumento cabal contra mil casos de corrupción. Es el argumento de los perdedores, de los delincuentes, es el argumento de la gente que no es de fiar, el argumento carcelario. Y aquellos que los votan debieran reflexionar de qué lado de están, que nada tiene que ver con el eje derecha izquierda, sino con ser honrado o no. @mundiario

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