¿Sostiene Pedro Sánchez tesis contradictorias sobre Cataluña?

1536736970852k [640x480]
Pedro Sánchez en el Congreso.
En menos de 24 horas, Pedro Sánchez haya dicho cosas contradictorias sobre las relaciones de Cataluña con España, lo que puede desorientar a sus propios simpatizantes.
¿Sostiene Pedro Sánchez tesis contradictorias sobre Cataluña?

El doctor Juan Moisés de la Serna, reconocido psicólogo, dice que es frecuente que nos encontremos en la vida cotidiana a personas que aseveran cosas que luego no son ciertas y apunta: Eso puede que no deje de ser una anécdota; pero cuando las mentiras son constantes, puede que estemos ante un mitómano, es decir, una persona que miente casi compulsivamente, también conocido como mentiroso patológico”. Este tipo de personas tienen la capacidad de decir, al tiempo, una cosa y la contraria, sin que sepamos realmente a qué atenerse. Me quiero imaginar que hasta los propios partidarios del doctor Sánchez se encontrarán en la disyuntiva, ante alguna de sus reciente manifestaciones en Cataluña de no saber con cuál de ellas quedarse.

El presidente en funciones acaba a decirnos (atendiendo a los requerimientos del PSC) que el programa electoral del PSOE asume las Declaraciones de Granada y Barcelona, de las que se desprende que debe ser reconocidas las aspiraciones nacionales de Cataluña, su hecho diferencial, su singularidad, etc. lo que debe conducir, para encauzarlas, a una reforma de la Constitución que afecte a todos, y convertir la España de las Autonomías en un Estado Federal. Curiosa conclusión en un Estado donde algunas de sus regiones ya ejercen competencias que no tienen estados federados.

Y, entre los ejemplos que se ponen es el de la República Federal de Alemania, sin conocer que la fórmula actual fue la alternativa al llamado “Plan Morgenthau” que proponía convertir este país en una especie de territorios aislados entre sí, dedicados a la agricultura, pero que no formarían propiamente una nación. Evidentemente estos orígenes nada se parecen a la realidad actual de España como nación consolidada. Con razón, uno de los ponentes de la Constitución, que se oponía al uso de la expresión “Estado español”, el Doctor catalán Jordi Solé Tura, insistía en que España era una realidad histórica, gustara o no.

Se ha dicho que una de las cualidades del Doctor Sánchez es que no se considera concernido por sus palabras, sino por sus objetivos, lo que en Román paladino significa que puede decir una cosa y hacer lo contrariSo. Y ahí están los hechos: Primero, como queda dicho, se remite a dos declaraciones que reconocen que Cataluña tiene derecho a que se le reconozcan sus aspiraciones nacionales (ya dijera antes que Cataluña es una nación); y segundo, manteniendo lo anterior advierte en Barcelona que el marco de la convivencia no puede ser otro que el Estatuto y la Constitución. ¿Con qué nos quedamos?

Hace años, Norbert Bilbeny, profesor de Ética en Barcelona, acuñó el término "idiota moral" (y publicó un hoy buscadísimo libro) para referirse al comportamiento de personas que se supone inteligentes que actúan, sin embargo, como si no lo fueran o que lo que es peor: “El idiota moral sabe lo que está haciendo, pero es incapaz de sentir emociones y actúa por el libre impulso sin que medie un tiempo de reflexión entre lo dicho y lo hecho”.

Este tipo de personas, según la psicología, se encuadran en la categoría de mitómanos o mentirosos patológicos, que dicen con naturalidad de un día para otro, cosas contrarias con la misma intensidad en sus palabras. En ese sentido, el escritor Arturo Pérez-Reverte advertía recientemente que la observación del Doctor Sánchez se encuadraba dentro de esa categoría de persona mentirosa sin el menor atisbo de conciencia de que los demás advierten que lo es.

Dice el psicólogo Moisés de la Serna, que el mentiroso compulsivo “tiene una conducta repetitiva del acto de mentir, lo que le proporciona una serie de beneficios inmediatos, como admiración o atención”.  Ciertamente, pudiera que el mentiroso no alcance el grado de “idiota moral” en todos los casos como el presente. Pero le anda cerca. En este caso, el mentiroso compulsivo miente, sabe que miente y los que demás saben que miente.

Pero si eso le sirve para alcanzar sus objetivos le da igual, porque está moralmente vacunado en no sentir vergüenza ni remordimientos. Es decir, que el fin justifica los medios, sobre todo cuando se siente arropado por una masa que, de buena fe o por convicción que lo aplaude o lo vota, sin tampoco detenerse a pensar en sus contradicciones y que sus actos futuros pueden ser impredecibles.

Como resumen, cabe citar aquella famosa sentencia de Alfred Adler, uno de los fundadores de lo que se conoce como “psicología profunda” quien dijo: “La mentira no tendría ningún sentido, a menos que consideremos la verdad como algo peligroso”. @mundiario

Comentarios