La paz empieza nunca

Pedro Sánchez con tropas españolas de la OTAN en Lituania. / Twitter.com @sanchezcastejon
Pedro Sánchez con tropas españolas de la OTAN en Lituania. / Twitter.com @sanchezcastejon
¿Debería  la OTAN intervenir en Ucrania para defenderla de la invasión rusa y de la amenaza nuclear por las mismas razones humanitarias que empleó para bombardear Yugoslavia, Afganistán y Siria?

La paz empieza nunca. El título de la famosa novela de Emilio Romero ambientada en la guerra civil española, podría dedicarse hoy perfectamente también a la invasión rusa en Ucrania, a la prolongación de los ataques sangrientos contra la población civil, al éxodo de hasta 10 millones de ucranianos, y a otros muchos conflictos desde hace años sin resolver que padece la humanidad.

La vieja Europa ha recibido una inyección rejuvenecedora de bótox sacudiendo sus polvorientas posturas dispares del pasado a raíz de esta nueva invasión militar rusa, logrando ahora que la OTAN y la UE actúen de forma unívoca, Alemania se militarice, Suiza deje de ser neutral y países sin alinear como Suecia y Finlandia, pidan ahora el ingreso en la organización atlántica. 

Sin embargo, la paz nunca termina de llegar. La paz empieza nunca, ni interna ni externamente. Existen otros muchos frentes abiertos sin pateras del norte de Africa y países islámicos a las fronteras externas europeas como Ceuta y Melilla, los “coyotes hispanos” que pretenden traspasar la frontera en EE.UU., el conflicto entre Israel y Palestina que  desestabiliza Oriente Medio, el terrorismo yihadista, la opresión talibán tras el abandono de la OTAN en Afganistán, las revueltas civiles en países africanos, el cambio climático sin mitigar, las guerras híbridas para desestabilizar la UE y provocar entre otros la secesión de España, pero también las hambrunas, las pandemias y un largo etcétera.

Estamos en permanente conflicto por falta de la misma atención que le estamos prestando hoy, con razón, a nuestros hermanos europeos de Ucrania agredidos con toda la inquina militar del caudillo en el Kremlin.

Pero ¿cuántas otras conflagraciones e injusticias toleramos por desinterés de las organizaciones supranacionales y los gobiernos del mundo? Tal vez sin pretenderlo estamos  justificando otros muchos  cuadros de Guernika en el globo, y condenado así a que la paz llegue nunca.

OTRO MOMENTO ESTELAR DE LA HUMANIDAD

Por desgracia la invasión rusa en Ucrania y la amenaza nuclear pasarán a la historia como otro momento “estelar” de la humanidad. En el camino hay quienes han perdido la virginidad prematuramente y se han visto abocados a sufrir en carne propia lo que no intuíamos jamás para Europa como es un genocidio por parte del otro “acorazado Potemkin” del Kremlin contra una población que se resiste a volver al yugo ruso del pasado. 

Cuando creíamos cerrada la guerra fría, ahora salen a la luz aquellas viejas promesas (desclasificadas) verbales con la reunificación alemana y la caída del muro de Berlín de que la OTAN nunca se ampliaría hasta los mismos límites de los antiguos países del Pacto de Varsovia y el COMECON. También creímos en Occidente aquellas otras promesas incumplidas anteriormente de la Rusia de Stalin, tras la II Guerra Mundial, de que los países del Este, luego convertidos en satélites, podrían desarrollarse “democráticamente y  en libertad”.

Pero no sólo no fue así sino que tras liberarse de la dictadura nazi fueron obligados a clonar otra dictadura del proletariado comunista, reprimiendo durante más de 40 años de guerra fría las más mínimas libertades básicas y aplastando todo tipo de revueltas populares, como la sublevación de obreros en Berlín Este de la ex RDA (1953), el otoño húngaro que empezó con el levantamiento popular en Budapest (1956) o  la Primavera de Praga (1968) entre otros. Todos sabemos cómo acabaron esos episodios nacionales de los que Pérez Galdós seguramente habría querido narrar con todo lujo de detalles.

Probablemente la OTAN haya roto su compromiso verbal admitiendo en su seno a países que han renegado del autoritarismo comunista como: Polonia, las repúblicas bálticas, Hungría, Bulgaria, Rumania y la antigua Checoslovaquia. Otros países del Este hace tiempo que esperan su turno para adherirse a la Unión Europa y/o la OTAN porque confían en poder ahondar en los valores democráticos de los que reniega el régimen de Putin. También  la ONU promete trabajar contra el hambre en el mundo y sin embargo las cifras de muertes no bajan sin que por ello amenacemos con invadir la  sede central de Nueva York.

Pero lo que sí es seguro es que la Rusia de entonces y la de sus mandatarios siguientes en Moscú hasta hoy en día,  también faltaron a su promesa hasta que no estalló la Perestroika y Glasnost de Gorbachov, de la que Putin reniega profundamente por haber desembocado en el desmembramiento de todas esas antiguas repúblicas socialistas soviéticas de la URSS y rebajado a potencia irrisoria la actual Rusia. Su PIB hoy en día es casi más propio del Tercer Mundo que de una “potencia”.

Con ánimos de enmendar el curso de la historia, Putin lleva tiempo desde el Kremlin intentando rebobinar a las fronteras emanadas de las conferencias de  Malta, Postdam y Yalta, y por ello no ha vacilado en emprender varias guerras, aprovechando la reacción pusilánime de Occidente, como las de Chechenia y la invasión de Daguestán (1999), Georgia (2008), Crimea (2014), Donbáss (2022) y ahora la invasión descarada de Ucrania, cuya paz veremos si empieza nunca. Poco se habla del tema, pero la ciudad de Kalingrado (la antigua Königsberg prusiana anexionada por Rusia en 1945) situada entre Polonia y Lituania es una zona extremadamente sensible a la militarización vecina de la OTAN. 


EL EPICENTRO DESPLAZADO HACIA CHINA

Europa y Occidente se obstinan en  ser modelo en un mundo cuyo epicentro se ha desplazado hacia China. Ya narramos en MUNDIARIO que la pretensión última de Putin -y veremos si con ayuda de Pekín-, es desunir a la UE y destronar a Norteamérica como primera potencia mundial en favor de una potencia económica como China y otra territorial como Rusia. 

Mientras  tanto,  Occidente en plena decadencia y división pese al paréntesis de Ucrania, en especial por la pérdida de valores  culturales y cristianos, observa  con parsimonia la lenta reconquista del Al-Andalus por todos sus puntos cardinales. Al paso que vamos con la baja natalidad sufrirá en pocas generaciones el sorpasso de una fuerza musulmana y quién sabe también si de valores islámicos completamente ajenos a los occidentales de respeto a la democracia y las libertades.

Como en  tiempos de “Guerra y Paz” -en alusión a la obra del escritor ruso Tolstoi por la invasión napoleónica de Rusia-, somos  testigos oculares en la era de internet  de numerosos puntos calientes en el planeta que parecen predeterminar que la paz nunca será permanente. Llega y marcha la guerra, pero no la paz, que nunca echa raíces profundas. La proclama del presidente norteamericano W. Wilson tras la primera contienda mundial:  “Nunca más una guerra”, sigue sin cumplirse.

POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS 

En estos momentos “estelares” de la humanidad en Occidente que asistimos en Ucrania por  la invasión rusa mientras contemplamos cómodamente desde el salón de casa los bombardeos de civiles y el mayor éxodo conocido desde el fin de la II Guerra Mundial, de poco sirven que doblen las campanas.

Si por razones humanitarias la OTAN intervino en territorios como la antigua Yugoslavia, Afganistán o Siria, uno se pregunta si no existen razones de peso hoy en día igualmente humanitarias, para detener el pogromo camuflado de las tropas rusas ordenado por el Kremlin hacia los civiles ucranianos indefensos, contener las amenazas nucleares reiteradas y por entorpecer adrede la evacuación de civiles desarmados hacia los pasillos humanitarios.

Si el argumento expuesto por el secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg es que Ucrania no pertenece a la Alianza y hay que evitar una III Guerra Mundial, qué haremos si Putin pasa de las amenazas verbales a la acción y decide realizar otra “operación especial” similar en un país europeo no miembro de la organización atlántica como: Austria, Suiza, Finlandia, Suecia, Malta o Chipre.  Kalingrado también podría sentirse amenazada por la OTAN y secundar el ejemplo invasor. En todos ellos, ¿seguiremos doblando las campanas por los muertos?

El futuro de la invasión rusa en Ucrania podría precipitarse si aparte de la unidad mostrada por toda la OTAN en defensa de Europa (sea o no miembro de la organización), China reconoce que para destronar a América económica y políticamente como potencia en el mundo no le conviene emular el ejemplo imperialista de Putin en Taiwán. Por el bien común compartido con Pekín, o la paz es eterna o es ninguna.

China está en la senda de poder  salir reforzada como gran líder mundial si refuerza la apuesta por su papel mediador en su primera gran crisis global dentro del sistema tripolar. Como expresó  recientemente un portavoz del ministerio chino de Asuntos Exteriores: “China y Rusia son socios estratégicos, pero no aliados”.

¿Y SI ESPAÑA ABRIERA LA PRIMERA ESCUELA CHINA EN EUROPA?

Europa haría bien en despertar y acercarse cada vez más a China para ganárselo como socio preferente. Y España, en su modesto papel, debería ser más astuta con su “soft power” (diplomacia blanda), tratando de atraerse las simpatías de Pekín y no sólo facilitando la visa oro, firmando acuerdos comerciales y fomentando el intercambio cultural. 

En todo caso aprovechando la oportunidad geopolítica de abrir por ejemplo la primera escuela o instituto chino de enseñanza oficial en Europa para toda esa comunidad de más de 220.000 chinos actualmente residentes en España, con tendencia creciente. Y atraerse a muchas más familias asiáticas adineradas repartidas por capitales europeas que se ven obligadas a que sus hijos cursen la primaria y secundaria en China por falta de oferta reglada oficial en suelo europeo.

En España residen la mitad de alemanes en nuestro país y sin embargo cuentan con escuelas oficiales cofinanciadas por Berlín repartidas por casi toda la geografía peninsular e insular españolas para cursar hasta el bachillerato en el idioma de Goethe. Hasta los mismos separatistas catalanes gozan del privilegio de educar a sus herederos en estas escuelas multilingües privadas para asegurar el porvenir laboral de su prole, aún contradiciendo su hipócrita política de inmersión lingüística. Para que luego vengan estos y comparen la opresión de España en Cataluña con la de Rusia en Ucrania. @mundiario 

 

 

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