¿Qué pasaría si los políticos tuviesen rabo para expresar sentimientos?

De paseo matinal - Francisco Puñal
De paseo matinal. / Francisco Puñal

La mentira forma parte de la convivencia y está muy presente en las relaciones humanas, pero es intolerable en los personajes püblicos en los que delegamos la responsabilidad de cargos políticos.

¿Qué pasaría si los políticos tuviesen rabo para expresar sentimientos?

La mentira forma parte de la convivencia y está muy presente en las relaciones humanas, pero es intolerable en los personajes püblicos en los que delegamos la responsabilidad de cargos políticos.

¿Qué pasaría si los políticos tuviesen rabo? Que probablemente se lo cortarían como los perros con mucho pedigrí. Sabido es que los perros no manifiestan sus sentimientos con sonrisas, malas caras o palabras. Ellos tienen un rabo que es igual que aquel fraile que antiguamente marcaba con su varita el tiempo que iba a hacer, algo involuntario que solo dependía de la humedad y presión atmosférica. Por su rabo sabemos si el perro esta alegre, triste, asustado, tenso, a quien quiere o a quien odia o ignora, sentímientos que se manifiestan de forma involuntaria mostrando la realidad. Ellos pueden tratar de engañarnos o mentirnos, y de hecho lo hacen, pero el rabo solo dice la verdad quieran o no. 

Los humanos solo manifestamos de forma involuntaria nuestros deseos sexuales, por eso tanto los hombres como las mujeres suelen ocultar sus órganos involuntarios para poder mentir, ocultar la realidad o realizar una estrategia, lo que convenga. Los demás sentimientos que se manifiestan en la cara, la sonrisa, las lágrimas, la amenaza, la alegría, la risa, o en otras partes con sudores fríos de manos o pies, y también erizando el pelo, quedándonos pálidos o poniéndonos rojos, siempre pueden disimularse con la mentira. Con la palabra podemos ocultar cualquier manifestación exterior si somos convincentes. Con experiencia y buenas cualidades para el engaño se puede alcanzar un control total sobre las manifestacion visibles de sentimientos. Es esa gente que las cosas no les dan frío ni calor, que mienten sin inmutarse, y que controlan conscientemente cada músculo de la cara dominando las falsas sonrisas o las llamadas lágrimas de cocodrilo.

Esto es grave en cualquiera pero alcanza mayor gravedad en aquellos subordinados a los que encargamos trabajos de confianza, y de estos los de mayor daño pueden aportar son los políticos que tienen cargos públicos. ¿Podemos imaginar que supiésemos en todo momento si de verdad están apenados cuando dicen estarlo? ¿Si están alegres cuando dicen que todo va bien? ¿Si el programa que nos cuentan se lo creen o nos están mintiendo?

Hemos visto programas en la televisión donde alguien dice cosas conectado a un polígrafo que nos informa si dice la verdad o miente. Por ahí ha pasado mucha gente en programas antiguos y ahora siguen conectándose personajes como  Kiko Matamoros, Belen Esteban y otros muchos tertulianos, pero se me ocurren mejores aplicaciones para la máquina.

Es maravilloso imaginar que cada vez que un político quisiera contarnos algo, prometer que van a acabar con la corrupción, que odian el fraude, que no van a pagar la deuda, cualquier cosa, una lucecita nos dijese "verdadero" o "falso". ¿Cómo seria la política? ¿Cómo seria España? ¿Cómo seria el mundo?

Sabemos que es una utopía porque ni nosotros, ni las esposas, o los maridos, o los hijos, podríamos vivir contestando sinceramente en todo momento. Iría contra el sentido de supervivencia y haría imposible la convivencia, pero si podemos ser tajantes con el engaño. La Sociedad es la que puede cambiar el mundo con tolerancia cero al engaño, la corrupción o el fraude, todas manifestaciones de la mentira. Cualquier funcionario público que ostente cargos de responsabilidad e incurre en este defecto, debe quedar condenado cuando menos al ostracismo político.

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