Los partidos políticos ocultan los cadáveres de las ideologías que han matado

El objetivo es conocer realmente a nuestra Audiencia
Ciudadanos.

Los partidos políticos que surgen, y también los tradicionales, ponen un gran interés en convencernos de que no tienen detrás ideología alguna, que son pragmáticos, creíbles y puros.

Los partidos políticos ocultan los cadáveres de las ideologías que han matado

Los partidos políticos que surgen, y también los tradicionales, ponen un gran interés en convencernos de que no tienen detrás ideología alguna, que son pragmáticos, creíbles y puros.

Hasta tiempos recientes en el devenir de lo sistemas democráticos multipartidistas, la existencia de partidos diferenciados por promesas no era viable. Las personas estaban muy politizadas porque las proclamas eran más profundas y menos populistas. La política formaba parte de las tertulias o de las conferencias, se hablaba y debatía sobre ideologías y luego estaban los partidos que se identificaban con ellas y eran sus primeros seguidores. Querían convencer al pueblo de que la ideología que defendían era la verdadera igual que si se tratase de una religión, la que llevaba al bienestar y la justicia, por eso sus argumentos eran ideológicos y los intelectuales tomaban partido y pregonaban su sentir.

Básicamente se era partidario de la economía de mercado o capitalismo en cualquiera de sus vertientes, la cristiano demócrata o la liberal, o bien se era partidario de la ideología de izquierdas, la comunista (marxista-leninistas) o la socialista (marxista). En el centro quedaba la socialdemocracia, que era la ideología que pretende coger la tendencia socializadora de la izquierda en un estado fuerte para aplicarla en un régimen de libre mercado, siempre renunciando al marxismo. Aparte quedaban las tendencias que siempre fueron minoritarias en España, troskistas, maoístas, falangistas, anarquistas, etc. Quedaba entonces una única salida a los partidos políticos, sumarse a alguna ideología y defenderla, o en otras palabras, los partidos eran agrupaciones que seguían fielmente alguna ideología creada por filósofos o intelectuales que creaban una completa teoría para dar al mundo un sistema mejor con el que ir minando en absolutismo del pasado. 

En esa tesitura jamás se preguntaba a quien se iba a votar. No había dudas. El comunista votaría al partido comunista, el socialista al socialista, el liberal al liberal, y así sucesivamente porque se creía en las ideas más que en las personas. Luego se elegía el gestor y si no funcionaba bien se cambiaba. Ahora vivimos un momento de cambio que cuesta asimilar. La gente, incluidos los jóvenes, se han vuelto a politizar pero con una cambio fundamental, que ya no se trata de identificarse con una ideología que creemos la más acertada para construir el mundo sino que se centra en la búsqueda de alguien honrado en el confiar que nos engañará menos, y que sus decisiones beneficiarán al colectivo al que pertenecemos, lo que se podría traducir en que ha pasado a importarnos el hoy y que el mañana es algo que se termina en menos de un año. Como los niños queremos las cosas y las queremos ya. Adiós al futuro y la construcción de un mundo mejor para nuestros hijos y nietos, pero que conste que no es despotismo, es simplemente que a la velocidad que cambia el mundo el mundo se ha hecho algo impredecible e implanificable.

No resulta fácil predecir si esto es bueno o malo, pero ver a los partidos corriendo detrás del voto en lugar de defender una ideología o forma de estado en la que creen, resulta cuanto menos grotesco. Los nuevos, Ciudadanos y Podemos, realizan verdaderos esfuerzos para que no se les pueda ubicar. Podemos parecía de extrema izquierda pero ahora ya parece mas socildemócrata y veremos donde está en noviembre. Ciudadanos parecía de centro derecha, luego liberal, y ahora se arrima más al PSOE. Y quedan los partidos clásicos que nos asombran con los esfuerzos por desligarse de su ideología, al menos cara al electorado. El PP quiere ser el mas social mientras el PSOE pretende ser quien mejor maneja la economía de mercado, e IU ya no es comunista. Todos en el saco del populismo.

Quizás tengan razón y el mundo cambia tan rápido que hay que salvar los arrecifes y luego ya veremos, pero resulta duro ver a tanto dirigente sin rumbo achicando agua. Siendo así que cada uno vote a quien piense que mentirá menos, que sea honrado y su programa nos favorezca, pero si puede ser no nos olvidemos de aquellos que pretendan dejar un mundo mejor si lo encuentran.

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