La pandemia refuerza a los gobiernos y limita a las fuerzas de oposición

Miembros del Consejo de Ministros.
Los miembros del Consejo de Ministros.
Las elecciones catalanas pueden mejorar la comodidad de la actual mayoría parlamentaria que apoya al Gobierno. Para los partidos de la derecha se dirime la hegemonía dentro del bloque conservador y también el futuro de Ciudadanos.
La pandemia refuerza a los gobiernos y limita a las fuerzas de oposición

Si la primera ola de la pandemia reforzó al Presidente Sánchez, dueño de los medios durante tres meses con la oposición silenciada, la segunda ola ha reforzado a todos los Presidentes autonómicos. La absoluta prioridad sanitaria y las medidas para la recuperación económica refuerzan el perfil gestor de los Gobiernos en detrimento del perfil político. La oposición en todos los territorios ve constreñida su capacidad pues inevitablemente debe aceptar decisiones sanitarias revestidas de rigor técnico.  La función de control pierde importancia y la función legislativa rara vez proporciona debates interesantes para los ciudadanos. Un ejemplo reciente es la ley de eutanasia que pese a afectar potencialmente a toda la población apenas ha suscitado debate social.

La crisis ha puesto en valor a algunos dirigentes. A Sánchez desde luego pero también a algunos de sus Ministros, cómo Calviño, Díaz, Montero o Illa. También a Iglesias, aunque sea jugando a la contra para no ceder espacio electoral. Algunos, como Marlaska, están acusando la ambigüedad de algunas políticas, en su caso la inmigratoria. Otros muchos han quedado difuminados. En el frente autonómico, Ayuso, contra todo pronóstico, emerge como líder con futuro, gracias, paradójicamente, a la feroz campaña de acoso desde el Gobierno central y desde algunos medios muy relevantes. El paso atrás de Feijóo le ha despejado el campo propio y el ocaso de Ciudadanos ha hecho el resto. En el ámbito local son muchos los Alcaldes reforzados por su papel activo en la crisis. Por todos, el ejemplo del Alcalde madrileño.

Pasadas las fiestas, la atención política estará centrada en las elecciones catalanas. Si para el Gobierno español el resultado puede mejorar la comodidad de la actual mayoría parlamentaria, para los partidos de la derecha se dirime la hegemonía dentro del bloque conservador y también el futuro de Ciudadanos. A partir de esa fecha habrá dos años sin elecciones hasta las municipales y autonómicas de 2023. Las elecciones andaluzas que son previas, no influirán en la actual mayoría.

Es previsible que la agenda siga dominada durante el próximo año por los mismos problemas, la vuelta a la normalidad sanitaria, la aplicación de los fondos europeos y la recuperación de determinados sectores muy tocados, en primer lugar el turismo. Junto a ellos otros problemas muy mediáticos como la erosión de la Jefatura del Estado o las tensiones provocadas por el socio minoritario del Gobierno. No afectan a la estabilidad pues se trata fundamentalmente de debates políticos. Llevados al extremo podrían producir una crisis de Gobierno que se resolvería cambiando de mutuo acuerdo a algunos Ministros quemados pues a ninguno de los socios le interesa una convocatoria electoral.

No se puede esperar mucho más dada la debilidad de todas las fuerzas políticas. Ni se ha debatido seriamente la reorientación de la economía española, ni las prioridades en la gestión de los fondos europeos, ni reforma estructural alguna. Hasta el momento lo que se conoce es que las decisiones de inversión serán adoptadas por Gobierno y funcionarios. Las empresas parecen estar excluidas aunque sea poco operativo mantenerlas al margen. El modelo de gestión puede favorecer una vez más el llamado capitalismo de amiguetes, una versión clientelar que favorece a determinadas empresas bien posicionadas la captación de rentas al margen del mercado. Conjurar ese riesgo debería ser prioritario. El anuncio reciente de transferencia de recargos fiscales sobre la electricidad a los hidrocarburos, es un ejemplo de lo que decimos.

En el ámbito exterior, la diplomacia española no pasa por su mejor momento. Los obstáculos para ocupar puestos importantes, previamente fijados como objetivo, se suman a la incómoda posición con Marruecos, la ambivalente posición en Venezuela e incluso la débil proyección cultural en el exterior. La agenda exterior no comunitaria parece desdibujada.

Queda mucha legislatura. Suficiente para reforzar los flancos más débiles y desarrollar las fortalezas. Con la tranquilidad de saber que la oposición, débil y dividida, tardará mucho en ser alternativa. Enredarse en debates con otras instituciones hace ruido pero no resuelve problemas. Cómo señala Bruselas, 2021 sólo puede ser el año de la recuperación y la resiliencia. @mundiario

Comentarios