Iglesias pretendía lo que el PSOE de Touriño admitió al BNG en Galicia

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Emilio Pérez Touriño y Anxo Quintana formaron el bipartito.
Hace 14 años, el PSOE de Touriño pactó con el Bloque un gobierno con dos cabezas para la Xunta de Galicia, con competencias separadas al mismo nivel
Iglesias pretendía lo que el PSOE de Touriño admitió al BNG en Galicia

Es curioso: Pablo Iglesias pretendía imponer a Pedro Sánchez una fórmula que ya vimos en la Xunta de Galicia, cuando Emilio Pérez Touriño, del PSOE, pactó con Anxo Quintana, del Bloque, una especie de bicefalia al frente del Gobierno gallego en 2005. Fue lo mismo: Iglesias pretendía ejercer una especie de comisariado supervisor colocando a los suyos en el Gobierno de Pedro Sánchez, pero algo más: a partir de una serie de departamentos esenciales, su objetivo era gobernar y administrar sus competencias sin ninguna tutoría o control por parte del presidente del ejecutivo. Lo expresaron muy bien, según dio cuenta la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, en cuanto a la gestión de ingresos y gastos por su cuenta.

Pérez Touriño aceptó que Anxo Quitana ejerciera plenamente de presidente bis, al único que daban cuenta los responsables de las consellerías puestas bajo su mando en Galicia. Pero todavía fue más escandaloso, que aquél pudiera dotar a sus delegados la capacidad de dotarse de asesores sin límite, dotados de transporte y sinecuras diversas. Era evidente que Galicia tenía dos gobiernos, cada uno con sus competencias. Tal era la cosa que se publicaban anuncios y convocatorias, según el caso, bajo el epigrama “Xunta de Galicia” o “Vicepresidencia de la Xunta”. Algo parecido hizo el socialista Abel Caballero con el Ayuntamiento de Vigo. Nombró a otro del Bloque como único teniente de alcalde para poder gobernar. Lo que era una asignación administrativa se convirtió en una vicealcaldía de hecho, de modo que los anuncios no los encabezaba el Ayuntamiento, sino la Alcaldía o la Tenencia de Alcaldía como si fuera órganos independientes

Pues ese parece ser que este tipo de modelo que pretendía imponer Iglesias a Sánchez. No sé si el presidente en funciones recordaba aquella experiencia de Touriño o si recordaba aquella experiencia y el costo que tuvo para la credibilidad, el prestigio y el respaldo electoral del PSOE. Todos los mensajes, análisis y comentarios de Iglesias y de Podemos abundan en que dentro de lo que siguen llamando “gobierno de coalición” denotan que éstos pretenden ser algo más que invitados simbólicos, de convidados de piedra, en un gobierno del PSOE. Pero en todo caso, en función de las ofertas que se hacen a Podemos y de las pretensiones da la sensación de que el PSOE trocea el Estado, el Gobierno del Estado, como si fuera una subasta. En ese sentido, poco importa que las mercancías sobre el tapete sean una vicepresidencia y dos, tres o los ministerios que sea.

Muchos ciudadanos tenemos la sensación de que es el Estado, de que es España lo que está en almoneda. Podemos ha ido demasiado lejos. Pero la fórmula que se intentó sigue abierta hoy sobre la mesa a la espera de tiempos mejores. ¿Seguiremos hablando de sillas o de programa?

Y por cierto, ¿es que no cabe que Sánchez intente entenderse con los partidos constitucionales? Porque no cabe duda de que si estos partidos tienen sentido de Estado que se planteen evitar que Sánchez supere la hipoteca a que lo somete Podemos y los independentistas y no repetir las elecciones. Será también su responsabilidad. @mundiario

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