Pablo Iglesias ha hecho salir del armario a Marx y Engels

Pablo Iglesias en la Universidad Complutense de Madrid. / EP
Pablo Iglesias en la Universidad Complutense de Madrid. / EP

Por mucho que Don Karl y Don Friedrich intentaron ocultar sus íntimas inclinaciones socialdemócratas, publicando “El manifiesto comunista” en 1848, Iglesias los ha desenmascarado a título póstumo. ¡Si es que ya no se respeta ni a los muertos, hombre!

Pablo Iglesias ha hecho salir del armario a Marx y Engels

Chico, si lo dice Pablo Iglesias, con su título de Derecho, su título de Políticas, su Premio Extraordinario de Licenciatura, un par de másteres y un par de huevos, no será este humilde servidor el que ose discutir que Marx y Engels eran socialdemócratas. Mejor se lo dejo a Paco Maruhenda, ese señor que puede presumir de tener siempre La Razón, que lleva un horror batiéndose en interminables duelos académicos con el Agulilla Roja de Vallecas. Además, tampoco sería el primer caso en el que unos señores o señoras nos parecían una cosa y en realidad eran otra. Mira, si no, Urdangarín y la Infanta, Rato y Rita, Chaves y Griñan,  Riky Martin y Jodie Foster, Pujol y señora y tantos seres humanos que han salido, voluntaria o involuntariamente, de tan distintos y distantes armarios.

¡Good bye, Lenin, Mao, Fidel, Sartre, Anguita, Garzón…!

Ahora, también te digo una cosa. El indiscreto Pablo, por mucho discreto desencanto de la burguesía que le corroa por dentro, digo yo que podría haber tenido la delicadeza de respetar las íntimas inclinaciones ideológicas de Don Karl y Don Friedrich, a ver si me entiendes, que tanto énfasis pusieron en disimularlas redactando su celebrado y aplicado Manifiesto Comunista. Quién es él para sacarlos del armario a título póstumo, ¿eh? ¿Quién le ha dado vela en ese entierro unilateral del Marxismo que alentó la difunta Revolución de Octubre, la Larga Marcha de Mao o el éxodo del “Granma” hacia la tierra prometida del Cuba-libre?

Antes de tan sorprendente, oportuno y oportunista manifiesto socialdemócrata, yo creía que este señor aspiraba a quitarle el puesto a Rajoy con la sana intención, discutida y discutible, de salvar a España. Pero, después de su ejercicio de cotilleo necrofílico/ideológico, la verdad, reconozco que me embarga la duda de que haya decidido cambiar de objetivo: quitarle el puesto a Jorge Javier Vázquez en Sálvame Diario. Entre otras cosas porque, ya puestos a salvar, da mucha más pasta dirigir un programa con audiencia que dirigir un país en decadencia. Otra posibilidad, no descartable, es que Pablo nos la haya metido cuadrada a todos, oye, incluidos Errejón, Monedero y la Bescansa, y en realidad nunca haya sido Marxista-Leninista, sino Marxista-Grouchista, a ver si me entiendes, de esos que presentan en sociedad sus ideas y, si detecta que al personal no le molan, tiene siempre otras a mano.

La milagrosa conversión de Pablo a la socialdemocracia

Y luego está la posibilidad de una milagrosa conversión a la socialdemocracia en su camino a La Moncloa, como aquella de Pablo de Tarso en su camino hacia Damasco, con la sibilina intención de dotar a su posible sorpasso de indiscutible valor añadido: no es lo mismo ofrecerle a Pedro Sánchez una Vicepresidencia con la línea roja del comunismo, que presentarse el 27-J ante el PSOE disfrazado de lagarterana socialdemócrata. Esa otra línea roja de la plurinacionalidad y la cosa, en cambio, qué quieres que te diga, parece fácilmente disoluble en una reforma constitucional que mezcle churras con merinas, referendos con delirios federalistas, unas de cal y otras de arena, hasta que a España, como ya profetizó un día Alfonso Guerra, no la conozca ni la madre que la parió.

Invitaciones de boda

Para mí que, eso que llamamos las izquierdas, van a acabar dándose el “si quiero”. Pablo es que no está repartiendo programas, catálogos de Ikea y cosas de esas, sino talmente invitaciones de boda. Y los hipotéticos invitados, con la morbosa incógnita de Susana Díaz, claro, deberían ir pensando en enviar su mejor traje al tinte. Porque, no nos engañemos, cada vez que un líder de izquierdas ha renunciado al Marxismo propiamente dicho, Felipe en 1979, Pablo en el 2016, el centro-derecha de esta España cañí se ha quedado compuesto y sin BOE.

In memoriam…

Llegados a este punto de paralelismo con la decadencia del Imperio Romano, mientras resuenan las primera notas en los ensayos de una marcha nupcial, me la suda que gobiernen estos o aquellos, los Hunos o las Oltras. Sólo me conmueve pensar en Mao, en Lenin, en Sartre, en Rosa de Luxemburgo, en Simone de Beauvoir, en Fidel, en Julio Anguita, ¡incautos angelitos míos!, que se han ido o se van a ir de este mundo convencidos de que eran comunistas y, en realidad, solo han sido o son casta o descasta socialdemócrata.

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