La oposición en Venezuela cede a la presión de dialogar con el oficialismo

La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), agrupación que conglomera a los principales partidos opositores del chavismo, ha cedido ante la presión internacional para dialogar con el oficialismo. La comisión de expresidentes, entre la que se encuentra José Luis Rodríguez Zapatero, y la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) han logrado su cometido, pese a que ya en una ocasión la oposición había declinado las negociaciones luego de que el Ejecutivo les demandara por arrogarse poderes que, constitucionalmente, no les corresponden. 

Jesús Torrealba, secretario ejecutivo de la MUD, declaró ante los medios que el partido y sus líderes están dispuestos a sentarse frente a representantes del Gobierno siempre y cuando el diálogo le traiga beneficios al país. "Y subrayo esta última idea, que le sea útil al país, porque si lo que quiere Maduro es ganar tiempo, debemos entender que tiempo que gana Maduro es tiempo que perdemos los venezolanos", refirió Torrealba en relación a que si las negociaciones no traen nada útil a ningún bando, Maduro estará ganando tiempo para impedir, otra vez, bloquear el proceso de referendo que la oposición está llevando a cabo en su contra. 

Independientemente de los recados, lo cierto es que la decisión dejó cuando menos sorprendidos a las partes involucradas y a los mismos venezolanos. Hasta ahora, la postura había sido evasiva por parte de los opositores, principalmente sus máximos líderes. Henrique Capriles, en sintonía con otros arraigados miembros de la MUD como la diputada María Corina Machado y el prisionero político Leopoldo López, había rechazado con vehemencia la invitación al diálogo facilitada por los expresidentes Martín Torrijos (Panamá), Leonel Fernández (República Dominicana) y José Luis Rodríguez Zapatero (España). El argumento del dos veces candidato a la presidencia es que dicha reunión sería solamente una persiana para hacer olvidar de momento el referendo con el que él y la MUD pretenden sacar del poder al heredero de Hugo Chávez. Las declaraciones de Torrealba, sin embargo, hacen ver que la oposición no ha olvidado esta opción. 

De hecho, el rechazo de Capriles y Machado hacia estos intentos de acercamiento es tal que se llegó a rumorar que Rodríguez Zapatero había vetado a ambos de tomar parte en las mismas, luego de que incluso le acusaran de ser un peón al servicio de Maduro. Henry Ramos Allup, presidente de la Asamblea Nacional, desmintió todo rumor de veto. Sin embargo, advirtió de que "habrá diálogo cuando se cumplan las exigencias y las propuestas que ha puesto la oposición". 

Un factor decisivo en el giro de decisión de la MUD fue el hecho de que Estados Unidos diera su visto bueno a la intervención que realizan los tres expresidentes. "Continuamos apoyando los esfuerzos del expremier español Zapatero, del expresidente panameño Torrijos y el expresidente dominicano Fernández para avanzar en tal diálogo", anunciaba el viernes el Departamento de Estado estadounidense. Sin embargo, también invitaba a que los electores venezolanos tuvieran poder de decisión al igual que el Gobierno aceptara de buena voluntad las decisiones que llegaban desde la Asamblea Nacional, en poder de la oposición desde principios de año. 

Esta alternativa estadounidense deja sin efecto la Carta Democrática Interamericana, un método de castigo impulsado por Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA). El jueves pasado, Almagro criticó con severidad el trabajo del triunvirato de exmandatarios en la crisis de la república bolivariana pues "no ha funcionado, tiene que haber un camino claro que permita destrabar la integración de la mediación, que le dé determinadas garantías a la oposición de que ha participado en esa integración".

Para salvar la imagen de la oposición, Torrealba aclaró que se accedió a dialogar porque es una buena opción para construir un "puente humanitario", con el que se llevará alimentos y suministros a los venezolanos en medio de la crisis actual del país. Igualmente, el secretario ejecutivo anunció un par de condiciones para dar el sí definitivo al diálogo: primeramente, que las reuniones ya no se celebren en la República Dominicana, segundo, que se libere a quienes están presos por juicios políticos desde el 19 de marzo (fecha en que inició la intervención de los expresidentes), que se elimine todo ardid para que las negociaciones no se conviertan en un obstáculo para la celebración del referendo revocatorio, y por último, que entre el grupo facilitador de ambas partes hayan representantes del Vaticano y de la OEA. A esta última inquietud el Nuncio Apostólico de Venezuela confirmó que "está dispuesta para servir al diálogo en Venezuela".

Las reacciones a estas condiciones en el oficialismo han sido severas. Jorge Rodríguez, alcalde de Libertador, municipio del centro-oeste de Caracas, e influyente gracias a sus ejercicios como exvicepresidente de la República y expresidente del organismo electoral, rechazó los requerimientos de sus contrincantes por considerarlos fuera de lugar. Su hermana, la canciller Delcy Rodríguez, manifestó también su molestia por las exigencias opositoras, pues las mismas "hieren la sensibilidad patriótica e independentista del pueblo venezolano".

El viernes en la noche José Luis Rodríguez Zapatero aterrizó en Caracas motivado pues manifestó que ya están dadas las condiciones necesarias para el diálogo. "Tenemos que fijar una fecha ya para la reunión de todos", confesó. El sábado mismo deberían estar arribando Torrijos y Fernández también a Caracas para reunirse, por separado, con representantes del Gobierno y de la MUD, con la mirada puesta en lograr sentar a ambas partes en un mismo sitio la próxima semana. @hmorales_gt