El ocaso de la socialdemocracia en Europa

Fragmento de la portada del libro de López Aguilar sobre la socialdemocracia.
Fragmento de la portada del libro de López Aguilar sobre la socialdemocracia.

Casi todos los pilares históricos de la socialdemocracia han empezado a tambalearse. El debilitamiento de los Estados-nación, las identidades de clase y los sentimientos de pertenencia nacional pierden fuerza.

El ocaso de la socialdemocracia en Europa

No es sólo el PSOE el que vive horas bajas. La socialdemocracia europea, que después de la II gran guerra construyó el Estado del bienestar, sufre una profunda crisis que afecta a su identidad ideológica y por tanto, a su ejercicio político.

La influencia del liberalismo de izquierda y del socialiberalismo han provocado cortocircuitos con los votantes más tradicionales. La apuesta por Europa y el debilitamiento de los estados-nación plantean tensiones en el discurso socialdemócrata, cuestión a la que, sus partidarios, se han enfrentado con poco éxito hasta ahora.

En efecto, el paisaje político en Europa se encuentra en proceso de reestructuración y ese proceso resulta más debilitante que fortalecedor para la socialdemocracia europea. Su apoyo entre los electores disminuye. Así, asegura el profesor de la Autónoma de Madrid, Carlos Fenández Esquer, que “si antes de la crisis, los partidos tradicionales de centro-izquierda y centro-derecha sumaban en torno al 40% de los votos, hoy el porcentaje se reduce a la mitad”

Lo cierto es que cada país es un mundo y cualquier extrapolación debe hacerse con cautela, por eso esta crisis no se puede explicar desde una óptica exclusivamente nacional ni afecta sólo a los socialdemócratas.

Pero echemos brevemente la vista atrás. La recuperación de los socialdemócratas en la segunda mitad de los noventa abrazando el neoliberalismo de la llamada Tercera Vía les permitió en 1999 llegar a gobernar en solitario o en coalición en 13 de los entonces 15 miembros de la Unión Europea, pero el encantamiento duró poco. Su reconversión les costó muchos votos y esa pérdida contribuyó a derrotas sucesivas en los 15 últimos años en Alemania, Suecia, Polonia, Italia, Holanda, Francia, en el Reino Unido en 2010, España y Portugal en 2011, Finlandia y Dinamarca en 2015... la hemorragia continúa y la crisis del PSOE es sólo un nuevo eslabón en esta cadena.

The Economist aseguraba el pasado abril que buena parte de ese voto se ha ido a los populistas antimercado en el sur de Europa y a la antiinmigración en el norte, pero también a partidos de izquierda alternativa como feministas, animalistas, piratas, verdes... a liberales, al centroderecha y a la abstención.

Este fenómeno podría explicarse por “la banalización de la democracia”, una especie de cajón de sastre en el que caben desde la despolitización a la revolución en las comunicaciones, a la corrupción de los partidos, al populismo, al nacionalismo, a la incertidumbre que genera la globlización e incluso, al terrorismo internacional.

En verdad, en la Europa actual los gobiernos de corte socialdemócrata son más la excepción que la regla. Los nuevos populistas compiten con fuerza y ganan apoyo. La socialdemocracia ha perdido influencia incluso en el plano intelectual y nos deja una fuerza debilitada, lejana de la hegemonía política y cultural que mantuvo a lo largo del siglo XX. @EgeaPilar

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