Nos vendieron luz y nos cegaron: nos vendieron calor y nos quemaron

Rajoy, rodeado de dirigentes del PP. / Mundiario
Rajoy, rodeado de dirigentes del PP. / Mundiario

Nos venden recuperación económica y recogemos miseria. Siembran albricias en los medios afines y un silencio vergonzante esconde los gritos de miles de suicidios inducidos por la desesperación.

Nos vendieron luz y nos cegaron: nos vendieron calor y nos quemaron

Nos venden recuperación económica y recogemos miseria. Siembran albricias en los medios afines y un silencio vergonzante esconde los gritos de miles de suicidios inducidos por la desesperación.

…Y llegado el momento, nadie pidió la palabra ¡Cantata y fuga de Lolita! No hay divisiones en el Partido Popular, sólo una fuerza centrífuga arrolladora que dispersa a los barones, con pánico en el rostro, haciéndoles retornar a sus feudos, alejándose de Génova, como si esa sede fuese aquel hotel de invierno donde “El resplandor” fragua la tragedia que está por llegar: vacío de huéspedes, sólo un vigilante-vigilado, persiguiendo por los pasillos su particular “redrum” y llevando en su mano un hacha - miseria social- perseguido por fantasmas en forma de “ papeles de Bárcenas”.

“Quien tiene un empleo vive…¡es feliz!” Esta soflama nos llevaría a la triste conclusión de que en España tenemos más de 5 millones de “muertos-vivientes- no- felices”. Esta estupidez sólo sería una triste anécdota si fuese pronunciada en la barra de un bar con algunas “birras” a la espalda, pero si son dichas por un Presidente de Gobierno a tiempo parcial, Presidente del PP, y ante la ejecutiva de su “presunta organización criminal”, merece todo el desprecio de esos millones de españoles que no viven; zombis en espera de destino, según Don Tancredo. Merece la ira de esos millones de españoles a los que su micro-empleo les marca la desesperación en el rostro.

Dos años habían pasado desde la última reunión de la Ejecutiva del Partido Popular. Razones sobradas había para el evento, los resultados catastróficos en las elecciones andaluzas, presagio de todo un avatar de acontecimientos adversos para un partido contaminado en origen, tramposo en los procesos democráticos y responsable del mayor desastre social, económico y político desde la restauración democrática del 78. La Constitución vaciada de contenido con un partido en desbandada y un país en estado de colapso. Todos los asistentes creían que serían testigos de una “catarsis” que les devolviera a tiempos pasados, aunque, al tiempo, sus navajas estaban a resguardo en los bolsillos, o en sus bolsos de Louis Vuitton, al lado de un abanico plegado por si “el caloret”.

¡Qué no, que aquí no ha pasado nada! sentencia el líder. Incluso, se atreve a nombrar a los confabuladores de su partido:”los veinticinco” -que no se diga que este hombre no es directo-. Al no haber sido dotado para la oratoria y el liderazgo, se alía con la falsedad y nos deja atónitos con esta frase: “El Partido Popular ha sido el protagonista del cambio desde las elecciones de 2011”, podría repetírselo pero no ampliaría el gesto de asombro que ya deben tener. Naturalmente, esta frase dicha para el optimismo de los asistentes, lleva implícita una tremenda carga de profundidad, no prevista por el orador, que no da para más, pero es todo un paradigma del “cambio” del que fuimos testigos. Desde el minuto uno, el gobierno de Rajoy dio un CAMBIO radical a su programa, a sus prioridades -nunca declaradas-, a la educación, a la sanidad, al amparo social… Tal ha sido el retroceso producido durante estos últimos años que hemos logrado encabezar la lista de países con mayor índice de desigualdad de la UE. Nos venden recuperación económica, a la par que recogemos miseria. Siembran albricias en los medios de comunicación afines, al tiempo que un silencio vergonzante esconde los gritos de aquellos cercanos a los protagonistas de miles de suicidios inducidos por la desesperación… Nos vendieron luz y nos cegaron. Nos vendieron calor y nos quemaron.

Parece claro que al “viernes de Pasión” le siguió un martes de resaca y un miércoles con el Gran Capitán pagando peaje, pidiendo silencio en Castilla-La Mancha. Quizás todo acabe como en aquel laberinto nevado, frente al hotel, con su protagonista momificado por el hielo, la mirada aterradora, y este país, en forma de niño inteligente, salvado de las paranoicas intenciones de un aprendiz de escritor de palabras vacías.

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