Nos quisieron quitar la eñe, como antes sucedió con Gibraltar, pero no lo consiguieron

Aguas próximas a Gibraltar. / Pixabay
Gibraltar. / Pixabay

Ante la hipocresía, un sonoro “coño” no queda mal.

Nos quisieron quitar la eñe, como antes sucedió con Gibraltar, pero no lo consiguieron

Cuando escribo suelo tener abiertos el diccionario de la Real Academia y otro de sinónimos y, por casualidad, vi que “cordialidad” figura como sinónimo de “cortesía” y, mira por dónde, la gramática me ha sugerido esta sencilla reflexión.

La cortesía es equivalente de buenas formas, apariencia, cierta frialdad en el trato, una actitud de cálculo y distancia con el interlocutor. Con frecuencia, esa cortesía mundana, de gestos y fachada, lleva implícita una buena dosis de hipocresía, con la pretensión de parecer lo que no se es.

Con lo que acabo de decir, no estoy rechazando lo positivo de la cortesía: hacer la vida un poco más amable en el trato superficial de cada día en la calle.

¡Ah, pero la cordialidad es otra cosa!, ya nos lo indica el origen etimológico de cada una de estas dos palabras: cortesía procede del italiano corteggiare, hacer la corte, y cordial proviene de cordis, del corazón. Si se acepta lo que acabo de decir, deberíamos convenir que más que sinónimos son antónimos.

La cordialidad es calor humano, espontaneidad, acogida, proximidad, hospitalidad, sinceridad en el afecto y sencillez en su expresión.

La cordialidad acerca a los seres humanos, la cortesía va con el brazo extendido y la mano abierta por delante, como poniendo distancia.

Tal vez, en la sociedad actual, tan de apariencias, experimentamos cada vez con menos frecuencia la cordialidad y nos quedamos en la mera cortesía, hasta el punto de considerarlas como sinónimos.

Me imagino que todos aspiramos a la cordialidad en la vida de cada día, pero comprendo que esto es imposible y tenemos que conformarnos con su sucedáneo desvirtuado, la cortesía. Para mí, la abstracción de la fría cortesía es la excusa formal, tan habitual entre los angloparlantes,  del sorry, tras abrir una puerta y pasar delante de ti,  palabra pronunciada con un rictus o insinuación de sonrisa que congela tu protesta y te desarma. 

De vez en cuando un sonoro ¡coño! no viene mal, para dejar a cada uno en su sitio,......pero ellos no tienen eñe: es una pena. @mundiario

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