La noche en que Podemos quiso jugar a ‘Hundir la flota’ del PSOE

Dirigentes de Unidos Podemos la noche del 26J. / Twitter
Dirigentes de Unidos Podemos la noche del 26J. / Twitter

26-J no era para Podemos la fecha de una convocatoria electoral, sino coordenadas de su maquiavélica tirada en su frívolo  juego de “Hundir la flota” del PSOE. Con razón se han quedado lívidos, desencajados, cuando les ha respondido la voz del pueblo: ¡aaagua…!

La noche en que Podemos quiso jugar a ‘Hundir la flota’ del PSOE

En aquel país, aquel verano de 2016, había dos Iglesias de rabiosa actualidad a causa de un mismo tema: Duele el corazón. Uno, Enrique, se estaba poniendo las botas con un pegadizo reggaetonsi te vas, yo también me voy. Si me das, yo también te doy” El otro, Pablo, había perdido los votos en un tornadizo sorpasson. Uno amenizaba al personal con una alegre canción del verano. El otro nos estaba dando el coñazo, la verdad, con un lacrimoso y lastimero réquiem estival.

¿Qué parte de no le han votado no ha entendido la cúpula de Unidos Podemos, eh? Si el voto es libre, secreto, personal e intransferible, ¿por qué le han encargado a esas dos mentes prodigiosas de Podemos, Echenique y Bescansa, que se encierren en el laboratorio electoral para hacerle una biopsia a un millón cincuenta mil españoles y españolas que, sencillamente, o no les han votado o ni siquiera han ido a votar? Eso, en un país democrático, no es un enigma, sino una obviedad. Cada uno vota a quien le da la gana, cuando le da la gana y si le da la gana, a ver si me entiendes, sin que ningún Iglesias, ni Enrique, ni Pablo, puedan controlar, manipular, clientelizar o demonizar a los pocos que no han querido escuchar al uno y los muchos que no han querido votar al otro.

El corazón de Unidos Podemos padece arritmia postelectoral

¿Duele el corazón de Unidos Podemos afectado por una arritmia postelectoral? ¡Pues a cuidarse, señores! A practicar footing político de fondo, a un ritmo más pausado, en vez de esa obsesión de retar a la historia a un sprint continuado que pone al límite las pulsaciones, desaconsejan los cardiólogos y dejan al respetable público con la duda razonable de si el color morado es un simple reflejo republicano o el síntoma inequívoco del sobreesfuerzo enfermizo, megalómano, egocéntrico y codicioso de alcanzar el poder. Y todo ese sofoco para que, al final, tras el escrutinio definitivo, la cúpula se presente ante Dios, la historia y las cámaras de televisión alarmantemente lívidos, oye, sorprendentemente  pálidos, como si estuviesen padeciendo una bajada de tensión que, un servidor, por estas que son cruces, llegó a pensar que haría falta echar mano talmente de un desfibrilizador. A mí, porque no me han consultado, sino les diría a Echenique y Bescansa, los dos eminentes forenses a los que el partido ha encargado la dichosa autopsia, que un primer diagnóstico básico lo pueden deducir escuchando con atención el boom musical del otro Iglesias: “con él duele el corazón y conmigo te duelen los pies” Bueno, pues eso: con Unidos podemos ha dolido el corazón, pero con el merengue del PP, como mucho, solo han dolido los pies”

La osadía de intentar jugar a “Hundir la flota” del PSOE

Y luego otra cosa, ya puestos a hurgar en las vísceras postelectorales. Que Podemos ha confundido una simple fecha electoral, 26-J, con las coordenadas para efectuar un disparo malintencionado que dejase tocado o hundido a Pedro Sánchez ¡Qué error, qué inmenso error! Con las cosas de comer y las cosas de votar no se juega, que nos lo tienen dicho. Y estos chicos, además de jugar con la sonrisa de un pueblo que no tenía motivos para echarse unas risas, de publicar ingeniosos catálogos que incitaban al sarcástico consumo a una sociedad que a duras penas llega fin de mes, van y se ponen a jugar frívolamente a “Hundir la flota” del centenario Partido Socialista Obrero Español que, más allá de Pedro o ZP, ha hecho conquistas sociales y democráticas impagables para un pueblo que, apenas hace 45 años, ¡si es que sois conmovedoramente jóvenes, Pablo, Íñigo, Carolina, Alberto!, se acostaba por las noches temblando, de frío y de miedo, mientras susurraba ante una foto de Franco que reposaba en las imaginarias mesillas de noche de sus cabezas: ¡hasta mañana si tu quieres! Quizá por eso Pablo disparó convencido de que iba a dar en el blanco: ¡26-jota!, se disponía ya a escuchar la sentencia que anunciaban las encuestas: ¡tocado y hundido!, y se quedó talmente helado cuando respondió la voz del pueblo: ¡aaagua!

A lo mejor no estamos locos y sabemos lo que queremos…

A mí, la verdad, me parecía una obscenidad, un síntoma de frivolidad, una explosiva mezcla de amnesia colectiva de adultos e ignorancia histórica de jóvenes, la indiferencia que se estaba detectando en este país cuando se daba por hecho el dichoso sorpasso de un proyecto de profes, diseñado para cobayas humanas en el frío laboratorio de una Facultad de Ciencias Políticas, nada más y nada menos que para intentar que se desvaneciese en la historia la genuina socialdemocracia. Sí, sí, esa que pactó, consolidó o instauró el espíritu de la conciliación de los Pactos de La Moncloa, la Constitución más longeva de nuestra historia, el divorcio, la libertad de culto, la libertad de expresión, la libertad en toda la extensión de la palabra, los cimientos para consolidar la igualdad de la mujer, la quimera de la igualdad de oportunidades, el desafío sociológico del aborto, el matrimonio entre ciudadanos del mismo sexo, la escalada hacia la dignificación de los salarios mínimos, de las jubilaciones, de las prestaciones sociales, de las inclusiones in extremis de los excluidos y suma y sigue…

¿Y todavía se preguntan los chicos de Unidos Podemos qué coño ha pasado este 26-J? Cierto es, señores del jurado, que nunca tan pocos habían conseguido convencer a tantos de que eran tan listos. Pero se me ocurren dos respuestas que podrían evitar que Pablo Echenique y Carolina Bescansa sigan rompiéndose la cabeza intentando resolver el enigma. Una, se la he tomado prestada a Abraham Lincoln: “Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo” La otra, se me antoja la confirmación de aquella celebrada profecía de Antonio Carmona al timón del paradigmático grupo Ketama: a lo mejor no estamos tan locos y resulta que, más o menos, con momentos de mayor o menor lucidez, sabemos lo que queremos...

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