No pido perdón

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Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español. / RR SS.

La estupefacción de los españoles debe ser proporcional a semejante idiotez. Y digo locura por darle el beneficio de la duda: solo una persona enajenada, absorta en su necedad e incompetencia puede soltar semejante disparate ante las cámaras de medio mundo.

La negativa de Rajoy a asumir las responsabilidades políticas de la corrupción masiva en su partido ha llevado al país al caos moral y ético. Las instituciones del Estado fueron dinamitadas durante estas dos legislaturas en las que las hordas conservadoras se dieron al saqueo de la nación sin más límite que sus capacidades para inventar nuevas formas de latrocinio público. Las proporciones del saqueo no serán conocidas hasta que Rajoy deje el Gobierno.

Lo que conocemos es solo lo evidente, el grueso de los delitos permanece oculto a los ojos de la ciudadanía. En este juego de ocultación Rajoy invirtió una parte importante de los poderes que le fueron concedidos en las urnas para defender a su Pueblo. Esto es moralmente despreciable. Las influencias propias de su cargo se instrumentaron para ocultar los delitos cometidos por “los suyos”, como suelen hacer otros grupos de poder tan oscuros como el PP, que nos traen el recuerdo de magníficas trilogías cinematográficas. Desde su férreo control sobre ciertos resortes del Aparato de Justicia y las Fuerzas de Seguridad del Estado y sin olvidar la garbancera connivencia de numerosos medios de comunicación, soñó con ocultar la verdad a todos de forma permanente, lo cual, reconocía el maestro nazi de la manipulación de masas, Joseph Goebbels, es imposible.

En su última rueda de prensa, el Presidente Español, en un estado de agitación visible y en mitad de lo que solo se puede llamar soberbia y locura, afirmó que lo que el PP había generado en estos años de Gobierno fue sobre todo “credibilidad”. La estupefacción de los españoles debe ser proporcional a semejante idiotez. Y digo locura por darle el beneficio de la duda: solo una persona enajenada, absorta en su necedad e incompetencia puede soltar semejante disparate ante las cámaras de medio mundo. La otra opción, la peor, y yo no creo en ella, es que su miseria y poca vergüenza, su descaro e indiferencia ante los delitos de los suyos le den fuerzas para orinarse sobre la dignidad de todo su pueblo y luego fumarse un puro leyendo la prensa deportiva. Pero ya digo, prefiero pensar que es un incompetente y no un delincuente incapaz de diferenciar el bien del mal.

España no saldrá de la miseria moral en la que la derecha la postró hasta que Rajoy, su Gobierno y su Partido sean expulsados por las urnas de la escena política para siempre. La desaparición del Partido Popular, hundidas sus siglas en el fango de su propia corrupción no generará ningún problema de representación política: Ciudadanos es el relevo de lo mismo, preparado y pergeñado en su justo momento para cumplir con su función. Ya acoge a los primeros desertores peperianos, legión oportunista que llevará el estigma del nacional catolicismo y la semilla negra de aquellos que consideran que España es Grande y Libre para saquearla hasta la ruina total del Pueblo Español.

Me viene a la mente la letra del himno de Marta en ese momento que dice: “rojo y amarillo, colores que brillan en mi corazón, y no pido perdón”. No quiero comentar su ñoñez y ramplonería, ni la rima, que vale un Potosí, sino el sentido profundo que se le escapa incluso a Lagrimitas: como España es mía y la llevo en mi corazón, hago lo que se me sale del chichi y no pido perdón. En fin, no sigo, que me resulta imposible. Les dejo en compañía de su propio cachondeo, pues les aseguro que contra toda esta miseria solo nos queda la venganza fría del esperpento. @mundiario

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