España: Cuando nada funciona se corre el riesgo de apostar por el derrumbe de todo

Mariano Rajoy, bajo la sombra de Angela Merkel.
Mariano Rajoy, con Angela Merkel.
"En democracia todos tenemos el derecho de decir lo que pensamos pero no el deber de saber lo que decimos". Nuevo análisis en MUNDIARIO de Marcial Vázquez, graduado en Ciencias Políticas.
España: Cuando nada funciona se corre el riesgo de apostar por el derrumbe de todo

Cuando, según todas las encuestas, la abstención podría llegar al 50% en unas próximas elecciones, ningún demócrata puede celebrar este dato. Porque el desprestigio de un sistema político al que le dan la espalda la mitad de sus ciudadanos no afecta, exclusivamente, al sistema de partidos, sino a la democracia misma. Y esto, que es bastante simple, parece que no lo comparten demasiado los partidos que, teóricamente, se beneficiarían de la caída del "bipartidismo", con especial ahínco en el discurso de UPyD, para los cuales los males de España se resumen en dos únicos conceptos: bipartidismo y estado de las autonomías. Ya lo teorizó, hace poco, el erudito y doctor en ciencia política y de la administración, "Churchill" Cantó: o estado de las autonomías o estado del bienestar.

Una de las teorías más sólidas que ha arrojado la política comparada sobre los orígenes de las democracias estatales es que cuanto mayor es el progreso económico, mayor es el desarrollo democrático de dicha sociedad, hasta que se llega a un umbral donde la democracia no crece aunque siga creciendo el PIB per cápita. Llegados a este punto es necesario preguntarnos lo siguiente: ¿está socavando la crisis que vivimos en Europa, en España sobre todo, la legitimidad de la democracia como vehículo político de convivencia y desarrollo? Y la respuesta es, desgraciadamente, afirmativa. Lejos de buscar encuestas y porcentajes, que los hay, no tenemos más que salir a la calle y hablar con nuestros amigos o conocidos para darnos cuenta del discurso derrotista y generalizado que existe contra los partidos y los políticos. Lo que en una democracia se traduce contra el mismo sistema. Si no se confía en la política no se confía en la democracia, porque no es posible una democracia sin partidos. Una democracia sin partidos es una teoría anarquista, que lejos de estar enterrada como creíamos hasta hace pocos años, se está resucitando en una especie de anarquismo populista que desembocaría en una oclocracia como nueva  fórmula de totalitarismo sistémico.

No voy a ser yo quien niegue aquí la actual crisis del sistema de partidos de nuestro país. El Partido Popular está bajo mínimos porque está hundiendo España en una espiral de pobreza y represión de derechos de todo tipo; mientras que el PSOE no logra conectar con sus votantes desencantados porque muchos no están dispuestos a perdonar a un partido que no se perdona a sí mismo. Ante este panorama aparecen 2 partidos situados en los extremos de cada polo: Izquierda Unida y UPyD. Lo que puede apuntar a una polarización ideológica de la sociedad española. Muchos dirán, claro, que UPyD no está a la derecha del PP, pero sin embargo la mayoría de los nuevos votos del partido de Rosa Díez vienen de los más desencantados con el partido de Rajoy, siendo atraídos al partido magenta con un discurso que pivota sobre la centralización del estado, ETA y la identidad unitaria de España. No podemos obviar que 2 de estos 3 aspectos son cruciales para el futuro que tendremos que programar en nuestro país: el modelo de Estado que está puesto en cuestión por los nacionalismos y por el propio Partido Socialista, además de por UPyD. En Izquierda Unida, a su vez, también apuestan por un federalismo. Sobre este tema ya hablé anteriormente en MUNDIARIO.

Pero dentro de esta crisis del sistema, del estado y de los partidos, existe un déficit evidente que se escenifica en el número de recetas y soluciones que nos encontramos ante tales males. Tan mala es la falta de información en un proceso, como el exceso de ella. Y en España padecemos una sobredosis o inflación de opiniones que juegan con pilares básicos de nuestra convivencia sin más intención, en muchos de estos casos, que la promoción personal de quien las suscribe. ¿Es mejor para España un parlamento fragmentado?, ¿es la causa de todos nuestros malos el bipartidismo imperfecto que nos ha gobernado hasta ahora?, ¿están los partidos dispuestos a cambiar de verdad o hacen que cambian para que todo siga igual?.

Lo peor que nos podía pasar a los españoles es que se juntaran la crisis económica que padecemos con la crisis estructural y de identidad que estamos viviendo. Cuando nada funciona se corre el riesgo de apostar por el derrumbe de todo lo que existe cuando muchas veces la causa de que algo sea ineficaz se resume en 2 o 3 piezas que necesitan su ajuste. Y en este sentido yo soy de los que apuestan porque en España necesitamos reformas, profundas eso sí, pero no rupturas.

Y, sobre todo, necesitamos partidos que salgan nuevamente a la calle a ganarse a los españoles y a convencernos de que la política y la democracia son los vehículos más directos para transformar nuestras vidas en el sentido que deseamos. Jamás aceptaré que PP y PSOE son lo mismo, porque este es el primer paso para la victoria de ciertos actores políticos que quieren quemarlo todo con tal de gobernar sobre nuestras cenizas. @marcial_enacion

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