Ningún gobierno reunió más motivos para el descrédito moral, ético y político que el de Rajoy

Marianio Rajoy. / Anamaría Tudorica
Marianio Rajoy. / Anamaría Tudorica

La continuidad en el poder de Mariano Rajoy y su Gabinete se explica por la falta de coraje ético y, principalmente, por la inexistencia de una alternativa sólida.

Ningún gobierno reunió más motivos para el descrédito moral, ético y político que el de Rajoy

No ha existido ningún Gobierno desde la instauración de la democracia, ninguno, que haya reunido más motivos para el descrédito moral, ético y político que el presidido hoy por Mariano Rajoy.

En Justicia, en Sanidad, en Educación, en Cultura, en Interior, en el Banco de España… y en el ya infame Ministerio de Hacienda, tras la sentencia del Tribunal Constitucional contra la desvergonzada amnistía fiscal de 2012, que aprobó Moncloa e impulsó el ministro Montoro.

Y a todo esto se suma la maraña de corrupción del PP que peregrina por distintos tribunales.

La continuidad en el poder de Rajoy y su Gabinete se explica por la falta de coraje ético y, principalmente, por la inexistencia de una alternativa sólida que arrastre al votante de centro y derecha democrática –Ciudadanos es todavía un aspirante ambivalente y falto de músculo– y por el miedo que genera en amplios sectores de la sociedad el desnortado y dividido PSOE de Sánchez o la zarrapastrosa opción que encabeza Pablo Iglesias. Se explica, pero no se justifica.

No es de recibo que el Gobierno haga bandera de las sentencias del TC cuando corrigen o desautorizan acciones de otros y se las ponga por montera cuando invalidan medidas propias que, para mayor inri, fueron adoptadas a sabiendas de su inmoralidad y más que presunta ilegalidad.

Que Hacienda califique de "perorata política" el veredicto del alto tribunal representa una provocación chulesca, cuya respuesta, en primer lugar, corresponde al jefe del Gobierno.

Si la continuidad en el Ejecutivo de Montoro y otros correligionarios es un grave insulto a la razón, un desafío a la justicia, una afrenta a los ciudadanos que cumplen con sus crecientes obligaciones fiscales, el dontancredismo del presidente Rajoy, del que ha obtenido un innegable provecho, y a él se aferra, corroe como las termitas el edificio de vecinos mal avenidos en que se ha convertido España.

No me gusta mirar atrás, pero a veces resulta imprescindible.

Comentarios