Ortega articuló un control personalísimo sobre los medios, consciente de su influencia

Monólogo en Nicaragua.
Monólogo en Nicaragua.

Sobrevive  como medio independiente el diario La Prensa, con más de 90 años de existencia y una incuestionable tradición de lucha democrática. Otro medio nacional escrito, El Nuevo Diario, fue adquirido en 2011 por un grupo bancario fiel a su alianza con Ortega.

Ortega articuló un control personalísimo sobre los medios, consciente de su influencia

Daniel Ortega, que ocupa la presidencia de Nicaragua desde el año 2007, no ha ofrecido una sola conferencia de prensa en los últimos 11 años. Sus comparecencias en actos públicos son excepcionales y se caracterizan por cansinos discursos, recurrentes en su contenido, en los que insiste en atribuir la responsabilidad de los  problemas que vive el país  –pese a su ya dilatada administración– ora al imperialismo, ora a los gobiernos liberales que antecedieron al suyo.

A contrapelo de Ortega, su esposa, Rosario Murillo, que desde enero del 2017 es la vicepresidenta, pero que ejerce como gobernanta desde el 2007, bajo el singular nombre de Coordinadora de Comunicación y Ciudadanía, habla telefónicamente una vez al día –y cada vez que lo considera necesario– en los medios oficiales. Lo hace para ofrecer información variada pero pocas veces sustantiva: el santoral del día, la inauguración de una calle, el pronóstico del tiempo o el obituario de algún amigo del orteguismo. Todo ello acompañado de invocaciones religiosas o particularísimos eufemismos. Así por ejemplo, en ese lenguaje, abundante en galimatías, las personas no fallecen, sino que “pasan a otro plano de vida”.

Daniel Ortega. Daniel Ortega.

 

Los ministros no están autorizados a dar declaraciones y rehúyen las preguntas de los periodistas. Más de un alto cargo ha sido destituido de manera fulminante por atreverse a dar alguna declaración a medios independientes. Ni Ortega ni Murillo, mucho menos los funcionarios de segundo y tercer rango, poseen cuentas oficiales en las redes sociales.

Nada de ello es casual y no significa que el régimen no asigne importancia a la comunicación y al control de los medios de comunicación en particular. Por el contrario, precisamente porque saben de la influencia de los medios, han articulado un control personalísimo sobre ellos.

La familia gobernante es propietaria de al menos cuatro canales privados de televisión, dirigidos todos por hijos de Ortega y Murillo. A ellos debe agregarse el canal oficial, puesto que las fronteras entre el estado y la familia gobernante son inexistentes en Nicaragua. Se suma la propiedad de las radios más importantes del espectro nacional y numerosas publicaciones digitales.

Sobrevive  como medio independiente el diario La Prensa, con más de 90 años de existencia y una incuestionable tradición de lucha democrática. Otro medio nacional escrito, El Nuevo Diario, fue adquirido en el 2011 por un grupo bancario fiel a la alianza de Ortega con el gran capital, y es ahora un medio anodino, castrado de su antigua combatividad.

Todo esto solo es posible entenderlo a la luz del modelo autoritario que rige en Nicaragua, que tiene como rasgo fundamental la concentración de poder político en Ortega y su esposa. Este modelo logró erigirse con los recursos económicos que le posibilitó la apropiación  –por el grupo gobernante– de los beneficios de la cooperación petrolera venezolana, y que les significó  por varios años, la bicoca de 500 millones de dólares anuales. Fue con esos recursos, que ahora han mermado en virtud de la crisis venezolana, que el orteguismo impulsó planes de asistencia social clientelar, ha comprado voluntades y configurado un poderoso grupo económico propietario  de hoteles, instituciones financieras, cadenas de tiendas, empresas forestales, de transporte, de servicios  y, como no, medios de comunicación.

Sustentado en esa filosofía autoritaria y arropado en esa concentración de poder y propiedad, es  que el régimen ejerce su monólogo cotidiano. Monólogo que es más semejante a  la propaganda hitleriana que a la mercadotecnia política moderna.

El modelo vertical de información y propaganda del régimen de Ortega tiene como contrapartida la inevitable penetración de los medios internacionales

No obstante, el modelo vertical de información y propaganda del régimen de Ortega tiene como contrapartida la inevitable penetración de los medios internacionales, la subsistencia de algunos nacionales independientes  y un creciente empleo de las redes sociales por una masa ciudadana crítica. Todos ellos se constituyen en la plataforma alternativa a la propaganda oficial, con una relación más cerca de la realidad.

Democracia y comunicación es un binomio inseparable. La primera no puede darse si no reivindica la segunda como un valor social y un derecho ciudadano. Y la comunicación solo puede ser democrática –cabe decir auténtica– en un contexto de respeto a las libertades y a las instituciones, de tolerancia y de constante diálogo.

De allí que el talante democrático de un gobierno, de un gobernante,  se manifiesta en la práctica de la comunicación. La comunicación como un hecho de doble vía, no el monólogo que desde el poder fija y repite el mensaje, desconoce la empatía y anula al  otro pretendiendo condenarlo a ser un mero receptor. Y que en efecto puede parecer serlo por períodos determinados, pero que inevitablemente reacciona, tarde o temprano, contra la imposición del mensaje y el autoritarismo político. @mundiario

 

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