¿Tienen sentido ahora en el debate nacional la República y la guerra?

Personajes de la Guerra Civil 3 (640x480)
Protagonistas e historiadores.
Aunque fue una simpleza de Casado su alusión a la República y la guerra civil, tampoco el dogmatismo las explica a estas alturas.
¿Tienen sentido ahora en el debate nacional la República y la guerra?

Aunque la forma en que lo expresó Casado es doblemente desafortunada en forma y fondo, a estas alturas, las causas de la guerra civil no se pueden simplificar como hacen algunos, lo que evidencia que no han profundizado mucho es uno de los temas de la historia de nuestro tiempo que ha dado lugar a más publicaciones, incluso más que sobre la II Guerra Mundial. Es un tema que siempre me ha interesado mucho y que me afecta doblemente. En ese sentido, tuve la oportunidad de entrevistar y conocer a diversos personajes de la época o que la protagonizaron directamente, sus consecuencias se vivieron en mi propia familia y yo mismo fue procesado y me tuve que sentar en el banquillo de los delincuentes por un reportaje por el episodio de la toma de la ciudad de Tui por los sublevados y la terrible represión que siguió. En suma, a estas alturas no cabe simplificar las causas de la guerra civil y menos subirlas al debate nacional para recrear viejas polémicas. 

De la guerra civil, de sus causas y consecuencias, tuve ocasión de entrevistar a Herbert R, Southworth, autor del libro “El mito de la cruzada de Franco” y, entre otros, a Enrique Lister (cuyas memorias me dedicó), Santiago Carrillo, Santiago Álvarez, al jefe de la CEDA, Gil Robles, al falangista Dionisio Ridruejo, a los generales de Franco Gutiérrez Mellado y Díez Alegría (autor del libro “Ejército y Sociedad”, que por cierto me dedica con la frase “a Fernando Ramos, ansioso periodista”). Entrevisté a personajes como la maestra Josefina García Segret, autora del libro “Abajo las dictaduras”, quien salvó la vida en Tui, tras el fusilamiento de su marido, por ser republicano, fingiendo un embarazo, gracias al valor del doctor Darío Álvarez Blázquez, cuyo padre fue uno de los fusilados en aquellos tristes días. Doña Josefina fue uno de los testigos a mi favor cuando fui procesado por el reportaje que publiqué sobre los consejos de guerra franquistas.

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El valioso testimonio de Antón Patiño.

En el libro de Antón Patiño “Memoria de ferro” se cita el caso de mi abuelo materno, el ferroviario andaluz Francisco Fernández Alcántara (socialista y de UGT) que fue uno de los ferroviarios que, tras el alzamiento, condujo el último tren que circuló aquel día entre A Coruña y Monforte de Lemos, y en el que huyeron, a su paso por Lugo, los milicianos y miembros de organizaciones obreras, tras el fallido intento de oponerse a la sublevación del Ejército en la ciudad de la muralla. Al llegar a Monforte, mi abuelo y su compañero fueron acusados de “auxilio a la rebelión” y estuvieron a punto de ser pasados directamente por las armas, si bien salvaron la vida, pero pasaron largo tiempo en la cárcel con esa posibilidad.

Análisis sobre todas las perspectivas

He leído, desde todas las perspectivas, cuanto he podido sobre la guerra civil, sus causas y antecedentes, tanto en cuanto a historia como a relatos, memorias y novelas, y he participado en debates, conferencias y homenajes a los republicanos fusilados. Poseo y he leído la “Causa general”, que contiene gran parte de las atrocidades que se cometieron en la zona republicana y, siempre recuerdo que, como dijera Azaña, los asesinatos de uno o de mil, de un lado o de otro, “matar es”.

Por todo ello pienso que es una simpleza reducir las causas de la guerra civil a la sublevación de una parte del Ejército, sin analizar la propia responsabilidad de los dirigentes republicanos y de las fuerzas que más o menos que lo apoyaban en el clima que desembocó en el conflicto, tal y como concluyen los más prestigiosos historiadores que han examinado de modo objetivo este episodio de nuestra historia.

Se ha hablado de la precipitación de la II República al pretender cambiar con urgencia un país que venía del caciquismo, el analfabetismo, la falta de cultura democrática en la población que condujo a la radicalización y las posturas extremas, por un lado, atraídos por el fascismo y otros hacia el anarquismo y el comunismo soviético, con los añadidos del paro, la miseria. La violencia tanto verbal en el Congreso como en la calle fue un elemento enormemente perturbador de la paz civil.

Y aquellos momentos, desde posiciones divergentes, se emitían juicios parecidos. El propio Indalecio Prieto afirmaba el 24 de mayo de 1936 "Vivimos, es cierto, en una intensísima guerra civil". Angel Pestaña, dirigente del PS (Partido Sindicalista) advertía: "No hay seguridad alguna en la vida económica y social de España", en tanto, Gil Robles, jefe de la CEDA concluía que "Si no existe esa política de justicia, España irá a una situación de guerra civil, en la cual no tendrán nada que hacer los partidos que se mueven dentro de la órbita legal".

La vida miserable de los españoles

La vida miserable a que estaba sometida una gran parte de la población y la falta de eficacia de la República para remediarla, pese a las medidas que se adoptaron en ese sentido, creó un clima de creciente decepción. Cuando entrevisté a Líster éste me dijo que la “República tenía el gobierno, pero el poder lo seguían detentando los de siempre”. El choque era, pues inevitable. Por ciento que viejo comunista dedicó cálidos elogios a los jóvenes del otro bando contra el que combatió.

La actitud conservadora de la Iglesia frete a la necesidad de reformas, por un lado, y la obsesiva persecución religiosa que desembocó más tarde en la quema de iglesias y asesinato de religiosos, fue un factor también determinante del enfrentamiento. La discusión de los estatutos de autonomía de Cataluña y el País vasco, y la posterior proclamación del Estat Catalá, dentro de la República Federal española, que en el primer aspecto provocaron discursos tan contrapuestos como los de Ortega y Azaña, contribuyeron a agitar el fantasma de la ruptura de España, y lo que fue peor cuando el PNV no sólo pidió igual trato, sino que se reconocieran sus diferentes étnicas y culturales con el resto de España.

La ausencia de una clase media que diera estabilidad al país, y los fracasos, como el de la pregonada reforma agraria se sucedieron, ante la férrea oposición de las grandes fortunas que poseían las tierras. Las dos sublevaciones previas a la guerra civil, la de Sanjurjo en 1932 y la Revolución de 1934, con el añadido catalán, fueron, sin duda prenuncios de un choque de mayores proporciones como luego ocurrió.

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Casado debería pensar mejor las cosas que dice a estas alturas.

La victoria del Frente Popular puso en marcha de forma espontánea que el decepcionado campesinado se lanzara directamente a la ocupación de la tierra que le fueron negadas, en tanto, dirigentes como Largo Caballero, en contra del criterio de otros socialistas destacados, como Besteiro o Fernando de los Rios (el primero decía “Nuestro socialismo no es como el de Lenin”) anunciaba que el país avanzada hacia la dictadura del proletariado. Era el 5 de abril de 1936.

La templada voz de Besteiro

Cuando le pregunté a Gil Robles con quién de los dirigentes del otro bando se llevaba mejor y al que más respetaba, me dijo sin dudarlo “Con don Julián Besteiro”. Fue precisamente éste el que no dudó en alzar su voz frente a los errores de los que era testigo:  "La verdad real: estamos derrotados por nuestras propias culpas, por habernos dejado arrastrar a la línea bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido quizás los siglos. La política internacional rusa, en manos de Stalin y tal vez como reacción contra un estado de fracaso interior, se ha convertido en un crimen monstruoso, que supera en mucho las más macabras concepciones de Dostoievski y de Tolstoi. La reacción contra ese error de la República de dejarse arrastrar a la línea bolchevique la representan genuinamente, sean los que quieran sus defectos, los nacionalistas, que se han batido en la gran cruzada anticomintern".

La serie de concausas que nos condujeron al desastre es muy larga, tal y como describen los que desde la distancia intelectual y objetiva las han analizado y descrito, y cuyas citas serían interminables y rebasarían el espacio de este artículo. Los historiadores consideran que entre los errores de mayor gravedad de la República fue la creación del llamado “Tribunal de Responsabilidades Políticas” en junio de 1936, con el fin de depurar a los jueces o fiscales cuya línea de actuación no se atuviera la doctrina del Frente Popular. En medo de este clima se sucedieron los asesinatos en uno y otro bando. El propio Gil Robles me contó las circunstancias de su viaje a Francia, en julio de 1936, que le salvó la vida, suerte que no tuvo Calvo Sotelo, a los pocos días del asesinato del teniente Castillo, instructor de milicias.

Es bien cierto que una parte, que no todo, el Ejército se sublevó en 1936 contra el orden constitucional vigente, pero este hecho no se puede juzgar como un fenómeno per se, aislado y sin describir el propio fracaso de la II República. Eso no justifica la rebelión, sin duda. Pero ayuda a hacerse una idea completa de aquel episodio que nos condujo a aquella tragedia. @mundiario

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