El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie, el realista ajusta las velas

Entre todos ajustemos las velas.
Entre todos ajustemos las velas.

Una de las características que nos diferencia de los animales es que desde el nacimiento somos seres políticos, ya que ni bien nacemos interactuamos con nuestro entorno en sociedad.

El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie, el realista ajusta las velas

Para resolver una falencia social puede ocurrir que "el pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie, el realista ajusta las velas".

En todos los ámbitos, y especialmente entre quienes deben dirigirnos como pueblo, he observado que el egocentrismo, repleto de mezquindad, puede más que resolver las carencias de la ciudadanía.

Al expresar esto, seguramente, alguien pensará: ¿cuáles son los intereses de este personaje? o ¿qué lo lleva a pronunciarse en este sentido?, no tardando en llegar a la rápida conclusión que algún beneficio político debo tener. Ante esta situación la respuesta se torna tan cristalina y necesaria  como el agua. No obstante, para poder argumentar me remitiré a las peripecias de Robinson Crusoe.

Básicamente, esta historia nos cuenta las aventuras de un joven inglés, perteneciente a una familia de clase media, al que le gustaba ser marino, y que desobedeciendo los consejos de su padre se embarca en varios destinos en los que  padece  una serie de calamidades, y/o percances, en las que tomó diferentes decisiones con el fin de sobrevivir a las distintas circunstancias hostiles.

Como se deduce, a este personaje literario se lo puede encuadrar como uno de los pocos, o el único, ser apolítico que vivía en una isla en total soledad, y cuyas decisiones no afectaban más que a su persona. En la vida real y en comunidad, esto no es posible, por lo que no existe un individuo apolítico. Desde las relaciones interpersonales que incluyan amigos, hermanos, pareja, hijos, padres, etc. hasta las colectivas (gremios, cooperadoras, iglesias, clubes, etc.), todas son relaciones políticas, donde las decisiones tomadas tienen sus consecuencias, afectando de un modo u otro al colectivo.

Con este preludio quiero llevarlos a concluir que sería interesante que reflexionemos que cuando existe una necesidad social, y que esté debidamente demostrada, esta debería ser resuelta, intentando dejar de lado cualquier tipo de mezquindad que solo llevará a profundizar la crisis y/o los padecimientos sociales.

Para resolver la falencia lo resumiría en la sabia frase de William George Ward: "El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie, el realista ajusta las velas"; y para ajustar esas velas siempre existirá alguien que se pone al frente, comúnmente llamado líder, de un grupo interesado en doblegar la injusticia, o al menos lo que para ellos no es justo. Esto siempre cuesta, no es simple, pero tiene que ser tiempo que "entre todos ajustemos las velas" y para que sea una flota debemos hacerlo en comunión y con unidad, cuyos resultados seguramente serán positivos; caso contrario, si se intenta mezquina o aisladamente, será un naufragio colectivo.

Por todo, cuando algunos dirigentes que mostrando una escasa capacidad acusan a otro de hacer política, están en lo cierto. La diferencia debe de ser una política distinta a la actividad que muchos de ellos realizan, más aún cuando se trata de un grupo de vecinos idealistas que priorizan acciones de tipo social, sin sueldo, poniendo su dinero o tiempo que es tan preciado como aquel, y en beneficio del colectivo; en contraposición a lo que hacen aquellos que imputan de forma paupérrima esta condición humana, como si fuera peligrosa.

Finalmente, cabe aclarar que una de las características que nos diferencia de los animales es que desde nuestro nacimiento somos seres políticos, ya que ni bien nacemos interactuamos con nuestro entorno en sociedad.

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