El muro de Trump podría paralizar al Gobierno federal de Estados Unidos

Donald Trump. / twitter.com
Donald Trump. / twitter.com

La construcción de su promesa insignia tiene dividida a la clase política de Washington, enfrentada a cuatro bandos, incluida una guerra civil en el Partido Republicano.

El muro de Trump podría paralizar al Gobierno federal de Estados Unidos

Entre la Casa Blanca y el Capitolio de Washington D.C. hay apenas 3.3 kilómetros. Unas cuantas calles, hermosos e imponentes monumentos y edificios donde se hospeda y trabaja parte de la élite económica y política de la primera potencial mundial. Y todo apunta a que será también el escenario de una nueva guerra fría entre el Ejecutivo y el Legislativo de los Estados Unidos.

Donald Trump está a poco de cumplir 100 días como presidente de su país y para semejante acontecimiento espera conseguir que se aprueben los presupuestos del Estado, de los que sacará una gran tajada para la construcción del muro fronterizo con México que ha prometido desde su primer día de campaña electoral en 2015. La empresa siempre ha llevado a Estados Unidos a desatar un estado de efervescencia cuando el rubicundo mandatario lo menciona en cualquiera de sus comparecencias. El proyecto de los presupuestos estatales llegará al estrado del Congreso, en donde deberá ser aprobado sí o sí, puesto que si no avanza -ya sea por el dichoso muro o por cualquier otro de los emprendimientos de Trump- el gobierno federal deberá ser cerrado, algo que incluso la Casa Blanca no se atreve a descartar.

Los legisladores estadounidenses deben aprobar los presupuestos para el próximo año fiscal a más tardar este viernes 28 de abril a la media noche. Su fracaso condenaría a Washington a pasar por la misma situación que ya pasó en 2013, cuando en octubre de aquel año su gobierno federal dejó de trabajar durante 17 días. No obstante, en aquel entonces el pleito fue a dos bandos, con el Partido Republicano enfrentado contra Barack Obama. A día de hoy, el partido conservador libra una guerra civil entre el hombre que el partido llevó a la Presidencia y los legisladores, enfrentados entre sí en bandos de conservadores y ultraconservadores. El Gran Viejo Partido (GOP, por sus siglas en inglés) insiste en mostrar que Trump no les representa e intentarán imponer la voluntad de sus bancadas en el Senado y la Cámara de Representantes.En ese panorama desolador, el GOP choca también al Partido Demócrata, minoría en ambas cámaras pero esenciales para las votaciones de sus adversarios. Los progresistas ya han dejado claro que no pretenden apoyar los disparates del neoyorquino, sumándose así a este pleito multilateral inédito.

La residencia presidencial camina de puntillas. En Washington todavía se desconoce si el republicano estaría dispuesto a bajar el telón del gobierno si el Legislativo no aprueba una ley que le permita construir su muro. En las últimas semanas, el tema ha vuelto a ver la luz en boca del mismo empresario, quien se había mantenido callado respecto al tema por mucho tiempo. Inicialmente, había dicho que México sería el encargado de pagar por el mismo, aunque luego fue rebajando su tono diciendo que ese pago sería "eventualmente, más adelante" y "de alguna manera".

"Sabemos que hay mucha gente en el Capitolio, especialmente en el Partido Demócrata, a quienes no gusta el muro, pero ellos perdieron las elecciones", dijo Mick Mulvaney, director de presupuesto. “El presidente debería tener la oportunidad de financiar una de sus grandes prioridades en la primera ley presupuestaria de su mandato", agregó en declaraciones hechas a AP.

Pero para el Partido Demócrata, la propuesta no es ninguna gracia. Chuck Schumer, halcón demócrata en el Senado, ha dicho que sus chicos jamás votarán a favor de esta propuesta, toda vez el GOP mantenga su insistencia en tomar fondos del sistema de salud pública para la construcción del muro. Los derechistas, entretanto, tampoco creen que esta iniciativa salga adelante. Los representantes y senadores de los Estados fronterizos con México han dado la espalda al proyecto, arrinconando más al presidente. De ese fuego cruzado dependerá si Trump amanece el sábado con su primer triunfo legislativo y fiscal o, por el contrario, con su gobierno empezando a ser alcanzado por las llamas.

El Partido Republicano está al tanto de que ya ha provocado suficientes problemas en lo que va de año, como cuando bloquearon ellos mismos la propuesta anti Obamacare hecha por su tótem Paul Ryan, por lo que mantienen actualmente negociaciones tanto con la Presidencia como con la bancada opositora a fin de evitar un nuevo bochorno político y el intrínseco cierre del Gobierno federal. Si al final el desenlace es el peor, los servicios públicos sufrirían recortes y se paralizarían las organizaciones del gobierno, pues sus empleados dejarían de asistir a trabajar hasta que se destine dinero para cubrir gastos y sueldos. En 2013 el Partido Republicano fue señalado como el principal culpable de todos los males en aquel fatídico octubre. Con poco crédito por haber sido el vehículo para semejante presidente hasta la Casa Blanca, esta vez se juegan también su orgullo.

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