Tras la muerte de Madiba, el mundo pierde al arco iris en medio de la noche

Nelson Mandela.
Nelson Mandela.

Un retrato para un héroe del siglo XX, para el conquistador de miedos, para la inspiración de la humanidad... ¿Hablamos de liderazgo, el de verdad? Entonces hablamos de Mandela.

Tras la muerte de Madiba, el mundo pierde al arco iris en medio de la noche

Un retrato para un héroe del siglo XX, para el conquistador de miedos, para la inspiración de la humanidad... ¿Hablamos de liderazgo, el de verdad? Entonces hablamos de Nelson Mandela.

 

Entre mis libros, un poco desordenados, apareció la idea que me dirigió hacia este nuevo retrato. Así comienza mi humilde homenaje a otro “milagro del siglo XX”, otro personaje carismático, otro constructor de paz: Nelson Mandela.

“Un arco iris en la noche”. Este es el libro de Dominique Lapierre que ha vuelto a conseguir el primer lugar en mi mesilla. Lo había olvidado pero al escuchar que Mandela se despidió del mundo al que ayudó tanto, fue cuando sentí que lo tenía que volver a leer. Les aseguro que Lapierre consiguió sintetizar con brillantez la historia de Sudáfrica y enviar un mensaje de esperanza y libertad.

Se trata de una historia sobre Sudáfrica marcada por la guerra y el racismo del apartheid. Según  el autor, el 6 de abril de 1652, los conflictos comienzan cuando unos pocos agricultores holandeses inician, sin saberlo, una colonización que dará lugar a la formación de Sudáfrica. Habían desembarcado entonces en la punta de África para plantar lechugas y venderlas a los barcos de la Compañía de las Indias Orientales de Ámsterdam y así combatir el escorbuto que estaba diezmando la tripulación. Esta es la idea que más fascinó al escritor: “¡Una aventura colonial que comienza con la plantación de lechugas!”.

Lapierre retomó esta expresión de Mandela para el título de su nuevo libro en el que, una vez más, describe una gran epopeya humana.

Y lo consigue, sin duda. Lapierre nos cuenta a partir de testimonios de protagonistas de los hechos la lucha infatigable del African National Congress (ANC) de Nelson Mandela en aras de la tolerancia racial, y los esfuerzos de miles de ciudadanos por defender sus ideales de convivencia pacífica e igualitaria. Esta obra es un merecido homenaje a todos los sudafricanos que se opusieron a la locura racista extrema de unos pocos iluminados, que desde el sillón del poder, quisieron jugar a ser dioses.

Y llegó la despedida…

Ahora, el mundo entiende que la despedida de Mandela llegó y, conmovido, dice adiós a este tamaño de hombre que trascendió su nación, su continente y su causa. Son testimonios fuertes de la verdad que al marcharse inevitablemente dejan un vacío, más fuerte quizá cuando hace falta un Mandela mexicano, uno español, uno chino…

La historia de Nelson Mandela es inmortal: tras 27 años en la cárcel por pelear contra el apartheid (sistema racista de Sudáfrica), se convirtió en el primer presidente elegido democráticamente en su país, y lo gobernó sin rencor hasta lograr la reconciliación entre blancos y negros.  

Nelson Mandela nació el 18 de julio de 1918 en un poblado de 300 habitantes. Pertenecía al clan Madiba de la etnia xhosa, fue uno de los 13 hijos, que tuvo su padre con sus cuatro esposas, su madre era la tercera. 

Hoy mientras sus más de 250 premios y reconocimientos internacionales, incluido en 1993 el Premio Nobel de la Paz, cuelgan en los muros, su vida se apagó y todos entendemos que se ha marchado.

Ligado siempre a la verdad

Su partida nos duele porque se trata de un hombre ligado siempre a la verdad. Más que la riqueza, la belleza o la salud, es la verdad la principal necesidad de la persona humana. Conocida como la adecuación de la razón a la realidad, la verdad se vuelve indispensable para el equilibrio y bienestar de las personas y sus instituciones.

Muchas personas confiesan que han llorado cuando han conocido a Mandela. Morgan Freeman, que lo interpretó en Invictus no derramó lágrima alguna cuando lo conoció, y así narró el encuentro: "Madiba me invitó a un desayuno. Yo no había comido nada, y de repente me encuentro con que sólo me da un té. Así que me decepcionó un poco la primera vez -ironiza deliciosamente el actor-, pero nos hicimos amigos y seguimos siendo amigos. Para siempre".

Aunque sí estaba nervioso -confiesa Freeman- antes de estrechar la mano de Mandela, el hombre que salvó a un país de la Guerra Civil: "Cuando uno va a conocer a un Rey o a un presidente no sabe lo que decirle salvo el típico 'es un placer', porque no se te ocurre soltarle: Así que aparte del clásico 'es un gran placer saludarle' me despedí con: 'Ha sido un gran placer, Mr Mandela'". Al salir dijo Morgan Freeman que Mandela es "uno de los dos mejores políticos del siglo XX y XXI, que nos recuerda inevitablemente a Gandhi".

Qué bien nos vendría un Mandela español

Aquí, desde este lugar llamado Spain, qué bien nos vendría un Mandela, al que líderes, políticos y todos, maestros incluidos intentáramos seguir.

Prometo ordenar el Everest de libros que me rodean pero les confieso que descubrí hoy el sentido de eso que dicen que si Mahoma no va a la montaña, la montaña…

Mi montaña me devolvió la gran historia sobre Sudáfrica contada por Lapierre y me ayudó a entender que la figura de Mandela no se apagará nunca porque es tal el instinto de conservación del hombre que, como Gandhi, Teresa de Calcuta o el mismo Vicente Ferrer, se las ingenia para mantener en la memoria a los hombres de verdad, los que son capaces de repetir aquello: "Soy el dueño de mi destino, yo soy el capitán de mi alma".

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