A muchos refugiados de la guerra civil se les dio "un trato miserable", según Alfonso García

Alfonso García con su libro Entre el odio y la venganza. / Mundiario
Alfonso García con su libro Entre el odio y la venganza. / Mundiario

El autor del libro Entre el odio y la venganza, subtitulado El Comité Internacional de la Cruz Roja en la guerra civil española, explica que "vivían  hacinados en campos de concentración, muchos de ellos a la intemperie", porque Europa estaba "más preocupada por Alemania que por quienes huían de España".

A muchos refugiados de la guerra civil se les dio "un trato miserable", según Alfonso García

A los refugiados de la guerra civil española, sobre todo a los que 500.000 que huyeron a Francia, se les dio "un trato miserable", pues "vivían  hacinados en campos de concentración, muchos de ellos a la intemperie", porque Europa estaba "más preocupada por Alemania que por quienes huían de España", según Alfonso García, autor del libro Entre el odio y la venganza, subtitulado El Comité Internacional de la Cruz Roja en la guerra civil española. El autor deja atrás dos años y medio de trabajo con una intensa dedicación diaria para poder analizar en torno a 12.000 documentos digitalizados, escritos en francés, procedentes del archivo del CICR; además de abundante bibliografía sobre la guerra civil.

En esta entrevista para MUNDIARIO, donde colabora como columnista, Alfonso García eludió definir a cinco personajes de su obra en una frase. "Podría dar mi opinión, naturalmente; pero mi propósito –razonó– ha sido que el lector obtenga sus propias conclusiones acerca de hechos y personas y por ello he tratado de prescindir de adjetivos propios, ser fiel a la documentación analizada y prolijo en las citas. No sé si habré conseguido el objetivo; sí puedo decir que lo he intentado con honradez."

– Usted ha escrito el libro Entre el odio y la venganza. ¿Un título impactante?

– Es la realidad de lo que sucedió. Dos sentimientos muy primitivos, que sembraron el sufrimiento y el dolor en España, en los dos bandos. En ese ambiente de ira, odio y afán de venganza desarrollaron su tarea los delegados del CICR.

– Su subtítulo –el Comité Internacional de la Cruz Roja en la guerra civil española-, nos sitúa realmente en una época. ¿Le apasiona?

– Me apasiona y me duele, porque 80 años después siguen vigentes las dos “españas” enganchadas entre sí –la cruel y la magnánima, la clerical y la anticlerical, la monárquica y la republicana, la mística y la de los pecados capitales, y tantas otras–, discutiendo todavía sobre temas de siempre: forma del Estado, organización territorial, convivencia, relaciones con la iglesia,... En fin, tengo la sensación, tal vez como muchos españoles, de que nuestra vieja España es una “españa” permanentemente inacabada.

En la disputa partidaria que subsiste hemos incurrido en una enorme injusticia: olvidar a quienes vinieron a ayudar a los que sufrían, fueran de uno u otro bando, con un espíritu humanitario, neutral e imparcial

– Usted se plantea mirar al pasado sin ira, sin odio y sin afán de venganza. ¿Es posible?

– Por lo que vemos, no es posible; me gustaría que lo fuera y prevaleciera el sentido común, el perdón, el recuerdo como enseñanza para el futuro, sin usar el sufrimiento de los que murieron como arma contra quien piensa de manera diferente. Olvidamos que cada uno tiene sus muertos. En esa disputa partidaria que subsiste hemos incurrido en una enorme injusticia: olvidar a quienes vinieron a ayudar a los que sufrían, fueran de uno u otro bando, con un espíritu humanitario, neutral e imparcial. Entre ellos los delegados suizos del Comité Internacional de Cruz Roja. Pido memoria histórica para ellos.

– ¿Qué es España y qué es un español? 

– España, como cualquier país, es un crisol en el que caben su historia, su cultura –entendida en el más amplio sentido–, sus orígenes, sus tradiciones, costumbres, su paisaje,... Los españoles, por el hecho de serlo, llevamos en nuestra genética esos datos, que se van transmitiendo de generación en generación y nos permiten tener una identidad propia. Sin embargo, cada día, nos dejamos colonizar por costumbres, cultura y otros elementos completamente ajenos a nuestros orígenes, por dos razones, en mi opinión: una educación lamentable, que se olvida de esos aspectos y, en algunos casos, es tendenciosa, y, por otra parte, la ligereza de los mayores al absorber con tanta facilidad todo lo que llega de fuera.

– Usted no pone la pasión sobre la razón, como dijo el diplomático Félix Schlayer que hacía un español tipo de la época de la guerra, ¿por qué?

– Creo que se trata de una cuestión de honradez con uno mismo y con los demás, de ecuanimidad, de querer buscar “la verdad”, en la medida que es posible. La pasión nos conduce a buscar argumentos, hechos, opiniones,... que nos den la razón, que confirmen lo que sentimos, creemos o pensamos. La pasión es enemiga de la inteligencia y de la razón, en todos los aspectos de la vida: relaciones personales, familiares, sociales, laborales, en la investigación,... No es un lugar común, no es un tópico decir que los españoles vivimos intensamente los pecados capitales.

–¿Realmente es posible analizar la guerra civil española desde una perspectiva humanitaria, en función del trabajo llevado a cabo por el movimiento internacional de la Cruz Roja?

– Estuvieron presentes muchas organizaciones extranjeras, que vinieron con el propósito de auxiliar a los que sufrían: unas claramente políticas o sindicales, otras de matices ideológicos  o religiosos concretos, otras especializadas en determinadas tareas; no sería justo olvidar su labor. Ahora bien, la actividad del movimiento internacional de la Cruz Roja tiene algunas características que la hacen especial: su neutralidad le otorgó una cierta credibilidad ante los dos bandos, lo que le permitió realizar su misión con imparcialidad y eficacia. Por otra parte, su acción se extendió a todo el territorio nacional  durante los tres años. La ayuda prestada fue muy variada, no sólo material: información a familias, canjes y evacuaciones, visitas a prisiones, mediación en liberación de presos y condenas a muerte, protección bajo su emblema.  Otra faceta fue la diplomacia humanitaria desplegada por los delegados, todos de nacionalidad suiza, ante las representaciones diplomáticas acreditadas en España, las más altas autoridades, civiles y militares, de uno y otro bando, las dos sociedades de Cruz Roja existentes y ante otros organismos.

La misión del Comité Internacional de la Cruz Roja en España sirvió de experiencia para otros conflictos internos posteriores

– ¿Tuvo la Cruz Roja en España su primera experiencia en un conflicto interno?

– Efectivamente, así fue. La misión del CICR en España sirvió de experiencia para otros conflictos internos posteriores. 

– Por qué hubo un clima de hostilidad e incomprensión generalizado, incluso de cara a la Cruz Roja?

– Las pasiones desatadas en ambos bandos contra el otro contendiente fueron de tal calibre, que la neutralidad y la imparcialidad constituían una garantía: uno y otro bando consideraban que quien no estaba a favor de él estaba contra él.

–¿Cuál es su tesis personal sobre el derribo del avión Potez 54, en el que viajaba el delegado de la Cruz Roja Internacional en España?

– No fue una acción de guerra ni un error, el avión llevaba bien visible el rótulo “embajada francesa”, uno de los cazas voló a 400 metros de distancia y saludó con el clásico albeo de amistad y así lo contaron los pilotos de los dos cazas. La explicación de las causas del atentado merecen ser leídas con calma; tan solo diré que mi opinión no coincide con la de los historiadores que se han ocupado de este asunto y añado datos no tenidos en cuenta hasta hoy, para explicarlo. Una muestra del tacto del Comité Internacional es que siempre fue considerado como incidente, nunca utilizó la palabra atentado.

– ¿Cuánto tiempo ha estado buceando entre documentos y fotografías de la época? 

– Han sido dos años y medio de trabajo con una intensa dedicación diaria; he analizado en torno a 12.000 documentos digitalizados, escritos en francés, procedentes del archivo del CICR; además de abundante bibliografía sobre la guerra.

He tropezado con muchas dificultades para conseguir documentación en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca

– ¿Qué tal se le da combatir en busca de la verdad?

– He tropezado con muchas dificultades para conseguir documentación en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, en forma de exigencia de permisos a Ginebra, desconocimiento de una parte de la información que habían recibido del CICR, tardanza en el envío de las digitalizaciones (teniendo en cuenta que los documentos están digitalizados en su totalidad desde hace ocho años y perfectamente catalogados por el ACICR). El Centro alega disponer de escasos medios personales. Es una pena que no estén disponibles en internet los 300.000 documentos digitalizados, después de tanto tiempo, máxime si se considera que este Centro se creó para difundir y facilitar  información sobre la guerra civil.

– ¿Le motiva que haya estudios que cifran en unas 20.000 las publicaciones sobre la guerra civil?

– Más que motivar, este dato me disuadió desde el principio, porque sería muy difícil decir algo nuevo sobre la guerra civil.

– Escribe usted mucho de los refugiados, los rehenes, los desmanes... ¿Por qué ya nos hemos olvidado en España de los refugiados?

– Pregunta muy oportuna en estos momentos, en que Europa y otros países rechazan la entrada de familias enteras que, por miles, huyen de la persecución, la guerra o el hambre. Vivimos en una sociedad egoísta, poco dispuesta a renunciar a los niveles de bienestar conseguidos y a compartir con quienes no tienen nada. La comunidad de naciones civilizadas debería poner en marcha un plan serio para que, a largo plazo, nadie tenga que huir del lugar en que nació y abandonar su lengua, su cultura y sus costumbres. Será imposible cualquier muro o prohibición legal, porque el sufrimiento es un poderoso consejero. Pero, también hay que recordar que a nuestros refugiados, sobre todo a los que 500.000 que huyeron a Francia, se les dio un trato miserable, pues vivían  hacinados en campos de concentración, muchos de ellos a la intemperie, porque Europa estaba más preocupada por Alemania que por quienes huían de España.

La primera presentación de Entre el odio y la venganza, en A Coruña
REDACCIÓN.- El autor del libro Entre el odio y la venganza, subtitulado El Comité Internacional de la Cruz Roja en la guerra civil española, ha elegido A Coruña para su primera presentación. La obra de editorial Espacio Cultura Editores, de la que es autor Alfonso García López, notario jubilado, ofrece una visión distinta de la guerra civil española, a la luz de la ayuda humanitaria desplegada por el movimiento internacional de la Cruz Roja durante el conflicto.
Junto al autor intervendrán Lola Roel, periodista y escritora, y José Luis Gómez, periodista y editor de MUNDIARIO, medio del que Alfonso García es un destacado columnista. El acto se celebrará el miércoles 11 de enero, a las 20 horas, en el salón de actos del Sporting Club Casino de A Coruña (calle Real, 83). Habrá entrada libre hasta completar aforo.

 

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