Movimientos lentos hacia la normalidad en la política catalana

Pancarta en el balcón de la Generalitat.
Pancarta en el balcón de la Generalitat.

Estamos viendo un doble discurso, hacia los propios seguidores, pleno de exaltación de la causa irredentista y hacia el conjunto de la sociedad, más moderado. La inevitable política de alianzas postelectorales afianzará el realismo.

Movimientos lentos hacia la normalidad en la política catalana

En el Palau Robert de Barcelona, coincidiendo tanto con las vacaciones navideñas como con la precampaña catalana, se exhibe una interesante y bien documentada exposición titulada “Aixafem el feixisme”, promovida por la Vicepresidencia de la Generalitat, de Esquerra. La exposición analiza un aspecto muy determinado de la confrontación civil, el papel de la propaganda, en este caso del Gobierno catalán, contra el alzamiento militar. La batalla cultural e ideológica, como parte fundamental de la acción gubernamental.

Además de documentar las numerosas iniciativas desplegadas, se trata de una exaltación del Gobierno de Companys. Incluso se documenta la respuesta a lo que ya entonces se vivía con malestar, la crítica del Gobierno republicano estatal a la presunta falta de compromiso del Gobierno catalán. Las memorias de Azaña abundan en datos sobre el particular. La exposición, una más de las muchas iniciativas públicas de revisión del pasado, revela la necesidad constante de construir un enemigo, de analizarlo obsesivamente para realzar la propia identidad, a su vez presentada como unívoca, sin pluralismo.

Sin embargo la sociedad catalana ofrece estos días mayor diversidad política que nunca. De un lado, por el fraccionamiento del nacionalismo, que concurrirá a las urnas con dos alternativas básicas de gobierno, las que representan Esquerra y Puigdemont (Junts x Cat), pero que necesitarán no sólo el concurso de otros grupos como la CUP, o PdeCat, sino, a tenor de las encuestas, el apoyo estable u ocasional de la facción catalana de UP y del PSC. Del lado de la derecha los tres partidos estatales, con PP y Ciudadanos en retroceso y Vox en ascenso.

La sentencia del Tribunal Supremo contra los políticos secesionistas, los ha eliminado como dirigentes políticos, forzando a una renovación de las candidaturas. Los nuevos rostros, aunque deudores inicialmente de sus mayores, paulatinamente definirán un perfil propio, acorde a las demandas del actual momento político. Así, aunque los candidatos nacionalistas principales mantienen la apelación a la república catalana, ningún analista considera que las condiciones sean remotamente parecidas a las de elecciones anteriores. El fracaso de la intentona secesionista ha impuesto un mayor pragmatismo en las posiciones políticas, conscientes del deterioro económico y de imagen que ha supuesto para la sociedad catalana. Estamos viendo un doble discurso, hacia los propios seguidores, pleno de exaltación de la causa irredentista y hacia el conjunto de la sociedad, más moderado. La inevitable política de alianzas postelectorales afianzará el realismo.

Además, el interés abierto del Gobierno central por una fórmula de gobierno en Cataluña que poco a poco normalice el diálogo y el encaje constitucional, influye en las posiciones políticas. A fin de cuentas tanto UP como el PSC están implicados al más alto nivel. Salvo sorpresas, deberíamos de asistir a un proceso lento, con tensiones, pero orientado a mejorar la convivencia entre instituciones diferentes y a cerrar la evidente fractura social, que especialmente Vox intentará ensanchar.

Por otra parte el Ayuntamiento de Barcelona, también muy dividido, acaba de aprobar los presupuestos más importantes de su historia con un inédito nivel de apoyo transversal, lo que favorece tanto la estabilidad como la recuperación económica. Por los mismos días también se ha conseguido un amplio respaldo político al proyecto estratégico de ampliación y mejora del tranvía de Diagonal. Contrasta con decisiones en alguna otra ciudad española tendente a eliminar cualquier posibilidad de implantar dicho medio de transporte sostenible.

Si el proceso de normalización de la política catalana se consuma de la forma apuntada, Sánchez habrá conseguido uno de los mayores éxitos políticos posibles, desdramatizando la mayor tensión territorial y recuperando el marco constitucional. Una opción diametralmente opuesta a la de Rajoy, de parálisis y conflicto. No hay que olvidar que Cataluña sigue siendo uno de los principales motores de la economía española, pero también de la investigación, el deporte, la cultura y de otras numerosas actividades. Que siga siendo una región puntera es bueno para España. @mundiario

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