El modelo sanitario de la Xunta naufraga en el hospital de Vigo y genera una ola de indignación

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El aspecto de alguna comida es repugnante.

Lo de la comida es sencillamente una pesadilla: o llega fría o quemada. El sistema ahora implantado de carros portadores se ensayó hace años en el viejo Hospita Xeral, pero fue abandonado.

El modelo sanitario de la Xunta naufraga en el hospital de Vigo y genera una ola de indignación

Lo de la comida es sencillamente una pesadilla: o llega fría o quemada. El sistema ahora implantado de carros portadores se ensayó hace años en el viejo Hospita Xeral (y eso que la comida se cocinaba cada día), pero fue abandonado.

Las graves deficiencias y el descenso de la calidad de la Sanidad pública que de ello se deriva, como consecuencia de la precipitación con que fue puesto en   servicio el macro Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo –que pretende ser el buque insignia del modelo sanitario de la Xunta- son un contar sin parar. La indignación de los usuarios –que ya dio lugar a una gigantesca manifestación de protesta, apenas abiertas las puertas del centro, crece día a día. Pero lo peor es que los problemas no se resuelven. Por ejemplo, las resonancias se realizan en un camión fuera del centro, de modo que los pacientes en camisón son sacados a la calle, haga el tiempo que haga. No deja de ser curioso, por cierto, que sean los celadores y el personal auxiliar el que protagoniza las acciones de protesta de manera permanente.

Pese a lo enorme del complejo, la señalización es muy deficiente. No consta que exista un plan de evacuación ni, por supuesto, nunca se ha ensayado, no existen guías que indiquen por donde salir.

La dotación de los servicios comunes de atención es caótica. Un ejemplo: en el viejo Hospital Xeral, cada servicio disponía de un teléfono, ordenador e impresora. Ahora, tres servicios comparten el mismo teléfono, ordenador e impresora, por lo que el personal hace cola para labores ordinarias. Lo de las sillas parece una broma: para una dependencia con cinco personas hay solamente dos sillas.

La ubicación de los servicios hace que, aparte de interminables colas, los usuarios hayan de hacer largos desplazamientos para una simple radiografía. La señalización general es escasa e incompleta.

La deficiente calidad de los materiales de obra, la falta de estanterías y muebles hace penosa la labor cotidiana del personal. La disposición de los asientos en las salas de espera, siguiendo criterios estéticos ´-según dicen- y no de funcionalidad, hace que los pacientes hayan de estar realizando escorzos para ver los turnos en la pantalla. Los materiales empleados en las paredes impiden colgar un cuadro sin causar desperfectos.

La pesadilla de la comida

La comida, su acabado y presentación –lo he comprobado en personal- es infamen, cuando no nauseabunda. No se tienen en cuenta las dietas, en casos especialmente graves, de modo que los pacientes han pedido poder la comida de casa. Estando yo en el hospital, una persona tratada de un cáncer, mandó a un familiar a la cafetería a buscar un plato combinado: le habían servido un pescado ennegrecido y una ensalada que no tenía prescrita por su tratamiento. A una embarazada con problemas de transaminasas le sirvieron unas salchichas quemadas de aspecto asqueroso y que no podía comer. Como es sabido, en estos casos, los pacientes deben evitar los alimentos muy grasos o procesados.

Lo de la comida es sencillamente una pesadilla: o llega fría o quemada. El sistema ahora implantado de carros portadores se ensayó hace años en el viejo xeral (y eso que la comida se cocinaba cada día), pero fue abandonado.

Ahora, los alimentos se cocinan con unos días antelación, en función del producto y se sirve hasta tres días después. Según explicó la empresa concesionaria, la comida se guarda en bandejas en una cámara de conservación. Se hace a menos de 4 grados sin congelar. “Después, cuando llega el día de servir la comida, primero se emplata; después, se lleva a unos carros que albergan varias decenas de bandejas; estas se introducen en una máquina con unas planchas que calientan las bandejas por debajo con un sistema de inducción, regulando la temperatura en función del alimento. Se llama estación de regeneración. Luego se sirven. Es lo que se conoce como línea fría”.

Eso explica la empresa beneficiaria de la concesión, pero lo que perciben los pacientes es que lo que les llega está frío o quemado, que la regulación del sistema falla y que el estándar de calidad sobre los niveles conocidos hasta ahora ha bajado.

Las deficiencias y las protestas son tales, que el PP ha reaccionado de modo contradictorio. Primero, indicando que un hospital no es un hotel, aunque el aspecto hostelero y de atención al paciente debe formar parte de la gestión clínica. Luego, Núñez ha sacrificado por incompetente a su conselleira de Sanidad, sustituida por una persona con experiencia en la gestión hospitalaria.

Pero lo cierto es que la Xunta piensa seguir favoreciendo a la concesionaria Serunión, que gestiona la cocina de unos 60 hospitales. En el futuro, Serunión prevé concentrar en el Álvaro Cunqueiro la preparación de todos los platos de todos los hospitales de Vigo. Más negocio para un deficiente servicio, como está a la vista.

La empresa beneficiaria de la política de la Xunta está acostumbrada a las protestas y, con el respaldo del poder político, no le hace mella. La compañía, que obtuvo en 2014 unos beneficios de 10,7 millones, fue cesada en el servicio que realizaba a 19 colegios de Segovia en mayo de este año. La suspensión cautelar decretada por la Junta de Castilla y León se debió a un "incidente alimentario", la aparición de una tuerca metálica en un comedor escolar. El expediente se cerró sin que nadie acertase a deducir de dónde salió la pieza metálica que llegó al comedor escolar de Palazuelos de Eresma.

Serunión defendió ante los medios locales que era habitual que se produjese alguna incidencia a lo largo del año y que sus alimentos pasaban todos los controles de calidad y análisis.

La Junta tomó la decisión de apartar a esta empresa –-concesionaria en una UTE junto a Grupo Lince Asprona-- cautelarmente del servicio a la espera de aclarar los hechos debido a que la empresa era reincidente. En octubre de 2014, aparecieron en seis comedores de León y Segovia larvas de gorgojo en la sopa. El incidente "de los gusanos", como lo recogieron los medios, forzó a la empresa a pedir disculpas y a encajar una sanción de 21.000 euros, según adelantó El Mundo. En estas manos ha puesto Alberto Núñez la comida de los hospitales de Vigo.

La cuestión del aparcamiento

Y está la cuestión del estacionamiento. Aparte de los precios abusivos, el tiempo de validez del ticket es tan corto, que yo mismo tuve que pagar suplemento porque perdí unos minutos buscando mi coche en aquella inmensidad. La concesión reserva 500 plazas gratuitas para el personal, pero no son suficientes. Uno de los carriles de acceso al hospital está inutilizado porque se usa como aparcamiento y los coches ocupan el arcén y parte de la propia carretera que conduce al campus universitario a lo largo del propio hospital.

En suma, un desastre de imprevisión y mala gestión. Y este es el modelo.

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