Una moción constructiva y de higiene democrática

Pedro Sánchez. / Anamaría Tudorica
Pedro Sánchez. / Anamaría Tudorica

En España, como en Italia, la política ha entrado en un círculo perverso de inestabilidad y fraccionamiento electoral que, por el momento, no lastra la buena marcha de la economía ni de otros ámbitos de la sociedad civil.

Una moción constructiva y de higiene democrática

La presentación por el PSOE de una moción de censura al Gobierno, ha aumentado si cabe la ya enorme presión en la que está instalada la política española. A las tribulaciones de un Ejecutivo en minoría asolado por los casos de corrupción, con un conflicto enquistado en Cataluña, con el nacionalismo vasco presto a la rapiña y más voces centrífugas en distintos territorios, se ha sumado un posible final de legislatura para entronizar a Pedro Sánchez.

Se escucha a los agoreros pedir una regeneración de la vida pública, otra hornada de dirigentes, ignorando que en España, como en Italia sin ir más lejos, la política ha entrado en un círculo perverso de inestabilidad y fraccionamiento electoral que, por el momento, no lastra la buena marcha de la economía ni de otros ámbitos de la sociedad civil. No es un consuelo pero en Italia viven así desde hace décadas y no ha dejado de ser uno de los principales países de Europa.

Tenemos una moción de censura porque era ineludible para los socialistas aún con la convicción de que se perderá pues no será posible un gobierno multicolor con más riesgos que beneficios, ni tiene sentido entrar en la subasta de votos que ya ha comenzado con las posiciones maximalistas de unos y otros. La moción tiene otro objetivo: situar al PSOE como alternativa en un momento de crisis institucional del PP o, si se prefiere, disputarle esa posición a Ciudadanos que caminaba en loor de encuestas y a lomos de algunos medios de comunicación.

Evidenciará la soledad del PP y su ya evidente fin de ciclo, pondrá en aprietos a Ciudadanos, forzará a Podemos al apoyo incondicional para desviar la atención del caudillismo de su líder y obligará a los nacionalistas a tomar posición en la política estatal. Todo ello si Pedro Sánchez acierta a situar los problemas en términos viables y recupera la mejor tradición del PSOE como partido de Gobierno. Se perderá, pero Sánchez puede quedar situado como referente al PP mientras Rivera tendrá mayores dificultades para desarrollar una alternativa creíble mientras vota al PP.

Rajoy lo tiene difícil pero no imposible. No está condenado directamente, la incriminación de su partido, aunque escandalosa, es colateral a los hechos probados y sobre todo, la oposición está muy desunida con respecto a la alternativa de gobierno. Si a ello se suman sus bien probadas dotes `parlamentarias, el debate puede servirle para justificar seguir ganando tiempo. Pues la primera regla de la vida política es no hacer lo que tus rivales quieren, en este caso convocar elecciones de inmediato.

Los frutos de la moción de censura se recogerán en las elecciones locales y autonómicas del próximo año, antesala de las generales. Desde ahora asistiremos a un posicionamiento de los partidos en clave electoral, consumido el ciclo de desgaste del partido que gobierna. Queda tiempo para la emergencia de nuevos líderes locales o autonómicos pero las tendencias de voto comenzarán a perfilarse de forma definitiva tras el debate de la moción.

El emocionalismo por el que ha optado Ciudadanos en las últimas semanas se compadece mal con una moción de censura constructiva que obliga a analizar los principales problemas y las posibles soluciones. Es el partido que más arriesga en el debate y por ello está lanzando propuestas pintorescas, como la moción instrumental sin líderes para una convocatoria inminente de elecciones. Sólo el debate riguroso sobre el país, no tanto sobre la corrupción ya juzgada, puede levantar el interés y el respeto de los electores, hastiados del bucle de acusaciones mutuas en el que lleva tiempo instalada la vida pública. Bienvenida sea la moción de censura si nos reconcilia con el mejor rostro de la política parlamentaria, el que atiende a los problemas reales. @mundiario

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