Merkel protege los intereses de Alemania, que no son los de España

Angela Merkel recibe un beso de Mariano Rajoy.
Angela Merkel recibe un beso de Mariano Rajoy.

La canciller alemana y el presidente español coinciden en la defensa de la política de recortes y austeridad y en seguir con sus reformas. Más de lo mismo. Pocas esperanzas.

Merkel protege los intereses de Alemania, que no son los de España

La canciller alemana y el presidente español coinciden en la defensa de la política de recortes y austeridad y en seguir con sus reformas. Más de lo mismo. Pocas esperanzas.

 

La canciller alemana, Angela Merkel, y el jefe de Gobierno español, Mariano Rajoy, coinciden en la defensa de la política de recortes y austeridad y en seguir con sus reformas. Tras su cumbre informal de Santiago de Copostela, más de lo mismo. Pocas esperanzas para quienes reclaman políticas de crecimiento, la única manera de crear empleo.

Pero recapitulemos un poco ante esta situación. España -léase sus familias, sus empresas, sus bancos y su propio Estado- se endeudó porque alguien le financió: básicamente, bancos alemanes y franceses y fondos de diversos países. La burbuja no se formó con aire, sino con dinero caliente. Al estallar, tras la quiebra de Lehman Brothers en 2008, no hubo quita, sino austericidio constitucional. Las quitas, como mucho, fueron domésticas.

La devaluación interna se hizo necesaria y se vio agravada por la falta de crecimiento. Europa -léase Alemania- no ayudó para poder salvaguardar a los ahorradores germanos. Nada de quitas, nada de inflación. Nada de eurobonos. Ni una palabra de mutualizar la deuda. La única preocupación de Alemania fue -y es- asegurar los ahorros de sus ciudadanos y que sus bancos no pierdan un euro en países como España, para ellos díscolos e informales.

España sigue hoy en día tan endeudada como siempre, pero ahora también está el Estado. Es evidente que precisa crecer con un poco de inflación. Pero hasta que Alemania no cambie de política económica, los españoles seguirán 'exigidos', como decía Arsenio Iglesias de algunos futbolistas agotados o sin recursos.

La solución de España y, en general, de la zona euro pasa por una reestructuración de la deuda privada, la recapitalización del sistema financiero, un plan de inversión pública y monetizar la deuda, tal vez con algo de inflación y un euro depreciado para reactivar el crecimiento. Nada que no hayan hecho antes desde Estados Unidos, por lo que se ve con buenos resultados para Barack Obama.

La política monetaria ya es europea -léase alemana- y la política fiscal está condicionada por el pacto de estabilidad; es decir, por Alemania. España precisa que el Banco Central Europeo se ocupe del pleno empleo, como hace la Reserva Federal de EE UU. También necesita un plan de inversión. Pero a Mariano Rajoy parece que le preocupa más darle un puesto a Luis de Guindos en el Eurogrupo y otro a Miguel Arias Cañete en la Comisión Europea. A Merkel no le molesta el ascenso de ninguno de los dos. Serán alumnos aplicados.

A las pocas luces de Mariano Rajoy tampoco aporta mucha claridad el flamante líder de la Oposición, Pedro Sánchez. Si bien su diagnóstico parece correcto (paro, precariedad, desigualdad...), a sus alternativas le falta concreción, sobre todo en cuanto a la fórmula para conseguir un mayor crecimiento económico en España.

Pedro Sánchez va a tener que ser más preciso para dar respuesta a los españoles a los que apela: muchos españoles de 30 años que nunca han tenido empleo, y muchos otros de su generación, mayores de 45, que no volverán a trabajar, si no cambian drásticamente las cosas, como él mismo dice. Pero para eso no basta con frases retóricas como que los socialistas proponen forjar un nuevo pacto social europeo por la competitividad, el trabajo y la cohesión social.

Sin duda, hay buenas intenciones en el decálogo socialista de medidas inscritas en el pacto social europeo para activar la política monetaria, cambiaria, fiscal, energética, financiera, industrial y laboral, pero faltan detalles -y claridad- sobre el cómo.

Otros socialistas que cambiaron el rumbo de Europa, como Willy Brandt, François Mitterrand, Lionel Jospin, Felipe González, Olof Palme, Bruno Kreisky, Andreas Papandreu o Mario Soares tuvieron un discurso más claro y directo del que aflora, de momento, Pedro Sánchez. Todos esos gobernantes socialdemócratas y socialistas supieron fortalecer el Estado del bienestar, alejados del darwinismo económico y de la concentración del poder financiero. Para convivir con el neoliberalismo ya están los políticos de derechas. @J_L_Gomez

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