En Marea, el meláncolico viaje a ninguna parte del rupturismo gallego

Xosé Manuel Beiras. / La Tuerka
Xosé Manuel Beiras. / La Tuerka

De lo dramático de la situación interna de En Marea es todo un síntoma que Beiras haya decidido mantenerse al margen de la guerra abierta entre "villaristas" y "bruzistas". Por no hacer, ni siquiera hizo hasta ahora un llamamiento al cese de las hostilidades.

En Marea, el meláncolico viaje a ninguna parte del rupturismo gallego

Esto ya no hay quien lo arregle, reconocen algunos de los protagonistas directos de la crisis del rupturismo en Galicia. Si al final ha de ser un juez el que decida cuándo y en qué condiciones se va producir la renovación de los órganos directivos de En Marea, sólo quedará rubricar el acta de defunción de la segunda fuerza política del actual Parlamento gallego. Y sálvese quien pueda. De no ser por un milagro, el fiasco de AGE está a punto de repetirse, corregido y aumentado. Asistimos ahora a la escenificación de una ópera bufa que protagonizan el oficialista Luís Villares y el crítico David Bruzos, acompañados de un destacado elenco de conspiradores que acumulan una larga experiencia personal en eso dinamitar desde dentro espacios políticos que contribuyeron a crear pero que ya no consideran útiles para sus intereses personales o de grupo.

En Marea puso en marcha hace ya tiempo un proceso de autodestrucción del que todos sus dirigentes son en alguna medida corresponsables sin que a estas alturas de la película ese triste final parezca importarle de verdad a ninguno de ellos. Se detecta movimientos sospechosos por parte de quienes tienen claro que algo habrá que "artellar" el día después de que se consume el esperpento. Los podemitas que ahora lidera Gómez-Reino y Esquerda Unida (EU) lo tienen todo dispuesto para adaptar al escenario galaico Unidos-Podemos o algo parecido. Lo que estaría por ver, llegado el caso, es que cómo se las arreglarán Anova y sus satélites para reconfigurar el espacio nacionalista alternativo y no perder el poco peso que aún puedan tener por sí mismos en el panorama político gallego y en Madrid.

De lo dramático de la situación interna de En Marea es todo un síntoma que Beiras haya decidido mantenerse al margen de la guerra abierta entre "villaristas" y "bruzistas". Por no hacer, ni siquiera hizo hasta ahora un llamamiento al cese de las hostilidades, aprovechando su indiscutible autoridad moral y su privilegiada condición de refererente, incluso estatal, de los espacios de confluencia. El viejo profesor debe considerar que es más útil para la causa poniéndose de perfil, por más que esa actitud a más de uno de sus incondicionales le pueda parecer impropia de quien se ha caracterizado siempre por no eludir ningún tipo de confrontación ideológica ni de conflicto orgánico (recuérdese el "cisma de Amio" de 2012, que supuso el traumático resquebrajamiento del Bloque).

Para las próximas elecciones autonómicas faltan casi dos años y por lo tanto hay tiempo para que surja otro artefacto político que recoja aunque sólo sea una parte del actual electorado de En Marea. Pero las municipales están a la vuelta de unos meses. Por ahí van a venir las prisas. Los rupturistas deberían estar centrados en la batalla por mantener las alcaldías de A Coruña, Santiago y Ferrol y en avanzar en el resto de las grandes ciudades y   villas del país. Sin embargo, están consumiendo –unos más que otros, eso sí– muchas de sus energías en cuitas internas que no les llevan a ninguna parte y que, como todo todo esfuerzo inútil, acabará por sumirles en la melancolía. Ellos mismos parecen condenarse a un bucle meláncolico. @mundiario

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