Las Mareas, devenidas en grupúsculos, se rinden al centralismo de Unidas Podemos

Martiño Noriega. / Mundiario
Martiño Noriega. / Mundiario
Si los dirigentes estatales se embarcan en la campaña gallega, ésta puede transformarse en parte de la confrontación estatal. Algo que perjudicaría al PP, pues Casado no sumaría nada, y beneficiaría al PSOE, que nada tiene que perder.
Las Mareas, devenidas en grupúsculos, se rinden al centralismo de Unidas Podemos

En su día la aparición de las Mareas fue uno de los pocos factores novedosos en la lánguida política gallega, siempre igual a sí misma. Su empatía con las demandas de sectores muy amplios que pedían una política más innovadora, les otorgó las tres Alcaldías principales de la provincia coruñesa: A Coruña, Santiago y Ferrol, mientras en el Parlamento se transformaban en el primer partido de la oposición, superando al PSdeG - PSOE, que atravesaba otra de sus periódicas guerras civiles.

Cuatro años después las Mareas han perdido relevancia lastradas por sus innumerables conflictos internos, conductas desaforadas y especialmente por la desastrosa gestión al frente de las alcaldías citadas. En el Parlamento han protagonizado escisiones, siendo incapaces de articular una mínima oposición coherente. Al final incluso su líder se vio obligado a abandonar primero el liderazgo y finalmente la política. Es imposible un mayor fracaso.

Ahora, urgidos por el adelanto electoral, han logrado ponerse de acuerdo bajo las condiciones de Unidas Podemos, que para algo cuenta con ministros en el Gobierno estatal y con votos cuantificados. Reproduciendo el modelo existente en otros territorios pero con la ventaja de que en el momento actual las Mareas carecen incluso de un líder. Son tendencias locales agrupadas en torno a la supervivencia. Que el candidato de Xosé Manuel Beiras, a la postre el único dirigente solvente, haya tenido que declinar la candidatura de Martiño Noriega en favor de un diputado madrileño, ilustra el hundimiento de quienes hace cuatro años parecían la alternativa de la izquierda.

Así la alternativa en Galicia pasa a manos del socialismo. No logrará ganar a Alberto Núñez Feijóo pues la distancia es enorme, pero éste puede perder la mayoría absoluta para dar paso a una coalición de tres grupos. Las encuestas publicadas hasta ahora coinciden en los rasgos principales: hegemonía socialista, fuerte crecimiento del BNG y hundimiento electoral de las Mareas.

Del lado popular se están tomando medidas inteligentes, como el rechazo a Vox y las condiciones impuestas a Ciudadanos para integrarse. Las críticas abiertas que Feijóo está recibiendo en algunos medios madrileños muestran la irritación que la dirección nacional del PP está acusando, pero también el desconocimiento supino sobre la realidad gallega, una marca de fábrica en los medios madrileños que desean situar a los gallegos a caballo entre lo pintoresco, la crónica de sucesos y la reserva conservadora.

Quedan seis semanas, suficientes para que se produzcan movimientos electorales. El PP tiene un margen escaso, si su electorado no vota masivamente puede perder el último escaño de cada circunscripción y con ellos la mayoría absoluta. Para el PSOE es tiempo de crecimiento, pues el grado de conocimiento de Gonzalo Caballero aumentará y si le une un diagnóstico claro de la situación y algunas vías estratégicas para el futuro, puede beneficiarse aún más de la crisis de las Mareas.

Si los dirigentes estatales se embarcan en la campaña gallega, ésta puede transformarse en parte de la confrontación estatal. Algo que perjudicaría al PP, pues Casado no sumaría nada, y beneficiaría al PSOE, que nada tiene que perder. Aunque la irrupción de Podemos en la campaña gallega introduciría más riesgos para la alternativa que ventajas. Por otra parte, no es descartable que la campaña se ensucie. Ya han aparecido noticias sobre los intereses espúreos del PP en relación con Pemex y con una oscura operación tráfico de divisas en Venezuela, al amparo de la atención a emigrantes. Es un condimento inevitable del guiso electoral. @mundiario

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