El socialista Manuel Marín, un político español reconocido dentro y fuera de su país 

Manuel Marín y el ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, firman el tratado de adhesión de España a la Comunidad Europea, en 1985. / El País
Manuel Marín y el ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, firman el tratado de adhesión de España a la Comunidad Europea, en 1985. / El País

En 1986 inició una larga y exitosa etapa en la Comisión Europea, donde ejerció distintos cargos de alta responsabilidad, entre ellos la vicepresidencia durante los mandatos de Delors y de Santer.

El socialista Manuel Marín, un político español reconocido dentro y fuera de su país 

Manolo Marín ha muerto. Sólo tenía 68 años. Otra vez la mano fría y fatal se posa sobre uno de los mejores. Lo conocí recién nombrado secretario de Estado para las Relaciones con las Comunidades Europeas, en el primer Gobierno de Felipe González. Corría el año 1982. Él era un joven político en el que ya se vislumbraba la talla que pronto demostraría y yo un inquieto periodista del diario Ya que por entonces cubría información del Gobierno. Al poco de conocerlo, todos coincidimos: el enviado de España a los organismos europeos reunía las mejores condiciones. Inteligente, culto, trabajador, honesto, moderado, capaz de generar confianza y de abrir los cauces necesarios para la integración de nuestro país en la UE, hecho histórico que se produjo tres años más tarde.

El excelente trabajo que desarrolló, reconocido dentro y fuera de nuestras fronteras, hizo que Manolo Marín iniciara en 1986 una larga y exitosa etapa en la Comisión Europea, donde ejerció distintos cargos de alta responsabilidad, entre ellos la vicepresidencia durante los mandatos de Delors y de Santer.

Volví a reencontrarme con él a partir del año 2000, cuando regresó a la política nacional en calidad de diputado del PSOE por Ciudad Real. Y lo traté con mayor intensidad a partir de que, en 2004, fuera elegido presidente del Congreso de los Diputados, donde también dejó el sello de su conocimiento, respeto y encomiable talante democrático. Siendo yo director de Colpisa, asistió a los desayunos off the record que celebrábamos en la agencia y también tuve oportunidad de debatir con él en varias ocasiones largo y tendido, sin cortapisas, sobre los distintos asuntos de actualidad nacional e internacional.

Su amplia y profunda visión europeísta iluminaba espacios que los demás desconocíamos. Y en la charla siempre había un hueco para hablar de nuestra compartida afición al mar, de Almería, de Vera, donde él veraneaba, y de los estupendos arroces de Casa Tadeo, en Villaricos.

Cansado de la refriega política y cada vez más alejado del rumbo que emprendió su partido, una tarde de finales de octubre de 2007 nos anunció que ponía fin a su carrera política. Lo dijo con firmeza, con razonada crítica por lo que ya no le gustaba y también con autocrítica, pero agradecido y sin ningún rencor hacia nada y hacia nadie. El PSOE perdió aquel día a uno de sus políticos más capaces y brillantes, y lo perdió España. Esta semana, en un mal día, hemos perdido a la persona. Nos queda su recuerdo, su gran recuerdo, y su ejemplo al servicio de los intereses generales allá por donde pasó. @mundiario

Comentarios