La manipulación a través de las redes y los medios se agrava cuando se institucionaliza

Representación de la manipulación. / Facebook
Representación de la manipulación. / Facebook

La manipulación se agranda en España con cualquier cosa, de ahí que el momento actual no sea especialmente constructivo, pero seguro que tiene arreglo con más cultura. ¿O no?

La manipulación a través de las redes y los medios se agrava cuando se institucionaliza

Atentados como los de Barcelona y Cambrils (Tarragona), con tantas personas muertas y tantos heridos, víctimas del terrorismo basado en una visión extremista del islam, tiene tal impacto en la sociedad –una sociedad plural– que es lógico que desate tantas reacciones, a veces convergentes –caso de la multitudinaria manifestación de este sábado en Barcelona – y otras completamente divergentes. Es normal, ya que la gente es muy diversa, como la propia sociedad en su conjunto. Tal vez fue siempre así y la diferencia está en que ahora lo sabemos al instante, gracias a las redes sociales. El problema de que la gente –opinando– reaccione de maneras divergentes –incluso raras y extravagantes– no debería serlo en una sociedad que disfruta de la libertad de expresión, salvo que no aceptemos ese principio –¿universal?– del lingüista, filósofo, politólogo y activista estadounidense Noam Chomsky cuando nos recuerda que ”si crees en la libertad de expresión entonces crees en la libertad de expresión para puntos de vista que te disgusten”.

Desde una sociedad democrática, institucionalizada, el problema de las opiniones discrepantes –tirándose los trastos a la cabeza– está en la manipulación que hacen las instituciones, ya que éstas deben ser de todos y no de una parte. No debe pasar nada –ni pasa– cuando una persona suelta algo procedente o improcedente en su Twitter, pero sí debería pasar algo cuando una persona utiliza su cargo público para manipular a la sociedad, sea cual sea su intención. ¿Y si lo hace un periodista, que no es solo una persona de la calle ni un cargo público, incluso si trabaja para un medio público? En ese caso se supone que hay unas reglas profesionales que deben cumplirse –una ética periodística– y unas responsabilidades editoriales de sus jefes y editores.

Salvo en la segunda legislatura de Zapatero, gracias a un pacto PSOE-PP para RTVE, en España ha habido escasa sensibilidad para asumir las buenas prácticas de la BBC

Durante años hubo infinidad de acusaciones a los medios públicos por manipulación, cuyos críticos se iban relevando según las etapas de alternancia en el Gobierno. Salvo en la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero, gracias a un pacto PSOE-PP para RTVE, en España ha habido escasa sensibilidad por implantar aquí las buenas prácticas de la BBC, pero ahora a este problema social –y no solo periodístico– se suma el uso que hacen no solo algunos medios públicos, sino también muchas instituciones públicas y ciertos partidos políticos de las tácticas de manipulación y burda propaganda importadas de ambientes conservadores de EE UU, radicalizados, que a menudo son puras réplicas de las malas prácticas de los propagandistas del nazismo. Curiosamente, en España, lo que en EE UU se hace casi siempre a la derecha, muy extrema, aquí puede suceder que se haga a derecha e izquierda, sin excluir al nacionalismo periférico.

El modelo, que algunos vinculan a la posverdad y palabras por el estilo inventadas sobre la marcha, está estrechamente ligado al populismo y tiene un hilo conductor de manual, basado en la insinuación, la presuposición y el sobrentendido, la falta de contexto y la inversión de la relevancia: los detalles frente al fondo de las cosas, lo que da pie a la llamada poscensura, que no es otra cosa que la inquisición popular que a veces domina las redes sociales. Dicho en otras palabras: en esta perversa manera de entender la comunicación, no hay nada más eficaz que un engaño basado en verdades, o envuelto sutilmente en ellas. La manipulación se agranda en España y el momento actual no es especialmente constructivo pero seguro que tiene arreglo con más cultura. @J_L_Gomez

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