Mal camino lleva quien cree que todos los que le rodean están equivocados

Banco de España. / Pixabay
Banco de España. / Pixabay

En estos casos, quien así piensa suele ser el único errado. Si no se vigila su cumplimiento, las normas son el hazmerreír del personal.

Mal camino lleva quien cree que todos los que le rodean están equivocados

Quienes no tienen las ideas claras suelen tomar decisiones cambiantes, absurdas y perjudiciales. Así se ha comportado el Gobierno de España a lo largo de esta crisis. Hoy recordaré su conducta mutante con el turismo, sector básico en la economía española, desde que, allá por los años sesenta del siglo pasado, Manuel Fraga Iribarne iniciara su fomento.

Veamos. En mayo adoptó el acuerdo de imponer la cuarentena a los turistas que llegaran a España, y  pocos días después la suprimía. También fue confuso y movible el calendario de apertura de nuestras fronteras.

Recordamos aún con estupor la frase  grandilocuente y campanuda de uno de los ministros que, afortunadamente, menos hablan: el “experto en economía” Alberto Garzón: el turismo que llega a España “es estacional, precario y de bajo valor añadido”. Ahí sigue, agarrado a la silla, calladito y todavía sin creerse que es ministro: ¡Quién se lo iba a decir!

Poco después, renacía la esperanza del sector, pues se abrieron “pasillos” hacia nuestras zonas más deseables y se invitó a visitar España a agentes turísticos europeos, para que constatarán la situación. Rápidamente aumentaron las reservas.

La vicepresidenta Ribera también echó su cuarto a espadas al dirigirse a los empresarios del ramo turístico en los siguientes términos: “El que no se sienta cómodo que no abra.”

Hace tan solo unos días, el señor Simón, tan sereno y taciturno como siempre, dijo sin despeinarse: “el que Reino Unido exija una cuarentena a cualquier persona que viene de España en cierto modo nos favorece porque desincentiva que venga gente del Reino Unido". Sigue en su puesto porque carece de la dignidad necesaria para retirarse discretamente por la puerta de atrás. La reacción del Gobierno británico tardó una hora en producirse: cuarentena para todos los que viajen de España al Reino Unido: por otra parte, Alemania, Francia, Holanda, Noruega, Irlanda, Austria y Bélgica desaconsejaron a sus nacionales viajar a determinadas zonas españolas.

Pese a la bondad de la gestión llevada a cabo por el Gobierno,  como pregonan y se pavonean, algo deben haber visto estos ocho países europeos, para tomar semejantes decisiones. Y es que quienes vivimos en esta España de ancha espalda que todo lo aguanta, comprobamos cada día la vigencia de las “dos españas” eternas: la oficial –todo va bien y somos estupendos- y la real, en la que los jóvenes y los empresarios de la noche se saltan a la torera las normas en “festorros” con hacinamiento, personal sudoroso y sin mascarilla, bebido, que siembra la inseguridad entre españoles y candidatos a visitantes.

Si no se vigila su cumplimiento, las normas son el hazmerreír del personal. Las reglas colectivas deben ser como las que los padres tendrían que aplicar a los hijos: pocas, claras, vigiladas y penalizadas... si no se cumple, naturalmente.

Y así las cosas, el señor Sánchez considera un “error y desajustada” la medida adoptada por el Gobierno de Johnson; vamos, que se han equivocado británicos, belgas, franceses, noruegos, irlandeses, alemanes, holandeses y austríacos: todos errados, menos él.

Ha llegado el momento de recordar al señor Sánchez, ministros y adláteres, que quien cree que todos los que le rodean están equivocados, debe empezar a pensar que, tal vez, el único equivocado es él. Pero malicio que Don Pedro no razonará de este modo porque le sobra arrogancia y le falta humildad para reconocer los errores; con esta actitud de cerrar la puerta a los desaciertos, está dando un portazo también a la de los aciertos.

Poca esperanza podemos tener los españoles, perjudicados con sus decisiones,  y  España, que se duele de su desprestigio en el mundo. Recordemos el reciente y humillante peregrinaje por Suecia, Holanda, Dinamarca, Austria,..., durante el que, una vez más, las hormigas europeas atribuyeron a España el papel de la cigarra en la fábula. @mundiario

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