¿Es Lula da Silva un perseguido político legítimo en un país del que fue presidente?

Lula da Silva. / prensa.com
Lula da Silva. / prensa.com

El veredicto de culpabilidad impuesto al expresidente brasileño Lula da Silva puede levantar sospechas por su carácter infundado, ¿pero es ello prueba de una trampa política? (Traducción al español de un ensayo publicado en el blog South [of] America por este analista político de MUNDIARIO.

¿Es Lula da Silva un perseguido político legítimo en un país del que fue presidente?

La "Operación Lavacarros” (Lava Jato) ha alcanzado a su sujeto más importante hasta ahora: Luiz Inácio Lula da Silva. En una decisión judicial que ha caído como un bombazo, el ex-presidente de Brasil ha sido encontrado culpable de recibir sobornos y condenado a casi 10 años de cárcel. Un tribunal de mayor jerarquía debe ahora confirmar o rechazar el veredicto en un proceso que puede durar meses, pero mientras tanto Lula es todavía un hombre libre. Si ese veredicto es confirmado, esta no sería la primera vez que Lula va a la cárcel, pues él fue encarcelado en 1980 por liderar una huelga de trabajadores del metal que el gobierno militar de entonces decretó como illegal.

Del lado de Lula, el veredicto en cuestión se califica como el resultado de una persecución política. La presidenta del Partido de los Trabajadores, fundado por Lula (hoy su presidente de honor), dijo que el objetivo era sacarle de la próxima contienda presidencial (de hecho, si el veredicto es confirmado, Lula no podrá aspirar nuevamente al cargo). Uno de los abogados defensores declaró luego de saberse la noticia que Lula fue víctima de lawfare (el uso abusivo de los procesos legales en contra de oponentes políticos) y que no existe evidencia para justificar el veredicto excepto especulación y el testimonio probablemente falso de un co-acusado. Dilma Rousseff, la presidenta destituida, dijo que la decisión del tribunal era un escarnio, mientras que el líder del PT en el Senado brasileño llamó a manifestaciones callejeras masivas en apoyo a Lula.

Me he expresado anteriormente en las redes sociales sobre este juicio. En primer lugar, opiné que era posible que existiesen dudas razonables sobre los motivos de los acusadores; en esta ocasión, los abogados de Lula presentaron un argumento muy verosímil en ese sentido.

Cuando Lula aceptó brevemente un cargo dentro del gabinete Rousseff, lo consideré cobarde porque daba la impresión de que se estaba intentando esconder algo detras de una immunidad ministerial. Eventualmente, según reportes de prensa, Lula presentó cinco horas de defensa desafiante y aguerrida, con lo cual hizo algo que también pensé que había que hacer: enfrentarse cara a cara a sus acusadores. También consideré que un veredicto de culpabilidad sería la caída de una personalidad con una historia inspiradora, siempre y cuando la acusación fuese fundada.

El caso que han presentado los abogados de Lula es tan inquietante que hay que pensar en la posibilidad de que el juez investigador abusó de su poder

El caso que han presentado los abogados de Lula es tan inquietante que hay que pensar en la posibilidad de que el juez investigador, Sergio Moro, abusó de su poder, pero a la misma vez el caso a favor de una persecución política es tan conjetural como la prueba que culpa a Lula. La pregunta todavía sin contestar es ¿quién se beneficia con Lula fuera de la campaña presidencial? ¿El juez Moro, quien niega toda intencionalidad política? ¿El presidente en funciones Michel Temer, temiendo que el PT está detrás de su cabeza por haber desbancado a Rousseff? ¿El grupo mediático Globo, acusado de mancillar constantemente a Lula? ¿Estados Unidos, cuyo diplomático principal para asuntos latinoamericanos es un retenido de la administración Obama que el Presidente Trump puede sustituir por alguien más a su gusto?

Todo ello nos lleva a otro punto. En una carta editorial para Folha de São Paulo publicada en octubre de 2016, Lula da su explicación de lo que está detrás de todo este drama judicial: “Trato de entender que esta cacería de brujas es parte de la lucha política, aunque es un método repugnante de lucha. No es a Lula a quien desean condenar; es al proyecto político que yo represento, junto con millones de brasileños”. Lula define a ese proyecto como uno basado en la igualdad de oportunidades, pero en el fondo es un proyecto social-demócrata. No hay nada de malo en los principios de la social-democracia, pero el gasto social que contempla es tan significativo que puede ser oneroso a largo plazo sin una economía productiva que lo sostenga.

Lula pudo implementar su proyecto siendo presidente gracias a la bonanza económica que supuso el boom de materias primas de América Latina

Lula pudo implementar su proyecto siendo presidente gracias a la bonanza económica que supuso el boom de materias primas que América Latina experimentó a principios de este siglo, ejemplo claro de ventaja comparada. Lula tampoco se refirió a las éltes económicas como “los escuálidos”, tal y como hizo Hugo Chávez en vida. En efecto, tal y como ocurrió con otros partidos de la “nueva izquierda” latinoamericana, el PT moderó sus puntos programáticos luego del trauma de la dictadura militar, de modo que la equidad socioeconómica sería ahora defendida con las armas de la democracia liberal en vez de venir de la mano de un cambio radical de régimen, además de no requerir ya el fin de la economía de mercado.

El epítome de esa transformación es la “Carta al pueblo brasileño” que Lula hizo pública luego de ser elegido presidente por primera vez, cuya intención fue la de tranquilizar a los mercados con la promesa de que Brasil honraría sus compromisos con sus acreedores externos y el Fondo Monetario Internacional. En definitiva, ya que Lula no tuvo la intención de alejar demasiado a Brasil de la ortodoxia económica que, según se sostiene, no contribuye a la igualdad de oportunidades, algunos dentro de la izquierda ven a su proyecto como uno insuficientemente transformador de la sociedad. Sin embargo, es ese mismo proyecto lo que Lula y sus seguidores creen está siendo atacado con este veredicto de culpabilidad del juez Moro. Cómo este proyecto inocuo se convirtió para seguidores (y quizás detractores) en algo tan radical como el chavismo es una incógnita.    

Asumiendo que Lula tiene la razón y es una víctima de una persecución política para beneficiar a sectores oligárquicos, hay que reconocer que el ex-presidente condenado no es otro Chávez (ni mucho menos otro Maduro), así que los oligarcas brasileños exageran en su oposición a este. De todas maneras, cualquier ganancia en el Bovespa ligada al veredicto puede esfumarse debido a lo que un politólogo brasileño ha descrito como una situación extrema que incluye la posibilidad real de que un outsider gane la presidencia el próximo año, ya que la mayoría de los presidenciables conocidos están implicados en escándalos de corrupción. La inestabilidad y lo impredecible no son buenas para los negocios, así que algo o alguien se perjudicó con este veredicto.

Esta historia, sin duda, continuará.

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