¿Lidera Sánchez un cambio histórico en España o se limita a resolver su investidura?

Pedro Sánchez. / Anamaría Tudorica
Pedro Sánchez. / Anamaría Tudorica

Si su prioridad es el encaje de Cataluña en España debe explicar personalmente hasta dónde quiere llegar –hay vías para hacerlo–, y si se trata de un paripé para ser investido, está arriesgando no solo su carrera política, sino también la credibilidad de un partido centenario como el PSOE.

¿Lidera Sánchez un cambio histórico en España o se limita a resolver su investidura?

ERC decidió avalar al socialista Pedro Sánchez como presidente del Gobierno a cambio de una negociación sin vetos, en la que cabe todo. Y todo es todo, lógicamente. La duda, pues, no está tanto en lo que se puede negociar, sino en lo que Sánchez está dispuesto a hacer. En primer lugar habría que saber si Pedro Sánchez, como hicieron otros presidentes –Adolfo Suárez, Felipe González o José María Aznar– se propone liderar cambios sustanciales en la estructura del Estado, asumiendo incluso contradicciones, como pasó con sus antecesores, o si se trata de un mero postureo o de una triquiñuela para lograr ser investido. Y, a la vista de sus actuaciones personales, no parece que quiera abanderar una nueva frontera al estilo de Kennedy, sino más bien permanecer en la Moncloa, por aquello de que el poder desgasta menos que la oposición. La verdad es que Sánchez tendría complicado resolver el encaje de Cataluña en España –algo histórico– con la pequeña mayoría parlamentaria de la que dispone.

En realidad, como observa en MUNDIARIO el veterano socialdemócrata José Luis Méndez Romeu, el candidato socialista tiene bien poco, teniendo aparentemente tantas cosas. Es decir, teniendo un Gobierno, dos socios, tres pactos, un referéndum encubierto, transferencias e inversiones a la carta..., Pedro Sánchez sigue en minoría. No solo no puede cambiar la Constitución, sino que ni puede aprobar unos Presupuestos. Para eso tendrá que volver a pasar por la mesa de negociación con los nacionalistas e independentistas. Y si quisiera cambiar la Constitución debería llamar a las puertas del PP, donde ahora le aguardan con el hacha. Ojo, pues, a la incertidumbre que planea sobre los acuerdos del PSOE con los independentistas y los nacionalistas. Conociendo a Sánchez no puede descartarse que todo sea un paripé para que ERC se abstenga y luego ya veremos. Porque ERC ha llegado, a su vez, al borde de su particular abismo. Y se agarra a un clavo ardiendo. Lo que realmente le interesa ahora es ganarle las próximas elecciones a los de Puigdemont. Y, entre el PSOE y Vox en Madrid, sabe qué es lo que le conviene.

Aunque sea algo en apariencia quimérico se habla mucho sobre la dichosa consulta a los ciudadanos de Cataluña. Palabras mayores para unos, alta traición para otros, insuficiente también, para algunos independentistas. En realidad, las reacciones están en el aire porque nadie sabe de qué consulta se está hablando. No es lo mismo un referendum de un nuevo Estatuto catalán que una consulta, por ejemplo, sobre una tercera vía, o un referendum de independencia o autodeterminación. Pero si convenimos que se está hablando de lo que se está hablando, claro que cabe todo tipo de reacciones... Algo peligroso para la democracia y para el propio sistema político español. Porque si algo debe existir es claridad y transparencia.

Dicho lo cual, por supuesto que es posible realizar una consulta a los catalanes con la Constitución en la mano. El problema se reduce al contenido de lo que se quiera –o se pueda– constitucionalmente consultar. En este sentido, no deja de ser llamativo que el único tipo de referendum mínimamente regulado en la Constitución sea precisamente el conocido como referendum consultivo. Léase, una consulta en la que quien tiene la iniciativa de autorizarla –el Presidente del Gobierno– no queda, sea cual fuere el resultado de la misma, vinculado para ejecutar la decisión que tome el cuerpo electoral. De ahí que una cosa sea resolver sobre quién puede constitucionalmente convocar esta consulta y otra distinta determinar cuál es la pregunta que se puede hacer a los ciudadanos.

Con la actual Constitución en la mano, no parece posible consultar a los ciudadanos catalanes si están favor o no de la independencia o autodeterminación de Cataluña, pero sí es constitucionalmente viable  consultar su opinión por medio de una novedosa formulación que sirviera al mismo tiempo para reforzar la solidaridad entre todos los ciudadanos del Estado español y posibilitara  la solución definitiva  a la singularidad de Cataluña. Es decir, aplicar al caso una  tercera vía entre el reconocimiento del derecho a decidir de los ciudadanos catalanes y su negación absoluta. Una vía novedosa que dejara trazado el camino hacia  una reforma y actualización de la Constitución española de 1978 desde la misma Carta Magna; por tanto, una consulta dentro de la Constitución, que es el  único procedimiento válido en una democracia avanzada en la que el problema no puede ser nunca  la pregunta que se somete a la consulta de los ciudadanos, sino la respuesta que estos puedan dar. Y por eso mismo, la pregunta de una consulta constitucional podría ser, por ejemplo, si los catalanes están a favor o no de una reforma de la Constitución Española de 1978.

¿Entonces cabe hacer una consulta solo en una comunidad autónoma, sin que se trate de un referendum sobre su Estatuto? En teoría, sí. Según el doctor en Derecho Público y ex letrado del Tribunal Constitucional Alfonso Villagómez, la realización de una consulta popular o referendum es una competencia exclusivamente estatal y se recoge en la ley orgánica de 1980 que ha canalizado todos los procedimientos en los órganos centrales del Estado (Rey, Gobierno y Congreso de los Diputados). Sin embargo, todo ello  no impide que la consulta pueda quedar limitada a una parte del territorio del Estado. Resulta que entre las condiciones y las prohibiciones establecidas para poder llevarse a cabo este tipo de consultas no se encuentra que su celebración tenga que  quedar circunscrita a una comunidad autónoma. Más bien en la citada ley orgánica se apunta lo contrario: "El referendum se decidirá por sufragio universal, libre, igual, directo y secreto en el ámbito que corresponda a la consulta", según ordena expresamente esa ley que en esta materia supone el desarrollo de lo ya previsto en la propia Constitución del 78.

Visto lo visto, parece oportuno que nos preguntemos –en serio– si Pedro Sánchez está liderando un cambio histórico en España o limitándose a resolver su investidura. Si su verdadera prioridad es el encaje de Cataluña en España debe explicar personalmente hasta dónde quiere llegar –hay vías para hacerlo, como hemos visto–, y si se trata de un paripé para ser investido, está arriesgando no solo su carrera política, sino también la credibilidad de un partido centenario como el PSOE, se supone que federalista y socialdemócrata. @mundiario

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