La lectura de la sentencia de la Audiencia sobre el 'Prestige' invita a la reflexión

Protesta de Burla Negra por el Prestige, en A Coruña. / Xurxo Lobato
Protesta de Burla Negra por el Prestige, en A Coruña. / Xurxo Lobato

La comunicación y la gestión de la información cobran especial interés y constituyen pilares básicos para construir un sistema de confianza que permita afrontar el impacto de un desastre.

La lectura de la sentencia de la Audiencia sobre el 'Prestige' invita a la reflexión

A punto de cumplirse 11 años del hundimiento del Prestige, catalogado por expertos en educación medioambiental y salvamento marítimo como una de las catástrofes de mayor impacto ecológico en transporte marítimo de mercancías peligrosas, resulta inevitable apelar a la rabia, impotencia y desesperación en la memoria cognitiva de la sociedad gallega, que recuerda aquel suceso que causó conmoción hasta en la mismísima Laponia.

Miles de voluntarios, venidos de todas partes, se pusieron manos a la obra en la árdua y compleja tarea de recogida del demoledor vertido; incluso con las mascarillas de papel suministradas por las administraciones que ni homologación de la CEE acreditaban. Un hecho más que evidente de que, a pesar de los riesgos asumidos en la recogida de los hidrocarburos, la percepción ciudadana demostró, una vez más, que es mucho más solidaria, y su respuesta más rápida que la percepción y actuación políticas; caracterizadas por la ausencia de una coordinación y planificación eficientes.

La lectura de la sentencia de la Audiencia Provincial de A Coruña invita a la reflexión. Se puede hablar de una "participación imprudente por omisión" en el caso del ministro. Como dice Carlos Martínez Buján, catedrático en Derecho Penal, “el Ministerio de Fomento es el que asume el control de la fuente de peligro y, por tanto, el garante originario en asumir la responsabilidad residual por competencias retenidas”. Hasta el propio ex presidente José María Aznar expresó, semanas después de la catástrofe, la existencia de errores de valoración por parte del equipo liderado en aquel momento por el ministro de Fomento Francisco Álvarez Cascos.

Qué duda cabe que cuando se toma una decisión sobre la estrategia a seguir para luchar contra un vertido de hidrocarburos no siempre vamos a poder elegir entre una opción “buena” y una “mala”, elección que sería sencilla: siempre escogeríamos la buena. En la mayoría de los casos tendremos que decidir entre una estrategia “mala” y otra “peor”. Pero en cualquiera de los casos tratar de encontrar la forma más conveniente para minimizar los efectos del vertido. Y para ello es necesario comunicar a la población todas las opciones posibles, cometido que precisa de la actuación de los medios de comunicación en coordinación con la administración pública. Tarea, en el caso que nos ocupa, caracterizada por el apagón informativo llevado a cabo por la Xunta de Galicia –en aquel momento capitaneada por Manuel Fraga– en la gestión del desastre. A esta intolerable carencia informativa, se sumó la censura que giró en torno al hundimiento del Prestige a unos 250 kilómetros de la costa gallega, que hubo de precisar de la colaboración de fuentes informativas extranjeras.

Como dice Ricardo García Mira, profesor titular en Psicología Social y Ambiental, en la edición de su último libro ‘Lecturas sobre el desastre del Prestige’: “La comunicación y la gestión de la información cobran especial interés y constituyen pilares básicos para construir un sistema de confianza que permita afrontar de manera efectiva el impacto del desastre”. Una catástrofe es algo que sucede rápido, pero de efectos devastadores para el medioambiente durante décadas.

Así pues, esta sentencia debería ser ejemplar y con ella contribuir a que las leyes humanas manifiesten su apoyo incondicional a la naturaleza. Después de todo, qué mayor herencia puede legar una ciudadanía educada en cultura medioambiental a generaciones futuras, que no sea la conservación y mantenimiento de sus recursos naturales como garante primigenio y natural para una economía sostenible. No es una tarea fácil, pero tampoco una misión imposible. “Nunca Máis”.

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