Las razones de los “indepes”

Oriol Junqueras, exvicepresidente de la Generalitat, en una imagen de archivo. / Twitter
Oriol Junqueras, exvicepresidente de la Generalitat. / Twitter
Tienen razón porque eso es lo que han aprendido en una escuela donde no existe libertad de expresión y sí una visión sesgada y excluyente de la historia del país (Cataluña) y hasta de sus logros y frustraciones.
Las razones de los “indepes”

Entiendo perfectamente las razones de los independentistas catalanes. Incluso que lleguen a ser una gran mayoría social. La gente se mimetiza con su medio. Sucedió aquí con Francisco Franco (no todos los asistentes a sus multitudinarias muestras de apoyo fueron forzados), con Adolf Hitler (hasta Austria se incorporó voluntariamente al III Reich) y con José Stalin, cuya muerte lloraron desconsoladamente las masas de medio mundo.

Pero no es sólo eso. Los manifestantes (pacíficos o no) tienen razón al considerar a España un entre jurídico tan distante como Uzbekistán o Papúa Nueva Guinea, sin otra vinculación con ellos, en su caso, que cobrar impuestos para mantener un Ejército de ocupación, embajadas donde se sirve vino de Jerez y funcionarios que no hacen más que tocarles los cojones.

Digo que tienen razón porque eso es lo que han aprendido en una escuela donde no existe libertad de expresión y sí una visión sesgada y excluyente de la historia del país (Cataluña) y hasta de sus logros y frustraciones. Es más: para ratificar en la edad adulta esos conocimientos adquiridos ya están las múltiples televisiones públicas haciendo esa patriótica labor.

Es lógica, pues, la insurrección nacional ante un Estado extranjero, ladrón, opresor, antidemocrático, fascista, bla-bla-bla y que ni siquiera habla catalán (el promotor de la pitada al himno nacional en el partido Barça-Athletic, llamado Santiago Espot, tras intimidar humillantemente al director de un centro de salud en el que se atendió a alguien en castellano, afirmó que “dentro de unos años no se entenderá el español en Cataluña”. ¡Menudo avance!).

Tampoco hay que escandalizarse ante la violencia juvenil, pues ya se sabe que un exceso de testosterona propicia  estos lógicos desmanes. Además, para que una revolución triunfe, aunque sea ésta democrática, siempre hace falta una minoría radical y hasta terrorista, para ponerle las cosas a huevo a los considerados moderados o pacíficos.

Y una consideración más, por no extenderme. Dicen los españoles (todos) que los CDR y compañía tumultuaria están perjudicando gravemente la economía catalana. ¿Y qué? ¿Qué importa ir hacia atrás, diez, veinte y hasta cien años cuando se trata de instaurar un proyecto milenario que tendrá tiempo de sobra para recuperarse y convertirse en la Arcadia feliz?

Porque esa es otra: los insurrectos no usan el pensamiento lógico, como hacemos ustedes y yo, sino el mítico, el de las grandes expectativas, como un tal Juli Gutiérrez, quien afirma con una clarividencia envidiable, que “Cataluña dominará lo próximos 1.700 años el mundo occidental”.

¡Acabáramos! ¿Ven cómo los “indepes” tienen razón? @mundiario

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