Las culturas individualistas (o globalizadas) hunden sus raíces en la ética capitalista

Todas las piezas sobre el tablero.
Todas las piezas sobre el tablero.
La Psicología no puede ignorar la influencia que tienen los datos macroeconómicos sobre la conducta de los ciudadanos, sobre todo en una coyuntura de crisis económica como la actual.
Las culturas individualistas (o globalizadas) hunden sus raíces en la ética capitalista

Hace aproximadamente una semana publicaba en MUNDIARIO un particular análisis donde ponía en relación aspectos de carácter psicológico con otros más próximos al dominio de lo económico. Pese a lo que pueda parecer, ambas áreas de conocimiento, Economía y Psicología, tienen ciertos puntos de confluencia que resultan enriquecedores para ambas ciencias [1]

Como señalaba el profesor Ismael Quintanilla respecto a este punto de convergencia mutua, las ciencias económicas emplean conceptos psicológicos para explicar sus procesos; y, por su parte, los procesos económicos también influyen sobre la conducta de las personas.

En este sentido, la Psicología no puede ignorar la influencia que tienen los datos macroeconómicos sobre la conducta de los ciudadanos, sobre todo en una coyuntura de crisis económica como la actual.

Anteriormente y bajo el pretexto de la obra de W.T. Vollman (Los Pobres), proponía reflexionar sobre las causas que las personas atribuimos a la pobreza o a la "prosperidad" (incluyendo bajo este epígrafe situaciones que irían desde la riqueza a la ausencia de pobreza).

En esta ocasión, el objetivo es ilustrar el impacto que tendrían determinados aspectos macroeconómicos, como por ejemplo, el desempleo sobre las representaciones que se construyen las personas de la realidad social y económica. Además,  podría esperarse que éstas tengan influencia en el comportamiento.

Desde la Psicología Económica se ha prestado atención a determinados fenómenos clásicos de la Psicología Social, como los procesos de atribución anteriormente descritos y a las representaciones sociales de Moscovici (que serían modos de ordenar mentalmente la realidad social).

Mediante los procesos de atribución, los individuos establecen causas para explicar eventos que forman parte de su experiencia.  En muchas ocasiones, al atribuir causas, cometen errores o sesgos.

Uno de estos sesgos se conoce como error fundamental de atribución y consiste precisamente en otorgar más peso a los factores individuales o internos que a los situacionales o de contexto. Este error explica la tendencia que tienen las personas a atribuir el éxito a rasgos individuales y de valía personal.

Además, este error fundamental no aparece de la nada, sino que se origina en la representación social que toma elementos del marco cultural de referencia de las economías capitalistas.

En un trabajo relativamente reciente publicado en la Revista Colombiana de Psicología, Parales-Quenza [2] subrayaba este carácter ideológico del error fundamental de atribución.

La evidencia señala que se incurre con más frecuencia en este error en las culturas individualistas (o globalizadas) que hunden sus raíces en la ética capitalista y donde se forja la creencia de que "el mundo es justo y que cada persona obtiene lo que merece".

Desde la ética capitalista, se orienta un tipo de representación social donde el éxito está basado en factores individuales- el mencionado american dream- sin tener en cuenta los condicionantes sociales que restringen las oportunidades de éxito.

En el problema concreto del desempleo, resultan especialmente relevantes tanto las atribuciones como las representaciones sociales.

Un grupo de investigadores holandeses lo explicaba así: algunas personas piensan que los desempleados están así porque son vagos o incompetentes, mientras que otras personas consideran que son víctimas del devenir económico, de la injusticia social y de las contradicciones del propio sistema capitalista.

Siguiendo a Quintanilla, los primeros trasladan la responsabilidad del desempleo al individuo y a su manera de afrontar el mundo, mientras que los segundos responsabilizan del desempleo a la situación económica general o a fenómenos de clase.

Sin embargo, a pesar de que en el momento sociohistórico que nos toca vivir el desempleo ha alcanzado cotas sin precedentes en España aún hay quien piensa que los individuos son responsables de su situación personal y que deben apañárselas como buenamente puedan.

Otros verbalizan fórmulas como "la culpa es de la crisis" , que parecen centrar las causas en el sistema capitalista (economía de mercado), como podría esperarse, al tratarse de una crisis económica global. Sin embargo no parece que las tengan verdaderamente interiorizadas.

En principio, desde arriba se trató de fomentar atribuciones de responsabilidad a los individuos a través del "vivistéis por encima de vuestras posibilidades".

Esto generó cierta reactancia psicológica ya que, de ser cierto, lo fue porque durante la vorágine de la burbuja inmobiliaria del denominado milagro español, interesó que fuese así.

Así que los ciudadanos devolvieron este mensaje culpabilizador a los políticos (personalmente rehuyo del término clase política).

Bien es cierto que existen factores objetivos, tanto por acción- incluyendo conductas ilícitas o de corrupción- o por omisión- incluyendo aquí cuestiones como la excesiva sumisión de ciertos políticos a los imperativos de los mercados o cesiones a la soberanía. Pero: ¿esto homogeiniza a todos los políticos bajo la misma representación social?  ¿Son todos iguales? ¿Defienden todos el mismo modelo económico? ¿Qué modelo: neoliberal, mixto, neokeynesiano, neomarxista? ¿mantienen todos el mismo posicionamiento frente a las imposiciones de la troika?

Eso por un lado.

No obstante, por otro lado, como señalan algunos expertos, la crisis económica global- del capitalismo- en nuestro país tiene, además, matices derivados de este denominado milagro económico español, asentado en factores coyunturales y que originó expectativas ilusorias de crecimiento.

El resultado de estos sesgos parece indicar que se termina cuestionando más a las personas que al propio sistema económico.

Adaptando un poco una idea que señalaba la socióloga Marta Harnecker, el sistema capitalista (más específicamente el modelo neoliberal) posee mecanismos para autoperpetuarse también a nivel social.

La inducción a sesgos individualistas podría ser uno de estos mecanismos, unido a cierta fragmentación social (no total). En palabras de la autora- "interesa mantener una sociedad dividida, donde diferentes grupos no logren constituírse en una mayoría cuestionadora del sistema".

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[1] http://economistasonline.blogspot.com.es/2012/05/psicologia-economica-aportes-y-temas-de.html?m=1

[2] http://www.scielo.org.co/scielo.php?pid=S0121-54692010000200002&script=sci_arttext

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