La lenta agonía de Feijóo

Alberto Núñez Feijóo. / Mundiario
Alberto Núñez Feijóo. / Mundiario
Ya sabe por el voto de las tres últimas elecciones que los gallegos y gallegas quieren cambio.
La lenta agonía de Feijóo

No hay espectáculo más lamentable que la decadencia. Los románticos del XIX gustaban de regodearse en lo casi muerto: aquello cuya función natural ha finalizado y añora entre suspiros el esplendor de antaño. No negaré que tiene su morbo. Tampoco que venerar la gloria pasada solo sirve para ocultar el presente y poner remedio a los problemas, quizá a falta de fuerzas mayores.

El Feijóo de hoy es de ayer por la tarde. Siempre llega tarde. Cada día más triste, más difuso, simula que no pasa nada. Feijóo está cansado. Yo también lo estaría. Fingir es agotador. Todo el día en el alambre: que si la sanidad gallega está mejor que nunca, que si es buen síntoma que le gente proteste, que si el rural no va tan mal aunque deje sin ejecutar 305 millones de euros del presupuesto para su desarrollo, que no es problema que un 20% de los gallegos esté en peligro de exclusión social por pobreza extrema, que no pasa nada si 500 gallegos autónomos echaron el cierre tan sólo en el mes de septiembre, que sumamos 54.000 parados más de saldo final de su mandato, que se gasta 180 millones menos al año en la educación de nuestros hijos, que caen las exportaciones a mínimos históricos... No importa nada. Le llega con recordar, escondido en una húmeda y oscura esquina, el brillo del sol y el rumor del mar a bordo de un yate de lujo. Todo tiempo pasado fue mejor. Días de vino y rosas. Mientras, Galicia se hunde en la urdimbre mediática de un líder acabado en la tergiversación y la ocultación. El juego del gran gestor aburre a sus propios seguidores que con prudencia se apartan del árbol a punto de caer. Ni fuerzas tiene para enfrentar la sesión de control en el Parlamento. Apocado y titubeante, no supo responder a un Gonzalo Caballlero que se lo comió por los pies de primer plato.

El follón en las gradas de los últimos hooligans de Don Alberto no dan fe de su potencia, sino de la desesperación que lo inmoviliza. Galicia está presa en los tiempos electorales. Y está bien que sea así. La Ley es para todos. Pero vivimos en el pretérito feijooniano. En las postrimerías de la hegemonía del PP en nuestra tierra. Esto hay que zanjarlo. Yo le diría a Feijóo que ya no nos es útil. Que Galicia necesita volar al encuentro de su futuro. No valen esas mentalidades del siglo pasado, el atrincheramiento y que no se mueva nada, el sacar balones fuera lloriqueando porque Pedro Sánchez es un niño malo. Deje el pañuelo y el paso libre. Ya sabe por el voto de las tres últimas elecciones que los gallegos y gallegas quieren cambio. Quieren socialistas al mando. Usted ya conoce a Gonzalo Caballero. Los gallegos también. Acepte la realidad y deje de soñar con pasados que no volverán. Por Galicia: ¡Váyase señor Feijóo! @mundiario

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