La apuesta judicial de Mariano Rajoy para caminar por el laberinto

Mariano Rajoy, presidente del Gobierno de España. / Twitter
Mariano Rajoy, presidente del Gobierno de España. / Twitter.

El temor al potencial impacto del éxito cosechado por el partido de Rivera ha provocado que el inquilino de la Moncloa haya comenzado a construir algunos cortafuegos

La apuesta judicial de Mariano Rajoy para caminar por el laberinto

Han transcurrido dos semanas desde las elecciones al Parlament de Catalunya y Mariano Rajoy sólo ha tomado una iniciativa política después de conocerse los resultados de las urnas: reunirse en la Moncloa con Albert Rivera. Reaparece en una circunstancia significativa, a pesar de que en su primera comparecencia pública tras el 21-D el presidente del gobierno había barajado la posibilidad de entrevistarse con Inés Arrimadas, como candidata de la opción más votada, declinó tal alternativa y la sustituyó por ese encuentro con el líder estatal de Ciudadanos. Y, desde luego, no promovió contacto alguno con dirigentes de las dos principales candidaturas independentistas.La escenificación realizada tiene que ver, obviamente, con lo sucedido en el territorio catalán pero obedece a una lógica política de dimensión estatal.

Rajoy ha salido muy debilitado de esta cita electoral

Rajoy ha salido muy debilitado de esta cita electoral. Si por estos pagos rigiese la cultura política que se practica en otros países europeos ya tendría que haber presentado la dimisión: ¿se imaginan que haría Merkel si su partido no hubiese obtenido ni siquiera el 5% en las elecciones de un “land” de importancia equivalente a la que tiene Catalunya en el ámbito del Estado español? El temor al potencial impacto del éxito cosechado por el partido de Rivera ha provocado que el inquilino de la Moncloa haya comenzado a construir algunos cortafuegos. Por eso ha aplicado el viejo axioma de que “si no puedes con tu adversario únete a él”. O, por lo menos, haz una foto conjunta cuanto antes.

La lógica de esta reunión no resulta congruente con los discursos de ambos líderes en los últimos meses. A pesar de que han proclamado reiteradamente que el problema principal radica en la fractura interna de la sociedad catalana más que en la disputa entre la Generalitat y el gobierno del Estado, han decidido priorizar un diálogo entre dirigentes estatales que, además, tienen un diagnóstico muy parecido sobre este grave problema.¿No es más urgente tender puentes entre las distintas formaciones que van a estar presentes en la próxima Cámara legislativa catalana?

Semejante estrategia ha contribuido a incrementar la polarización en el panorama político de Catalunya

El PP, a través de distintos portavoces, está presionando a Ciudadanos para que despliegue iniciativas políticas por ser la fuerza más votada el 21-D al tiempo que sigue demostrando una absoluta carencia de propuestas para intentar reconducir el grave bloqueo en el que está instalada la vida política catalana. Hace tiempo que Mariano Rajoy -que encabezó la candidatura más apoyada en las generales de 2016- decidió dar preferencia a la vía judicial, permitiendo que la fiscalía presentase querellas contra diversos dirigentes independentistas por la supuesta comisión de los delitos de rebelión y sedición. Semejante estrategia ha contribuido a incrementar la polarización en el panorama político de Catalunya y ha facilitado, seguramente, la reacción defensiva del electorado independentista en la reciente consulta de diciembre.

¿Qué se pretende con la judicialización de este problema? ¿Utilizar la máxima dureza del Código Penal para que los sectores independentistas acepten una suerte de rendición que aplace por un tiempo el tránsito por el terreno del diálogo y la transacción? ¿Transferir a los jueces una notable capacidad para incidir en la eventual salida del laberinto catalán? ¿Hay en la Moncloa algún plan B? @mundiario

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